miércoles, 27 de julio de 2016

27 julio 2016 El Periódico de Catalunya (opinión)

27 julio 2016



Se avecinan tiempos difíciles
Eligen Francia porque constituye un laboratorio idóneo para su estrategia: dividir a todo un país frente al terror

Andreu Claret (Periodista)

El último atentado cometido en Francia es tan elemental en su ejecución como endemoniado en su planificación. Degollar a un sacerdote de 84 años, en una diócesis de provincias está al alcance de cualquier malnacido. No requiere más que un  incubado durante años de salafismo medieval, un cuchillo y una operativa suicida que llevó a los dos terroristas a salir al atrio de la iglesia sabiendo que iban a ser abatidos. Hasta aquí, el acto criminal de dos 'soldados' de Estado Islámico (EI) que seguían la consigna dada en el 2014 por el portavoz de la organización, Abu Mohammed al Adnani: «Si podéis matar un impío norteamericano o europeo, y especialmente un malévolo e inmundo francés (…), hacedlo de la manera que podáis. Rompedles la cabeza con una piedra, degolladles con un cuchillo, atropelladles con un coche o envenenadles».
Sin embargo, no creo que asesinar a un sacerdote francés mientras oficiaba haya sido solo una idea de estos dos desgraciados. Más bien parece fruto de una decisión estratégica de profundo alcance. Matar para provocar el terror y para fracturar nuestras sociedades. Para provocar una reacción social contra la comunidad musulmana que dé una dimensión social al conflicto. Conseguir que esto ocurra constituye el objetivo político principal de EI.
La fobia de Al Adnani contra los franceses es instrumental. Táctica. Otros países han sido más activos en los bombardeos. ¿Por qué Francia? Porque constituye un laboratorio ideal para poner a prueba esta estrategia. Los yihadistas llegaron a esta conclusión cuando vieron lo que ocurrió en el 2012, cuando Mohammed Merah mató a siete personas en Toulouse, entre las cuales tres niños de una escuela judía. Vieron a un país dividido como ningún otro frente al terror. Saben que esta división es el primer paso para provocar la ruptura social a la que aspiran.

Fractura social

Este nuevo crimen no ha sido una casualidad. La muerte del párroco se produce en una sociedad traumatizada por los 230 muertos de los últimos cuatro años. En Alemania o en el Reino Unido, los atentados dan alas a la extrema derecha. Pero en ningún otro país existe una división tan profunda, que no solo es política sino también social. Francia es la sociedad más dividida. Y nada podía dividirla más que un atentado tan simbólico, cometido en un templo católico. Marine Le Pen, que cada año honra a Juana de Arco, no ha tardado ni tres horas en tuitear: «¡despertad franceses!». Y Nicolas Sarkozy, que tanto contribuyó a agitar el avispero libio, ha reclamado dejar de lado 'las argucias jurídicas'. Sin un palabra de apoyo a la acción del Gobierno. Sin ninguna apelación a la unidad. Otra victoria para EI.
Lo ocurrido en las últimos semanas, en Orlando, Niza, Bagdad o Ansbach, prueba que EI vuelve a sus orígenes. Multiplica los atentados a medida que su Califato pierde territorio. Ante esta situación, lo primero que debiera decir cualquier político que no pretenda pescar en río revuelto es que vendrán tiempos difíciles. Van a proliferar los intentos de golpear a nuestras sociedades. Con modalidades diversas. Activando lobos solitarios y planificando actos de mayor envergadura.
No será fácil actuar para las policías ni para la justicia, cuya acción, por supuesto, tiene que mejorar. No se entiende, por ejemplo, que uno de los asesinos de Rouen estuviera solo sometido a vigilancia con una pulsera, después de haber intentado viajar a Siria. La acción contra EI tiene muchas dimensiones. Pero todas fracasarán si proliferan soflamas que dividen en busca de cuatro votos. Porque la división y la fractura serían una victoria para los terroristas.

Opinión:

Sinceramente, cuando leo que cometer un atentado “tan elemental en su ejecución como endemoniado en su planificación. Degollar a un sacerdote de 84 años, en una diócesis de provincias está al alcance de cualquier malnacido” no veo la diferencia entre el asesinato de un sacerdote y el de cualquier ciudadano a causa de los atentados de las bandas terroristas de ETA o de GRAPO.
Para asesinar de un tiro en la nuca o ametrallando un coche solo hace falta el deseo de matar al prójimo despojándole de su calidad de ser humano. Lo mismo que realizan los “soldados” o los “lobos solitarios” o como queramos llamar a estos asesinos.
Que estos atentados sean un motivo para el resurgir de la extrema derecha tampoco es ninguna sorpresa. Ya lo vivimos en este país llamado España cuando ciertos personajes (escudándose en “las” víctimas del terrorismo) organizaron manifestaciones “supuestamente contra ETA” que derivaron en encuentros de ciertas ideologías radicales.

Por suerte, muchas víctimas vimos la estrategia mucho tiempo atrás…

No hay comentarios:

Publicar un comentario