06 agosto 2018
17-A:
protesta y duelo
Este agosto se va cumplir un año del atentado
perpetrado por unos fanáticos en la
Rambla y en Cambrils y los actos conmemorativos no están
exentos de polémica. La presencia del monarca español en tierras catalanas, una
vez más, es la fuente de esta controversia. Ya lo fue en la manifestación del
paseo de Gràcia del 26 de agosto del año pasado cuando un buen número de
personas abuchearon a Felipe VI mientras proliferaban pancartas recriminando la
relación de la Casa Real
con el comercio de armamento con potencias árabes.
Pero no nos engañemos, no se trata de los
negocios armamentísticos. Y a pesar de que en este afán del mundo
posconvergente por imitar a ERC se haya acabado asimilando independentismo con
republicanismo –aunque el republicanismo como tal solo sea una parte del
independentismo-, tampoco se trata de monarquía o república. En el trasfondo
están los conflictos territoriales y la misma estructura de España.
Hace unos pocos días la revista 'Contexto'
publicó los datos de una encuesta sobre el apoyo de los españoles a la
monarquía. A pesar de que el titular decía "El apoyo a la monarquía, por
debajo del 50%", si te mirabas el reparto territorial de estas adhesiones
en los mapas, dibujabas en rojo las naciones peninsulares: en Galicia solo un 40%
de apoyo a la corona, en el País Vasco un 21,7%, en Navarra un 35%, en el País
Valenciano, un 38,6%, en las Baleares un 34,7% y en Cataluña un 18,8%. En la España de raíz castellana,
en términos globales, la monarquía tiene un aprobado justito. Si nos miramos
los datos del CEO, cuatro de cada cinco catalanes suspende la monarquía y las
cifras del CIS no las tenemos porqué dejó de incluirse esta información,
seguramente porqué el Jefe del Estado no salía muy bien parado.
Datos a parte, también debemos hablar de los hechos
que marcaran esta conmemoración. El primero es la sensación, inmediatamente
posterior al atentado, de que las instituciones catalanas tuvieron que resolver
solas la situación y que el Estado solo estuvo presente en el momento de
hacerse la foto. Los responsables del operativo, Joaquim Forn y Josep
Lluís Trapero, después fueron represaliados. El segundo
son las amenazas del día 3 de octubre, a raíz del referéndum y de la huelga
general posterior, expresadas por un Jefe del Estado que, recordémoslo, es el
mando supremo de las Fuerzas Armadas. Entre el rechazo a la institución y el
comportamiento de quien la encarna, es inevitable que la presencia de la corona
genere resquemores.
Resurgirá el debate sobre la presencia de los
representantes institucionales catalanes en los actos de homenaje: debemos
tener muy claro que los que han sido escogidos por la ciudadanía no pueden
renunciar a estar. En todo caso no son ellos los que se deberían apartar. Más
allá de eso, lo más delicado va a ser poder compaginar la protesta con el duelo
de las víctimas, intentando evitar que la desazón no eclipse el recogimiento
necesario en la rememoración de la muerte trágica de una quincena de personas.
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