25 abril 2018
“El asesinato de
Pardines cambió la historia de Euskadi para siempre”
Gaizka Fernández Soldevilla es el coordinador de un libro
que analiza la primera muerte a manos de ETA, la del guardia civil de Tráfico
José Antonio Pardines, en 1968
El 7 de junio de 1968 el guardia civil José Antonio
Pardines dio el alto a un vehículo en Aduna en el que viajaban los miembros de
ETA Txabi Etxebarrieta e Iñaki Sarasketa, que abrieron fuego sobre el agente,
que se convirtió en el primer asesinado por ETA. Horas después Etxebarrieta
moría en Benta Haundi, y se convertía en el primer muerto de la organización.
La historia de Euskadi cambió ese día de hace 50 años.
Ustedes discrepan de
quienes señalan que la primera víctima de ETA fue la niña Begoña Urroz.
¿Mantienen que fue el guardia civil José Antonio Pardines?
-Todo eso empezó con un artículo de Ernest Lluch que habló
de Urroz como primera víctima de ETA en junio de 1960 al estallar una bomba en
la estación de Renfe de Amara en San Sebastián. ETA no reivindicó ese atentado
y en sus documentos internos tampoco se menciona ese atentado. La Policía acusó al DRIL
(Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación) de esa bomba y ellos lo
admitieron. Urroz fue víctima del terrorismo, pero no de ETA. En los años 60
ETA no estaba preparada para hacer esa cadena de explosiones que se dieron en
varios sitios a la vez.
Señalan que en el
‘Libro Blanco de ETA’ (1960) está presente la necesidad del uso de la
violencia.
-Era más un deseo que una realidad. No tenían armamento, no
tenían explosivos, no tenían dinero. No tenían ni preparación ni estrategia. Se
dedicaban a hacer pintadas, pero nadie sabía quién era ETA. El 18 de julio de
1961 intentaron descarrilar el tren San Sebastián-Bilbao que llevaba a
excombatientes, y no con bombas, sino quitando tornillos de las vías. Fue su
primera acción violenta.
Y llegamos al 7 de
junio de 1968. ¿Qué pasó ese día?
-Dos días antes, el 5 de junio, la dirección de ETA se
reunió en Ondarroa y decidió empezar a matar y fijaron dos objetivos: Jose
María Junquera y Melitón Manzanas, jefes de la Brigada Político
Social de Bilbao y San Sebastián, respectivamente. Txabi Etxebarrieta e Iñaki
Sarasketa iban a Beasain a una cita con Jokin Gorostidi. En Aduna, Pardines,
que era guardia civil de Tráfico, paró el coche y se dio cuenta que era robado.
Al comparar la documentación con el bastidor del coche dijo: Esto no coincide. Palabras que
le condenaron. Automáticamente le asesinaron. Fue una decisión tomada al
momento.
¿Disparó Txabi
Etxebarrieta sobre el guardia civil Pardines?
-Hay tres versiones. ETA dice que hay una especie de duelo,
a ver quién es más rápido en desenfundar. Pero la cartuchera del guardia civil
estaba cerrada. Sarasketa aseguró que había sido Etxebarrieta el que disparó
sobre Pardines. Esto es la que se creía hasta ahora. Y ahora, está la versión
que aportamos en el libro a través de las pruebas. Pardines tenía cinco heridas
de bala, se encontraron cinco casquillos. Tres son de la pistola de
Etxebarrieta y dos de la pistola de Sarasketa. Así pues, según las pruebas los
dos mataron a Pardines.
¿Aquello significó un
antes y un después en la historia de este país?
-Lo dijo el escritor Bernardo Atxaga o el historiador Jose
Mari Garmendia. Eso cambió la historia de Euskadi para siempre. Es un punto de
inflexión ya que empezó la espiral terrorista de ETA. Ha matado a 853 personas,
ha herido a 2.600, ha
extorsionado, secuestrado… Y todo eso empieza en Aduna con el asesinato de
Pardines.
Lo que está claro es
que si no llega a producirse ese encuentro fortuito con Pardines y su compañero
la primera víctima podía haber sido Junquera o Manzanas.
-Sí, porque la decisión de atentar contra ellos estaba ya
tomada. Pero la historia es así. El primer asesinato de ETA en lugar de ser
Manzanas, que estaba acusado de torturador y con muy mala fama, en lugar de
eso, es un chaval de 25 años que se dedica a regular el tráfico. Me parece muy
simbólico que el primer asesinato de ETA fuera el de un chaval gallego al que,
además, no había necesidad de matar.
La muerte de
Manzanas, sin embargo, no causó rechazo.
-Es más, muchos en el ámbito del PNV no se creyeron que lo
había matado ETA. Los vascos
no matamos, decían. Y ETA sacó otro comunicado ratificando su autoría. La
muerte de Manzanas fue asumida e incluso vitoreada por ser símbolo de la
represión. Y ese es uno de los problemas, que cuando se creó el monstruo se
comprendieron los asesinatos y cuando llegó la transición, una parte de la
población siguió comprendiendo los asesinatos. Y hay que decir que la mayor
parte de las muertes de ETA se produjeron tras la dictadura
Horas después de la
muerte de Pardines murió Txabi Etxebarrieta. ¿Qué pasó en Benta Haundi? ¿Fue un
tiroteo o una ejecución?
-Pasa lo mismo que en Aduna, que había relatos sin pruebas.
ETA dijo que Etxebarrieta estaba esposado cuando fue ejecutado. Las pruebas
dicen que hubo un tiroteo a cuatro, Etxebarrieta y Sarasketa por un lado y dos
guardias civiles por otro. Murió Etxebarrieta, Sarasketa se escapó y fue
detenido al día siguiente en Regil. Lo que pasa es que desde ese mismo día, ETA
convirtió a Txabi Etxebarrieta en un mártir.
Se dio la paradoja de
que el guardia civil compañero de Pardines, Félix de Diego, fue asesinado por
ETA años después al igual que el militar de José Lasanta, instructor en el
Consejo de Guerra contra Sarasketa. ¿Fue algo premeditado?
-El caso más sangrante fue el de Félix de Diego al que ETA
mató en 1979, once años después de los sucesos de Aduna. Estaba casado con una
chica de Irun y tenían un bar. Además, sufría un cáncer y estaba retirado. ETA
le mató, pero no por guardia civil, sino por confidente ya que ni siquiera
sabían que era guardia civil y que fue el compañero de Pardines.
¿A expensas del
último comunicado de ETA, Pardines, pese a ser asesinado tras un encuentro
fortuito, sería considerado objetivo o daño colateral?
-Según el comunicado de ETA sería una víctima legítima, al
que se le muestra respeto, pero no se pide perdón porque está bien matado. Para
ETA es un asesinato lógico. Lógico y, además, ocultado. En su último comunicado
decían que no hay que ocultar cosas del pasado y este asesinato han tratado de
ocultarlo durante 50 años. Siempre hablan de Manzanas, pero no de Pardines.
¿El proceso está
siendo lento desde el cese de la actividad armada (octubre de 2011) hasta la
posible disolución (mayo de 2018)?
-Es una disolución a cámara lenta. Un problema es que ETA
está en la cárcel. El grueso de su militancia está en prisión. No queda mucho
más. Supongo que los quedan fuera no tienen legitimidad para disolverse y por
eso ha costado. Pero, si lo miramos objetivamente, ETA está derrotada desde
hace más de diez años. Ahora están haciendo una representación de cara a la
galería y a su mundo de la izquierda abertzale. Son como un fósil del
pleistoceno. Son algo residual que no tiene ningún apoyo.
¿Desmovilización o
disolución, cuál será el paso?
-Lo que le reclamamos es que se disuelvan ya. Que echen la
persiana y, sobre todo, que comiencen a colaborar. Ahora se ha cumplido el
aniversario de la desaparición de tres jóvenes gallegos que en 1973 fueron a
ver una película al otro lado de la frontera. Que digan a las familias dónde
están los cadáveres. Si está ya todo amnistiado y prescrito, que ayuden a las
familias.
¿Cree en una
disolución a cara descubierta al igual que ETA (pm)?
-Viendo con perspectiva fue un gesto muy valiente, pero era
otro contexto. Estaba ya todo negociado y hablado. Hubo con los polimilisuna amnistía
encubierta. Ahora creo que es imposible, primero porque la sociedad no está
preparada para esa amnistía encubierta, y segundo porque creo que ellos tampoco
han hecho nada por merecerlo.
¿Qué va a pasar con
los presos? ¿Se les acercará a cárceles vascas?
-La política penitenciaria es cosa del Gobierno, pero creo
que los propios presos pueden hacer bastante. Está en su mano mejorar su
situación empezando por arrepentirse y colaborar con la justicia.
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