05 agosto 2014 (04.08.14)
Lo que Rajoy
no leerá
Florencio Dominguez
El día de San Ignacio, el lehendakari se detuvo unos
minutos a charlar con representantes de Etxerat, la asociación de familiares de
presos de ETA, que esperaban a la comitiva de autoridades que se dirigía a la
basílica de Loiola para dejarse ver y publicitar sus reclamaciones. El jefe del
ejecutivo se comprometió a entregar al presidente del Gobierno español, Mariano
Rajoy, el informe semestral elaborado por Etxerat.
Iñigo Urkullu, en Loiola, puso también como ejemplo
de lo que debe ser el comportamiento de los presos al ex miembro de ETA Ibón
Etxezarreta, que mostró su arrepentimiento por haber intervenido en el
asesinato de Juan María Jáuregui y participó en el acto de homenaje a su
víctima. Recientemente, el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, ha
puesto también como modelo la actuación de otro recluso, Asier Arronategui, que
obtuvo la libertad condicional después de hacer ante notario una declaración de
arrepentimiento y alejamiento de la violencia.
En el informe de Etxerat que el lehendakari quiere
llevar a la Moncloa
no se puede encontrar ninguna referencia a Etxezarreta ni a Arronategui.
Tampoco a ninguno de los miembros de la ‘vía Nanclares’, los exetarras que se
desmarcaron de la banda realizando una crítica al terrorismo. Este grupo de
reclusos está desaparecido de los informes de Etxerat, incluso en la
estadística de presos. Los de Nanclares no son contabilizados. Los informes de
la asociación de familiares sólo mencionan la presencia de un recluso de ETA en
la prisión alavesa de Zaballa. Entonces, por citar algunos nombres, ?dónde
cumplen condena Joseba Urrusolo, Carmen Gisasola, Idoia López Riaño, Rafael
Caride, Valentín Lasarte, el propio Etxezarreta o Kepa Pikabea?
Mariano Rajoy no podrá leer en el informe ninguna
información sobre aquellos presos que el PNV cree que deberían servir de modelo
para el resto de etarras encarcelados. Eso, sin embargo, no es grave porque el
presidente tiene sobrada información sobre los reclusos de Nanclares y sobre
los otros. Lo grave es que los familiares de los presos etarras que accedan al
informe tampoco tendrán información sobre el comportamiento de los reclusos de
la ‘vía Nanclares’, el comportamiento que la sociedad valora de forma más
positiva, porque la asociación que dice representarles sólo se ha ocupado de
los internos que se mantienen fieles a la ortodoxia oficial del colectivo,
contribuyendo a marginar a los disidentes.
Para lograr cambios en la política penitenciaria, a
lo mejor resulta más efectivo convencer a los familiares para que animen a sus
allegados presos a dar pasos en la línea del reconocimiento crítico de su
trayectoria terrorista que llevar a Madrid el informe parcial de Etxerat.
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