martes, 10 de julio de 2012

09 julio 2012 (3) La Gaceta

09 julio 2012


Una excepción entre 500 reclusos que siguen apoyando a los pistoleros

Txelis marca el camino que ETA desprecia

Alberto Lardies

El ex jefe etarra muestra arrepentimiento en público. Asentado en sus convicciones religiosas, pide perdón a las víctimas. La banda exige a sus miembros lo contrario.
Nunca será un ejemplo. Porque dirigió ETA, porque ordenó decenas de asesinatos y porque alumbró la bestial kale borroka para extender el terror a todos los ciudadanos. Pero ha emprendido un nuevo camino apoyado en su formación religiosa. José Luis Álvarez Santacristina, alias Txelis, se está reinsertando.
Y no duda en hablar públicamente de sus errores fatales para que otros terroristas se rehabiliten. Aunque esa posibilidad no es verosímil hoy día porque la banda criminal impide que sus presos recorran esa senda y porque la inmensa mayoría de ellos no se sienten arrepentidos. Nacido en San Sebastián en 1954, Álvarez Santacristina pronto se mezcló en los ambientes de ideología abertzale. Cuando era seminarista, como tantos otros, ingresó en la organización terrorista que se había escindido del PNV.
Estudioso y aplicado, se dedicó a la filología y fue ahormando el nacionalismo y el comunismo en su mente. Tras huir a Francia en los ochenta fue escalando en la banda hasta formar, junto a José Arregi , Fiti, y Francisco Mújica, Pakito, el colectivo Artapalo. Un triunvirato al frente de ETA que aglutinó muchísimo poder y que cayó en Bidart (Francia) en 1992. Desde entonces, Txelis cumple condena. Y desde hace un año y medio lo hace en régimen de semilibertad. Hace unos días, durante un curso de la Universidad del País Vasco, se dio lectura a una misiva escrita por el etarra. En ella, este decía sentirse “profundamente arrepentido” por su actividad como militante terrorista y “plenamente consciente de la responsabilidad moral que ello conlleva para con las numerosas víctimas que ha generado ETA a lo largo de su historia”. También afirmaba que el perdón “para ser auténtico y reparador” ha de pedirse “sin excusas” de manera sincera y, “sobre todo, desde el sufrimiento de las víctimas”.

“Expreso hoy y aquí el profundo pesar y dolor que me embarga al ser cada día más consciente de la tragedia que todas, absolutamente todas y cada una de las víctimas de la violencia están, estáis, viviendo”, narraba. En la misiva, fechada el pasado 24 de junio, decía que “habiendo sido durante años militante de ETA” debía mostrarse consciente de su culpa para con sus víctimas. “Dios es testigo de que estoy profunda y sinceramente arrepentido de ello”, agregaba al tiempo que matizaba que pedir perdón “no es un acto necesariamente religioso, sino genuinamente humano”.

Teología

Esa referencia a la religión no es baladí, sino la matriz del proceso personal que ha vivido Álvarez Santacristina. A diferencia de otros terroristas que aseguran sentirse arrepentidos y se han desvinculado de la banda sumándose a las diferentes vías de reinserción (primero la vía Nanclares que impulsó el PSOE y ahora el plan de rehabilitación que ha ideado el PP), Txelis cimenta su cambio de actitud en sus creencias religiosas.
Durante su larga estancia en prisión, se licenció en Teología por la Universidad de Estrasburgo. Era asiduo a la capilla de la cárcel, siempre va a misa y mantiene buenas relaciones con el ex obispo de San Sebastián Juan María Uriarte.

La misiva del ex cabecilla etarra tuvo respuesta. Carmen Torres Ripa, viuda del periodista José María Portell, asesinado por ETA en 1978, aseguró sentirse “emocionada” por el perdón público expresado por el ex dirigente de ETA. En una carta abierta dirigida al etarra bajo el título “Buenos días Txelis”, Torres Ripa reconoció que es difícil recibir el perdón para quien ha sufrido el “desgarro de la muerte”, pero también afirmó que es “una postura gallarda humillarse” si con esa actitud se mitiga “el dolor”. “Has visto la luz al fondo del pasillo de la cárcel y me encantaría poder darte la mano por ese camino luminoso”, aseguró la víctima.

No obstante, la actitud de Txelis es sólo la minúscula excepción que confirma una regla contundente. De los más de 500 reclusos de ETA y su entorno que pernoctan en presidios españoles, apenas 30 se han desvinculado. Es decir, una minoría que no es representativa. Además, fuentes de la lucha antiterrorista y de Prisiones explican que, al menos hasta ahora, los intentos de algunos presos arrepentidos por captar a otros adeptos que se sumen a la reinserción han sido infructuosos.

El pasado 2 de junio el Colectivo de Presos Políticos Vascos pidió “amnistía y autodeterminación” al Ejecutivo, justo cuando se esperaba que ablandase sus posturas precisamente por la puesta en marcha del programa de reinserción del Ministerio del Interior.
Así, hacían caso de las directrices de la organización criminal. Justo lo contrario de lo que ha hecho Txelis. 
Pasó de ser un destacado líder de la banda a encabezar la vía de la reinserción.

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