lunes, 5 de julio de 2021

03 julio 2021 (2) Diario Vasco

03 julio 2021

 


Una memoria justa para construir el futuro

Patxi Meabe, Pako Etxebeste, Arturo García y JoxeMari Muñoa

Etiker

Después de varios años del anuncio del fin del terrorismo político de ETA, de entrega de las armas y su disolución, una convivencia saneada entre nosotros es todavía una asignatura pendiente. Es cierto que se han dado pasos en la buena dirección, pero todavía es largo el camino que nos queda por recorrer pues, en determinados ambientes, permanece una especie de rencor u odio hacia quienes no se identifican con la propia opción política.

Una sociedad conflictiva.

Homenajes a militantes excarcelados de ETA, acusaciones y pintadas de muy diversa índole en lugares públicos y sedes de partidos políticos, silencio sistemático de actuaciones de algunas Fuerzas de Seguridad nos demuestran el déficit de un encuentro largo y saneado. Aunque resulta triste recordarlo, todavía estamos muy lejos de una memoria compartida.

En estas últimas semanas han proliferado artículos, recuerdos y denuncias en torno a la memoria, a las víctimas y a los presos. En este contexto, se ha inaugurado un lugar específico para entender el fenómeno del terrorismo político que ha condicionado nuestra convivencia y el recuerdo para con las víctimas, deslegitimando a su vez el uso de la violencia ilegítima. Así se ha inaugurado el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, que se suma a otras iniciativas ya existentes con el mismo objetivo. Tampoco este hecho, por desgracia, ha estado exento de polémica, apelando que faltan víctimas y un reconocimiento completo de todas ellas. Se ha hablado, de nuevo, de equiparación, silencio y olvido.

El valor de las palabras.

La falta de unidad, que se visualizó en esa fecha, nos demuestra la evitable pero indisimulada visión ideológica de estos actos. Los hechos dicen más que las palabras. De nuevo, el horror y el dolor de las víctimas y sus familias parecen quedar en el olvido.

En soledad y silencio van muriendo muchas personas, que dejan un reguero de tristeza y dolor. Lo hemos reiterado también en otras ocasiones. Se habla mucho sobre el negacionismo de la pandemia, pero existe también entre nosotros otro negacionismo y olvido más peligroso: el del dolor terrible de las víctimas. El olvido y la falta de solidaridad con ellas debe penetrar en la conciencia personal y social de nuestros pueblos e instituciones. Es tarea inaplazable y urgente reparar con justicia, cercanía y memoria esta triste realidad.

Una justicia restaurativa.

Sin ánimo de equiparar ni justificar nada, en estos momentos en los que se transfiere una parte importante de la política penitenciaria al Gobierno Vasco, éste quiere potenciar un modelo penitenciario cuya base sea la justicia restaurativa, con tres ideas fundamentales: resocializar a los presos (sin agravio para con las víctimas y respetando la dignidad de la persona), reinsertar y reeducar evitando privilegios y prebendas. El loable compromiso de Sare, si quiere ser un referente ético para la convivencia, debe proclamar públicamente y también exigir a quien corresponda el reconocimiento del daño injustamente causado durante largos años. Es una exigencia de la justicia restaurativa para superar la política penitenciaria de excepción de los presos de ETA. Y aquí no hay subterfugios. Las palabras deben servir para entendernos y no ocultar su sentido ni defenderse atacando. ¿Qué significado tiene la palabra «inclusivo»? ¿No valorar una injusticia? ¿No asumir un juicio negativo? ¿Qué se quiere decir con la palabra «fetiche», cuando se quiere defender de una acusación? ¿Qué se quiere dar a entender cuando se habla del dolor de tantos asesinatos como efecto de un inevitable conflicto político? ¿Qué criterios éticos mínimos de decir y hacer la verdad y la justicia son imprescindibles para construir una convivencia sana? Si esto no queda claro, «todo vale en una sociedad donde nada vale».

Ahora que estamos saliendo de esta delicada situación pandémica y queremos superar el sangriento período vivido, se nos exige a todos una memoria restauradora, reconociendo el dolor injusto inferido y extendiendo la mano, la palabra y la ayuda mutua al que camina junto a nosotros en la vida. Solo así habrá servido recordar y celebrar una memoria justa y reparadora.

Bien, por fin alguien se atreve a poner ciertos temas sobre la mesa. Cuando se lee “el loable compromiso de Sare, si quiere ser un referente ético para la convivencia, debe proclamar públicamente y también exigir a quien corresponda el reconocimiento del daño injustamente causado durante largos años”, puede servir.

Aunque también sería de justicia recordar las palabras de Pernando Barrena en Barcelona, en noviembre de 2012… y ante un grupo de víctimas del terrorismo. El de la banda terrorista ETA y también de grupos de extrema derecha, que también cometieron asesinatos.

 

 

 

 

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