jueves, 17 de noviembre de 2016

16 noviembre 2016 El Periódico de Catalunya (opinión)

16 noviembre 2016



Nada

Esperanza Aguirre es la cara más visible de ese selecto grupo de políticos que nunca saben nada relacionado con la corrupción. Y mucho menos si se producía en sus alrededores. Ella nunca supo nada de las fechorías de su mano derecha, Francisco Granados,  ahora en prisión. Tampoco sospechó jamás, pero jamás, de su mano izquierda, Ignacio González, con la misteriosa compra de su ático. Ni siquiera intuyó que en el PP de Madrid se espiaban unos a otros.
Obviamente, no se enteró de las actividades de alcaldes y consejeros a los que ella, por lo visto, solo controlaba férreamente a la hora de hacer las listas. Luego, ya no. Sus más cercanos colaboradores, incluso los que ahora tienen problemas judiciales, alguna vez le advertían de las cosas raras que hacían otros. Y cuentan que ella, profiriendo un gritito de 'a mí no me cuentes tu vida', se marchaba como si nada. Solo le importaba, añaden, si el escándalo de portada llevaba su nombre. Si no, que cada palo aguante su vela.

Trocear los contratos

La ignorancia supina de Aguirre ha vuelto a quedar en evidencia estos días. Una de las administradoras de la 'trama Gürtel' ha declarado ante el juez que la lideresa controlaba absolutamente todos los actos que le organizaban, algo que casa al milímetro con su carácter. Además, Isabel Jordán ha dicho que los funcionarios de la Comunidad de Madrid troceaban salvajemente los contratos para dárselos a la Gürtel evitando los concursos. Incluso, según su testimonio, utilizaron esa táctica con los actos de homenaje por los atentados del 11-M. Pero, de nuevo, Aguirre no sabía nada. Es decir, que la persona que se jacta de haber destapado la 'trama Gürtel' en Majadahonda, a las afueras de Madrid, no sabía nada de lo que pasaba en su propio edificio. Vamos, que nadie dio la orden a los funcionarios.
Para colmo, Aguirre ha admitido que no ha revisado las cuentas del PP de Madrid, a pesar de que las fuerzas de seguridad se llevaron el ordenador de su gerente por una posible financiación ilegal. ¿Le da igual? ¿No siente curiosidad? ¿Pre Un caso sangrante ocupación, al menos? Nada.

Un caso sangrante         

El caso de Esperanza Aguirre no es único, dado que la ignorancia es una epidemia en el Partido Popular, pero sí es especialmente sangrante. Por reiterado. Porque ella no tiene un pelo de tonta. Y, sobre todo, porque no deja de dar lecciones sobre regeneración política a todo el que se le pone por delante. Y, hombre, es cuando menos chocante que quiera regenerar la organización nacional, cuando ni se enteraba de lo que pasaba en el partido a nivel regional, ni fue capaz, por ejemplo, de gestionar sus derrapes por Gran Vía más que de una manera esperpéntica.
Que empiece por dejar de tomarnos el pelo. Aunque es probable que, a estas alturas, tampoco sepa exactamente cómo dejar de hacerlo.

Opinión:


Dice Cristina Pardo en su artículo: “¿trocear los contratos?” Y yo ahora pregunto ¿alguien pedirá que se investigue a fondo cuántas casos similares se han podido producir? ¿y estos son los que exigían claridad en las cuentas a una asociación en 2002?

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