miércoles, 26 de noviembre de 2014

26 noviembre 2014 (2) institutopsiquiatriaypsicoterapia.com (opinión)

26 noviembre 2014

Resarcir a las víctimas
Antonio Sánchez

El victimario, el agresor y su entorno suelen transformarse en el centro de la compensación que se solicita para las víctimas; de esta forma se le otorga un protagonismo central, reeditando el dominio que mantuvo al realizar la agresión; el agresor tuvo el poder al infligir el daño y vuelve a tenerlo en el resarcimiento.

Una mirada diferente se nos abre si fijamos nuestra atención en las personas y grupos próximos a las víctimas. Es imprescindible tener siempre en cuenta que el daño más difícilmente reparable, el que más ahonda y que más destruye es el infligido por los cercanos, por los iguales y por las instituciones y grupos sociales que deberían haber acogido a la víctima.

Desde la perspectiva de dejar a un lado al victimario y centrarnos en el resarcimiento por parte de las personas y estructuras sociales próximas, lo que se debe hacer por las víctimas es:

Mostrarles respeto, respetarlas como seres individuales con un daño único y personalizado, evitando, de forma activa, que se conviertan en símbolos o meras consecuencias de las agresiones vividas.

Estar, eficientemente, a su lado, pero no de forma momentánea sino sostenida en el tiempo, La elaboración del daño es un largo camino en el que los apoyos se van debilitando a medida que avanzan los meses; las oleadas iniciales de soporte van dejando paso a los abandonos, manifiestos o sutiles, añadiendo nuevas frustraciones.

Reconocer, públicamente, las actitudes institucionales, grupales y sociales que han sido dañinas y que han sido mantenidas durante años. Proclamar, alto y claro, quienes han obtenido beneficios directos e indirectos de las acciones de los agresores. Diferenciar entre las necesidades colectivas, las de las asociaciones y agrupaciones y las necesidades personales de las víctimas.

No realizar promesas que serán imposibles de cumplir y hacer una explicitación de todos aquellos incumplimientos que distintas personas, gobiernos e instituciones han realizado a los largo de los años.

Luchar contra el abandono al que muchas han estado sometidas a los largo de muchos años.

Dotar de existencia social a las personas que, como consecuencia del trauma, se replegaron hacia sí mismas y que viven en un enclaustramiento psíquico.

Situarles, de forma individual, en el centro de todo el proceso de reparación y sacarlas del debate político.

Respetar el recuerdo, no fomentar el olvido y, de forma simultánea, proporcionar herramientas que ubiquen el daño en el pasado.

Prevenir, anticipar y evitar la victimización secundaria. Colocar como eje prioritario de las actuaciones legales la protección de los traumatizados.

Potenciar los actos sociales que simbolicen el apoyo a la recuperación personal y la recomposición de las capacidades de afrontamiento dañadas.

Desarrollar redes sociales cercanas que promuevan la integración y que proporcionen un sustento de seguridad.

Ayudar en el proceso de desvictimización, alentar y fomentar el desarrollo de iniciativas tendentes a salir de la reedición continua del trauma.

Proporcionar expectativas de desarrollo personal y darles razones objetivas para esperar una proyección hacia el futuro.

Opinión:

Sirva el artículo presentado para dos objetivos. Primero, agradecer a mi maestro, profesor y sobre todo amigo Juan Antonio su aportación a este blog enviándome la información. Y segundo, agradecer a Antonio Sánchez su claridad en la exposición.
Me he permitido subrayar en negrita lo que a mi modesto entender es mas urgente… aunque en realidad habría tenido que subrayar todo el artículo.


Y recomendar con toda seguridad la consulta de la web donde aparece el artículo original: institutopsiquiatriaypsicoterapia.com

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