12 agosto 2018
Ripoll no olvida, pero
tampoco quiere recordar
Un año después del
17-A, los vecinos de la capital del Ripollès tratan de pasar página
definitivamente
“Eso”, “lo que pasó”, “aquello” o “toda esa
mandanga”. Todas son expresiones que usan los vecinos de Ripoll,
un año después, para evitar decir la palabra atentado para
referirse a los ataques yihadistas que sacudieron Catalunya el
pasado 17 de agosto de 2017. Ripoll no olvida, pero tampoco quiere recordar.
La calma de agosto impera en la plaza Nova, en
la de Sant Eudald y también en la del Ayuntamiento: un grupo de vecinos toma
unas cañas, los niños disfrutan de sus vacaciones y algunos turistas visitan el
pueblo, quizás sin saber que de aquí eran los terroristas que atentaron en
Barcelona y Cambrils. Pero los vecinos, a pesar de intentar
pasar página, lo siguen teniendo presente. Una pancarta con el lema ‘Condemnem la
violència’ cuelga del Instituto Abat Oliba, donde estudiaron la mayoría de los
yihadistas, y recibe a los que llegan a un pueblo cuyo modelo de convivencia se
puso en cuarentena por el recelo y el desasosiego de muchos vecinos.
Pero hoy en Ripoll se respira
normalidad, aunque desde la distancia. “La verdad es que hay
poca mezcla entre las dos comunidades, pero eso siempre ha sido así”, reconoce
un vecino de mediana edad, que está tomando algo con sus dos amigos en una
terraza. Otro vecino, Carlos, asegura que en Ripoll no ocurre nada distinto a
otros lugares de Catalunya. “Yo juego a fútbol con unos cuantos musulmanes y mi
relación con ellos es la misma que antes”, explica mientras saluda con un
“¡Anda, es Said!” a un amigo musulmán que pasa por delante con el coche. Aún
así, reconoce que, “como en todas partes”, en Ripoll también hay “prejuicios”.
“No es odio. Es soplar un poco al verlos, porque quizás es cierto que desde que
ocurrió toda esa mandanga miramos diferente a los musulmanes con los que no
teníamos relación anteriormente”, subraya.
Nada que ver con el
Islam
También la comunidad musulmana de Ripoll
asegura que “todo es normal” entre los vecinos. “La gente del pueblo, 'chapeau,
chapeau'”, exclama Ali Yassine, presidente de la comunidad musulmana Annour.
Deja muy claro que lo que hicieron los jóvenes de Ripoll “nada tiene que ver
con el Islam” y, de hecho, el “fallo”, asegura, es que no conocían la religión:
“Si tuvieran idea de lo que es, no hubiesen hecho esto. Te lo aseguro”, dice.
La
comunidad musulmana quita hierro al racismo o desconfianza
que aseguran que notan en algunos comentarios de los vecinos de Ripoll. “Hay
gente que critica a los musulmanes, pero no es algo nuevo, pasa desde siempre”,
admite Ali Yassine, que destaca que “por unos marroquíes que hayan hecho esto
no significa que todos los marroquíes sean malos”. También Younes, dueño de una
carnicería del pueblo, celebra que “la gente sepa separar y no lo ponga todo en
el mismo saco”. Su establecimiento halal sigue teniendo clientes no musulmanes,
como antes, aunque ha perdido a un pequeño porcentaje de ellos: “Algunos creen
que por una manzana podrida todo el cesto lo está”.
Como en muchos conflictos, las posiciones en
Ripoll también se han radicalizado. Según la concejala del
ayuntamiento Montsina Llimós “los atentados han provocado que afloren todas las emociones
y esto ha llevado a un mayor acercamiento en algunos casos pero también a un
mayor recelo en otros. Todo se ha polarizado”, admite.
Los atentados fueron un shock para todo el
pueblo, también para Natalia trabajadora de un restaurante de Ripoll. Esta
joven, de 21 años, conocía a los
terroristas e incluso uno de ellos trabajó con ella.
“Cuando ves por la televisión que dicen que algunos yihadistas eran buenos
chicos, piensas que no puede ser. Pero ellos lo eran y ¡mira!”, dice
sorprendida.
Lo cierto es que a los vecinos musulmanes los
atentados les pesan como una losa aún mayor. “Parece que seamos todos
culpables. Si no, ¿por qué estás aquí?”, pregunta el dueño de la carnicería
halal a EL PERIÓDICO. Tampoco ha sido fácil para el presidente de la comunidad
musulmana, que lleva 12 años en España, asimilar lo que pasó. “En todo el
tiempo que llevo aquí, el 2017 fue el peor año. Me cuesta dormir, no tengo
ganas de comer… No es como antes. Me dolió mucho que los chicos hicieran esto”.
Volver a la normalidad
Ali Yassine está en contacto con las familias
de los yihadistas, a quienes, asegura, “les cuesta mucho recuperar la
normalidad”. Van a la mezquita a rezar, pero el presidente de la comunidad
musulmana los ve “siempre un poco encogidos”.
A pesar de la distancia evidente entre la
comunidad musulmana y el resto de vecinos de Ripoll, el reto es compartido: hacer que
la convivencia sea aún mejor. La concejala Llimós pilota
un nuevo plan de
convivencia, a través de mesas de trabajo y de actividades
puntuales, para conseguir “que no importen las diferencias entre ciudadanos de
Ripoll” y que sean una “oportunidad en positivo”.
Y una buena forma de limar diferencias es poner comida de por
medio. A la salida de la mezquita de Ripoll, Mohammed sale
de rezar por cuarta vez en el día y muestra orgulloso a este diario fotografías
que tiene guardadas en su móvil de una comida que organizó la comunidad
musulmana en la calle, abierta a todo el pueblo, para celebrar el fin del
Ramadán y mostrar al resto de vecinos cómo practican el Islam.
Opinión:
Pues no estaría de mas que les preguntaran a
algunas de las víctimas de La
Rambla que viven en la comarca del Ripollés qué opinan sobre
esta supuesta “normalidad”… y no será porque no llevan semanas explicándolo a
todos los medios que les han solicitado su colaboración.
Y del trato recibido desde el consistorio,
mejor no hablar.
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