martes, 13 de octubre de 2015

12 octubre 2015 El Mundo del Siglo XXI (opinión)

12 octubre 2015



La última “pájara” de Arantza Quiroga
La líder del PP vasco suma ya varias crisis internas desde que asumió el cargo en 2013






“Acepté el liderazgo del PP vasco con todas sus consecuencias y sabía que tendría que tomar decisiones que no fueran fáciles”. Así se pronunciaba hace 19 meses Arantza Quiroga, después de que fuera ratificada oficialmente como presidenta del PP en el País Vasco en un caótico congreso regional. Ahora, la continuidad de la dirigente popular se diluye en la última «pájara» –término ciclista utilizado por ella misma en esa entrevista– que ha sufrido desde que Antonio Basagoiti le cediera los trastos en mayo de 2013, en esta ocasión por la ponencia sobre convivencia que pretendía impulsar, que incluía un acercamiento a EH Bildu y que tuvo que retirar tras ser desautorizada por la dirección nacional del partido.
Sus “pájaras” son bajonazos de una política dura y ambiciosa, que se creyó con las “manos libres” para transformar al PP vasco con una hoja de ruta que ella suponía avalada al 100% por Mariano Rajoy tras la reunión que mantuvieron en enero de 2014 y para la que contaba con el respaldo explícito de María Dolores de Cospedal, su amiga y aliada.
A ella recurrió en la mañana del pasado miércoles cuando leyó la portada de EL MUNDO e intuyó que su última decisión “no fácil” se convertiría en un boomerang, porque la había activado sin consenso en Euskadi y sin aclarar su alcance con la dirección de Génova. El “adelante” recibido de la número dos del PP le dio para una llamada a Onda Cero y poco más. Su único apoyo se difuminaba ante la concatenación de errores cometidos por Quiroga en la decisión más incomprensible de su liderazgo.
“He tenido pájaras y me he preguntado, ¿qué hago aquí’”, confesaba a EL MUNDO en el parador de Hondarribia –su lugar de residencia y el magnífico castillo en el que celebró su enlace matrimonial– en el día de la resaca de un congreso rodeado de tensión y sospechas. Probablemente la respuesta-confesión de aquella entrevista la ha repetido cientos de veces durante este puente negro en el chalé guipuzcoano en el que se ha recluido, de la misma manera que lo ha hecho ya –con diferente grado de intensidad– al menos cuatro veces desde que heredó la Presidencia del PP de manos de Basagoiti.
La más sonada dentro del partido y silenciada fuera se produjo tras la votación para ratificarla, que arrojó un resultado cocinado en la mesa presidencial con actas de las urnas desaparecidas y con la presidenta del cónclave, Marta Alaña, corriendo por las inmediaciones del Kursaal de San Sebastián para no aclarar dónde se encontraban las papeletas que ratificaban el 72,8% de apoyo a Quiroga. “Me ofende que diga que hubo pucherazo”, contestó amable y exquisita en sus gestos la presidenta, a la que le ha perseguido durante este larguísimo año y medio su ratificación.
Las «pájaras» de Quiroga, además, se han producido en los peores momentos sin que sus recuperaciones posteriores le hayan permitido al PP mejorar su cuenta de resultados políticos y electorales. La primera en el tiempo la tuvo en septiembre de 2013 cuando, como reveló este periódico, Soraya Sáenz de Santamaría y José Luis Ayllón se reunieron en Bilbao con Andoni Ortuzar, Josu Erkoreka y Aitor Esteban sin contar con ella.
Después, tras el kafkiano congreso de ratificación, Quiroga impuso cambios en las listas municipales y se encontró con una revuelta interna personalizada por Borja Sémper y Marisa Arrúe, al decidir relevar a Ramón Gómez y a la propia Arrúe como candidatos en San Sebastián y Getxo. Otro berrinche con otra desaparición de la escena política se produjo tras anunciar el «reinicio» del PP vasco tras el batacazo del pasado 24-M.
Desde que tomó las riendas del partido el PP ha sufrido malos resultados tanto en las elecciones europeas de 2014 como en las elecciones locales y forales de 2015. Los 77.583 votos obtenidos en las europeas ya fueron un primer aviso que quedó ratificado un año después, ya que el 24-M las listas del PP sólo lograron 102.430 votos, lo que supuso perder 83 de los 164 concejales de la legislatura anterior. Para colmo, el pacto alcanzado entre PNV y EH Bildu arrebató la Alcaldía de Vitoria a Javier Maroto. Un desalojo que evidenció aún más la debilidad de Quiroga y del PP vasco.
Dificultades que Quiroga ha agravado ahora con su espantada. La aún presidenta espera el regreso de Cospedal, que está de viaje, para hacer pública su decisión. El encuentro está previsto que se celebre mañana, pero todo está condicionado a la voluntad de Quiroga.
Mientras, cinco días después de su desaparición la maquinaria interna del PP vasco ya ha colocado sobre la mesa la candidatura de Javier de Andrés como su inmediato relevo. El ex diputado general de Álava fue uno de las opciones manejadas en 2013 cuando Basagoiti hizo las maletas para marcharse a México y es la propuesta que Alfonso Alonso defenderá si Quiroga deja definitivamente de pedalear, afectada por su última “pájara”.

Opinión:

Quien consulta este blog de manera mas o menos continuada sabe que no realizo valoraciones políticas, excepto cuando se utiliza al colectivo de víctimas del terrorismo (así, en genérico) para entrar en guerra partidistas o, como es el caso ahora, en guerra interpartidistas.
Por ello ya he dicho en varias ocasiones que no me agrada en absoluto que se use a “LAS” víctimas en estos temas y digo bien alto y bien claro que la postura de Arantza Quiroga es coherente con el tiempo en el que estamos.
La banda terrorista ETA está acabada, vencida. Y es ahora el momento que mucha gente (y también muchas víctimas) llevamos demandando desde hace muchos años. Hemos exigido a la banda terrorista que abandonara la actividad terrorista, que reconocieran el dolor causado y que mostraran un acercamiento hacia las víctimas que causaron. Lo han hecho, lo están haciendo. No podemos esperar que una banda terrorista, como banda, lo haga en mas o menos tiempo... pero sí podemos esperar que lo hagan los miembros que así lo deseen, y lo están haciendo.
Por lo tanto, entiendo la postura tomada por Arantza Quiroga y le muestro mi apoyo públicamente.
Parece que a algunos les interesa olvidar aquellas reuniones y encuentros en, por ejemplo, Ibeas de Juarros. Y eso que la banda terrorista estaba activa, muy activa. Era 1998.
Por cierto ¿quién queda en el mundo asociativo que realizara alguna actividad en aquellos años tan duros?


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