lunes, 11 de abril de 2016

11 abril 2016 El Mundo del Siglo XXI (opinión)

11 abril 2016 



Las heridas de ETA, en escena

Caía la tarde del 20 de octubre de 2011 y un calambrazo informativo recorrió las redacciones de todos los medios de comunicación de España. ETA acaba de hacer público un comunicado en el que anunciaba el «cese definivo de su actividad armada». Aunque la noticia no suponía aún la ansiada disolución de la banda terrorista, inauguraba sin duda una etapa esperanzadora.
Meses antes, todavía en un clima muy marcado por la violencia en el País Vasco, la joven compañía de teatro Ortzai se atrevía a poner en escena ¿Y ahora?, la primera obra teatral en nuestro país que abordaba directamente las consecuencias de la violencia terrorista en nuestras vidas. Un montaje valiente, de fuerte impacto, en el que dos personajes que viven una situación de dolor extremo causado por ETA, pero desde dos ópticas radicalmente opuestas, desnudan sus sentimientos en el escenario, sin censura. Una obra catártica, que hace partícipe al público de una reflexión humana y ética, sin ideología alguna de fondo, y que en aquel momento del estreno suponía casi romper un tabú: el de mostrar las heridas tan amplias, profundas y hasta contradictorias que el terrorismo ha dejado en la sociedad vasca y en sus múltiples víctimas.
¿Yahora? ha sido representada a lo largo de estos años en numerosos escenarios de toda España y de países como Italia, Estados Unidos, Argentina o Cuba. Y este martes llega a Madrid. Los martes 12, 19 y 26 de abril, y 10, 17, 24 y 31 de mayo se podrá ver en la sala Azarte (en pleno corazón del barrio de Chueca), alternándose cada semana con la puesta en escena por parte de la misma compañía del monólogo de Oscar Wilde De profundis.

Protagonistas

Protagonizada por Teresa Ibáñez e Iker Ortiz de Zárate, quien también es director y autor del texto, ¿Y ahora? es una de esas obras que no dejan indiferente a ningún espectador. «Cuando me plantee estrenarla, antes del comunicado de ETA, aunque conté con adhesiones entusiastas, también me llegaron numerosos consejos en contra, por temor, porque decían que aún no era el momento para hablar de estas cosas. Pero nuestra intención era precisamente contribuir desde el escenario a romper ese silencio atroz en el que vivíamos, y hacerlo independientemente de la agenda de la banda», explica Ortiz de Zárate.
Y la apuesta tuvo su recompensa. «La reacción del público fue entusiasta en Euskadi. Y lo ha sido también en otros países donde hemos actuado, en los que la violencia sigue existiendo. Una comunidad iraní, por ejemplo, acudió al espectáculo y al acabar, lloraba de emoción. No podían evitar pensar en lo que a ellos les quedaba para llegar a una situación de post-violencia», rememora el actor y director vitoriano, con una dilatada trayectoria en televisión, cine y, sobre todo, las tablas, que incluye colaboraciones en las películas Taxi y Pajarico, de Carlos Saura, o uno de los papeles protagonistas de la serie británica de la BBCEldorado.

Coloquio al final

Otro de los alicientes que ofrecen las representaciones es que los dos protagonistas comparten al final de cada función un coloquio con los espectadores que lo deseen para compartir reflexiones sobre uno de los episodios más duros de nuestra reciente historia. «Es nuestra apuesta, nuestro granito de arena, nuestra forma de ejercer el compromiso social. Con esta obra queremos contribuir a evitar el peligro que se corre de que muchas personas sean nuevamente heridas y olvidadas si el resto de la sociedad deja las cosas demasiado rápidamente en el olvido. Es un ejercicio, un deber, de empatía colectiva. Un duelo que forzosamente hay que compartir, sin que ello implique, claro, avanzar y dejar el sufrimiento atrás», remarca Ortiz de Zárate.
El actor, ilusionadísimo de poder presentarse ante el público madrileño, está igualmente feliz por poder representar en la sala Azarte la obra de Wilde De profundis -«esta obra es tocar el cielo, es un trabajo definitivo de mi carrera»-.
Dos textos, dos obras que aparentemente no tienen nada en común y que, sin embargo, tratan al final del mismo dolor humano, de la necesidad de reconciliación y de amor. Lo dicho: teatro como auténtica catársis.

Opinión:

Es numerosa la producción artística que se ha presentado en los últimos años y especialmente numerosa la presentada a partir del mes de octubre de 2011.
Antes de esa fecha era casi nula la valentía del mundo artístico para tomar la iniciativa. Excepto el amigo Iñaki Arteta y algún otro “kamikaze”, nadie.
Pero siempre que leo información sobre este tema me surge la misma pregunta: ¿por qué extraña razón a nadie se le ha ocurrido hacer algo relacionado con el atentado en “Hipercor”?


Misterios de la noche…

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