domingo, 11 de enero de 2015

11 enero 2015 (5) La Vanguardia

11 enero 2015

España extrema la vigilancia sobre los yihadistas retornados
Un número indeterminado de extremistas concentra el peligro potencial 
Un retornado francés o alemán puede pasar a Catalunya en una célula que cree segura 
Se calcula que Europa hay 600 retornados de Siria e Iraq que pueden actuar



Policía, Guardia Civil, CNI y Mossos d'Esquadra han redoblado coordinadamente y hasta donde permiten la ley o las órdenes judiciales la vigilancia sobre un número no revelado de personas que por sus investigaciones en todo el territorio español cumplen con el perfil de terrorista yihadista similar a los que mataron anteayer en París. 

Un cálculo policial, ya adelantado por este diario, señala que en el área de Barcelona hay detectadas unas cien personas que cumplen con los rasgos psicológicos de los extremistas que pueden pasar a la acción del mismo modo que ocurrió en París, Boston, Londres o con Mohamed Merah en Toulouse en el 2012.

Los sucesos de París han elevado el grado de alerta español y europeo. Los ministros responsables de la seguridad de los países de la UE ya hablan de la amenaza yihadista en términos muy similares a los que hasta ahora sólo se escuchaban en voz baja de boca de los policías que se enfrentaban a diario y en la calle con el problema. De hecho, Jorge Fernández Díaz instará hoy en París, en la reunión de homólogos convocada, la búsqueda de nuevas medidas que den mejor respuesta al terrorismo internacional y que puedan homogeneizar la respuesta judicial en la UE contra este terrorismo global. 

Un alto especialista miembro del Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA) ha resumido así para La Vanguardia la situación del terrorismo islamista en España: "Actos terroristas como los de París son siempre posibles en cualquier parte del mundo y desde luego lo son España. Por mucho despliegue que hagamos no hay garantía absoluta de que podamos evitar que una, dos, tres o cuatro personas, enajenadas y fanatizadas por el yihadismo, consigan unas armas en el mercado negro y provoquen una tragedia. Este es el riesgo de esta guerra global en la que estamos inmersos. Incluso ahora, tenemos que valorar que una perversa pugna por sembrar más terror entre el Estado Islámico y Al Qaeda juega en nuestra contra. No obstante, desde los atentados del 11-M del 2004 en Atocha es un hecho que España se ha preparado mucho para afrontar el terrorismo islámico", añade el experto consultado.

En el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA) no se oculta la amenaza terrorista española matizada por el secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez, que, sin quitar hierro al asunto, puntualiza que es de tipo "general y no concreta y singular". 

Ciertamente, no existe una institución española directamente amenazada por los líderes yihadistas (lo estuvo la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo por Mohamed Achraf y su grupo), pero hay profusión de vídeos procedentes de Al Qaeda, de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), del EI y de los talibanes desde Afganistán y Pakistán que hablan de la reconquista de Al Ándalus por la fuerza. Por esa razón, por informaciones propias y por otras suministradas por la CIA desde Estados Unidos esta pasada Navidad, los grupos antiterroristas de la Guardia Civil consideran que lo prudente es pensar y actuar como si la citada amenaza fuera firme y específica.

De hecho, informes confidenciales al respecto que maneja Interior señalan claramente la detección en España de las personas sobre las que se ha redoblado discretamente la vigilancia. En los citados informes los definen como "individuos autorradicalizados", terroristas súbitos potenciales o los erróneamente llamados "lobos solitarios" -pues lo único que no se sienten es solos sino parte de una gran coalición-, muchos de los cuales son retornados, es decir los que han acudido voluntariamente a colaborar con el EI y luego han regresado a Europa ya entrenados para matar.

Estos retornados forman el llamado "ejército invisible" que campa por Europa y constituyen el peligro próximo y objetivamente más real al que se enfrentan las policías europeas. La seguridad del Estado calcula que en Europa circulan unos 600 retornados que corresponderían al 20% de los 3.000 voluntarios que habrían acudido al EI desde la UE. "Son centenares los que están en estos momentos por Europa -afirmó el ministro español del Interior-, y se pueden activar en cualquier momento como actores solitarios o integrados en células o en grupos mínimamente estructurados, y producir atentados tan trágicos como el que vivimos anteayer en París".

No obstante, las cifras oficiales son aproximadas, pues no se tiene el dato exacto de los que han salido ni de los que han retornado. Es una presunción -admiten los agentes- suponer que los que regresan lo hacen al mismo país del que han salido. Vuelven en busca del mejor cobijo y una vez en el espacio Schengen pasan fronteras, de tal suerte que un retornado francés o alemán puede instalarse en Catalunya en el seno de una célula de extremistas que supone segura. Por esa razón no es posible saber cuántos retornados hay en cada país, y el hecho de que de España hayan sido detectados una decena debe tomarse como un dato orientativo.

Así las cosas, la vigilancia se ha incrementado. Una tupida red preventiva de la Seguridad del Estado vigila camuflada el extremismo islamista en España y Catalunya con la colaboración, bajo supervisión española, de otras policías extranjeras. 

"El caso de Marruecos en la colaboración en las investigaciones sobre islamismo es muy de destacar", en palabras de la fiscal de la Audiencia Nacional, Dolores Delgado. Esta activa red de vigilancia policial ha evitado atentados en España y fuera de ella, tal como desveló James Comey, director del FBI, el 10 de enero de hace dos años durante un balance de la colaboración policial entre ambos países. 


Comey reveló que la coordinación bilateral había frustrado numerosos atentados terroristas en Estados Unidos, España, Oriente Medio, África y Asia, entre ellos, un plan de Al Qaeda para utilizar aviones pilotados por control remoto (drones) para hacer llegar explosivos hasta sus células en España.

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