miércoles, 20 de junio de 2012

17 junio 2012 (2) La Vanguardia

17 junio 2012



ROBERT MANRIQUE

"Cada víctima tiene su ideología, nadie puede hablar en nombre de todas"




Robert Manrique tenía 24 años y trabajaba en la carnicería de Hipercor el día que ETA reescribió el guión de su vida. "Estaba encima de donde explotó la bomba. Le había cambiado el turno a un compañero y estaba despachando diez libritos de lomo cuando me fui contra la pared y me caí; notaba mucho calor, aunque con la cara quemada no veía nada", recuerda Manrique. La explosión le provocó quemaduras en el 80% del cuerpo, de las que se recuperó, alternando periodos laborales con bajas médicas, pero tiene daños hepáticos.

Tras el atentado, entró en contacto con la Asociación de Víctimas del Terrorismo y acabó dando un paso al frente: "En una asamblea pidieron que alguien se hiciera cargo de Catalunya y levanté la mano", explica. En 1992 ya no podía trabajar y se entregó en cuerpo y alma a las víctimas del terrorismo, primero desde la AVT, luego desde la Acvot, y hasta hace unos meses al frente de la extinta oficina de atención a las víctimas de la Generalitat.

"Cuando nos pusimos en marcha, en los años 90, era una locura, mirando las sentencias del juicio de 1989, intentando localizar a los supervivientes heridos, a los familiares de los fallecidos para ofrecerles ayuda legal y psicológica", señala. Ya no está en la Acvot, por desavenencias con la actual dirección. "Defiendo la independencia ideológica. En estos años he aprendido que cada víctima tiene su ideología y su planteamiento de vida y nadie puede hacer declaraciones políticas en nombre de todos", señala.

Hace un año, Robert Manrique recibió una carta del etarra Rafael Caride, unos de los autores del atentado, hoy arrepentido, en la que reconocía el daño que causaron. En enero, Caride pidió hablar con Manrique, con la mediación del Gobierno. El encuentro se produjo este viernes, en la prisión alavesa de Zaballa. Caride le dijo que estaba arrepentido. Manrique no le dio la mano: "Por respeto y cariño a las víctimas; a mí no me gustaría que alguien le diera la mano a quien nos quiso matar", señala.

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