jueves, 22 de junio de 2017

21 junio 2017 Cambio 16

21 junio 2017 


"Las víctimas de ETA no tenemos que entrar en las decisiones políticas"


http://www.cambio16.com/actualidad/las-victimas-de-eta-no-tenemos-que-entrar-en-las-decisiones-politicas/

Habitualmente, Robert Manrique (Barcelona, 1962) trabajaba como carnicero en el Hipercor de Barcelona en el turno de mañana. Sin embargo, aquel 19 de junio de 1987, un compañero le había pedido un cambio y le tocó de tarde. A las 16:12 horas, su vida cambió para siempre. Una bomba le nubló de repente la mirada, envolvió todo de humo y polvo y le convirtió en una víctima más de uno de los atentados más sangriento de ETA, que causó 21 muertos y 45 heridos.
Sufrió quemaduras de tercer grado en manos y brazos, por lo que tuvieron que realizarle varios injertos, y otras de segundo grado en cara y cuero cabelludo. Treinta años después del brutal ataque, Manrique asegura tener un consuelo: “Que al menos ETA ya no va a provocar que nadie pase el dolor por el que he pasado en estas últimas tres décadas”.
Reconoce que “hay un antes y un después” en su vida tras el atentado. Y desde entonces asegura que siendo “combativo” tanto con los propios terroristas como con las instituciones. Lamenta, por ejemplo, que no sea reconocido como víctima el hijo muerto de una de las fallecidas en el ataque que estaba embarazada, o que padres o familiares de otros de los asesinados no logren tampoco ese reconocimiento a pesar de llevar décadas en tratamientos psiquiátricos. “Estas cosas siguen pendientes”, apunta.
También la petición de perdón por parte de ETA. “Es evidente que el dolor está ahí, que las víctimas mortales no van a volver y que los heridos graves tenemos la salud hecha un cristo y no la vamos a recuperar. Pero si los autores pidieran perdón y mostraran arrepentimiento habría gente que recuperaría el consuelo y vería, por fin, cerrada una etapa”.
De los tres responsables del atentado, Josefa Ernaga, Domingo Troitiño y Rafael Caride Simón, solo el último mostró su arrepentimiento. Y lo hizo a través de una carta a principios de 2011 que le hizo llegar al propio Manrique el Ministerio del Interior, solicitándole un encuentro en prisión, como parte del programa de rehabilitación puesto en marcha entonces por distintas administraciones.
La reunión se produjo un año después, a los meses de que ETA anunciara el cese definitivo de la violencia. “¡Cómo no iba a ir si llevaba toda la vida peleando para que los etarras reconozcan el daño causado!”, exclama. La primera pregunta que le hizo a Caride fue “qué pintaban un gallego [Troitiño], un palentino [el propio Caride] y una navarra [Ernaga] matando a gente de toda España por orden de un vasco que vive en Francia [Santiago Arrospide, Santi Potros]”. Recibió una respuesta de media hora en la que el condenado le explicó que con intención de desarrollar su lucha sindical “tomó una decisión equivocada”. 
En cuanto a la postura crítica que han adoptado otras víctimas de ETA respecto a estos encuentros, Manrique asegura que “no hay que juzgar a nadie porque vaya o no”. Lo que sí tiene claro es que en el proceso de paz abierto en Euskadi, las víctimas deben mantenerse en un segundo plano al menos en lo referido a las decisiones antiterroristas.
“No tenemos nada que hacer a nivel político ni entrar en las decisiones políticas sino controlar quién lo hace bien y quién mal”, apunta. Por eso critica a la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Mari Mar Blanco, que es también diputada del PP. “Con todo el cariño, se supone que representa a la pluralidad de las víctimas y no digo que su cargo sea ilegal pero me parece extraño e incoherente“. Él, remarca, prefiere ir “por libre”.



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