sábado, 17 de agosto de 2024

16 agosto 2024 ABC (opinión)

 

 

16 agosto 2024 ABC

 


Una novela para curar la herida de los atentados del 17-A: «No me siento víctima, pero no me lo quito de la cabeza»

Manel Bosch, un agente de la Guardia Urbana que vivió desde primera línea la matanza yihadista de La Rambla, rememora en un libro «el día en que Barcelona lloró sangre»

El 17-A, cuyo séptimo aniversario se acerca, marcó un antes y un después en Barcelona. Y como no podía ser de otra manera marcó también a Manel Bosch, un agente de la Guardia Urbana que ese día estaba en lo más alto de La Rambla cuando la furgoneta que conducía Younes Abouyaaqoub se adentró a gran velocidad, y durante unos 800 metros, por la que es una de las vías más emblemáticas de la ciudad.

En esa jornada fatídica Manel se hizo viral por cómo mecía a un bebé lloroso y también por aparecer atendiendo a otra víctima en una de las rompedoras imágenes dejó del atropello múltiple, que ABC escogió para su portada. Siete años después, con la masacre muy presente, presenta 'Tu soldado', una novela autoeditada, disponible en Amazon a partir del 17 de agosto, plagada de vivencias con la que ha querido cerrar heridas.

«No me considero una víctima del 17-A, porque no quiero, pero yo no me lo quito de la cabeza», confiesa en una entrevista con ABC desde la misma Rambla. El libro arranca precisamente allí, a las 16.50 horas de ese 17 de agosto de 2017, con una repentina multitud corriendo a gritos y el escalofrío que él sintió y que, sin la más remota idea, le hizo presagiar algo grave. En nada Manel y su compañero de patrulla estaban protegiendo a los heridos en un paseo que había quedado en silencio. «Hice mi trabajo», recuerda él, que reconoce que, en su día a día, se suele encontrar con vidas por salvar y que, como dicen entre compañeros, «en la ducha se tiene que quedar todo para estar fuertes al día siguiente».

Dos 'flashes' imborrables

Con el 17-A eso fue imposible, por las múltiples imágenes, e incluso olores, que todavía a día de hoy tiene en la mente. Manel no necesitó ayuda psiquiátrica pero tiene frescos, como el primer día, dos 'flashes' de los que al principio no podía ni hablar. Una es «la del 'Principito', un niño que tenía toda la vida por delante» y que a él, como padre, le rompió, y tampoco olvida a los gritos de una mujer «agonizando, a la que le quedaban uno o dos minutos de vida y a la que ya era imposible ayudar».

Pasado el tiempo, Manel intentó contactar con la familia del bebé que achuchó pero hasta ahora ha sido imposible, «quizás porque ellos han querido borrar el 17-A», pero para ellos, y para el resto de víctimas, tiene un mensaje claro: «Me gustaría que sepan que lo dimos todo por ellos. Lo que pasa es que no pudimos evitar, por los medios que teníamos en ese momento, lo que pasó. Y esa es la rabia y la impotencia más grande que te queda».

Así, a pesar de refugiarse en la familia, pasaban los días y se le hacía difícil «ver que todo seguía igual», algo por lo que empezó, en noviembre de 2017, a escribir. «¿Quién dimitió por el atentado? Nadie, pero un político debe asumir responsabilidades», se queja. Manel, que ahora es delegado de la sección sindical de CSIF en la Urbana, lo ejemplifica recordando la reclamada instalación de bolardos, aconsejada en diciembre de 2016 y que en La Rambla llegaron un año después, tras el 17-A.

El urbano también lamenta que desde junio de 2015 España vive en una incesante alerta 4, de 5, por terrorismo. «Han pasado nueve años: un policía no puede asumir esa intensidad y no puede estar con ese nivel de estrés», se queja, reconociendo que se han puesto más medios pero faltan muchos más. Manel tampoco puede olvidar del «vaivén de 'ahora somos policías buenos, ahora malos'», especialmente por cuestiones políticas que manchan a su cuerpo.

Sea como sea, Manel tiene claro que en los últimos años «estamos a peor a nivel de seguridad y no se están tomando las decisiones que se necesitan» y lamenta que los políticos a menudo juegan más a un circo que a tratar de mejorar la vida de los ciudadanos. En su libro explica historias basadas en hechos reales sobre la prostitución o la violencia de género que, por el mismo hecho de que sigan ocurriendo, dan mucho que pensar. «A día de hoy un delincuente no tiene miedo ni a la policía ni a las repercusiones que pueda tener», sentencia.

Opinión:

Será interesante leer el libro de Manel Bosch, eso lo doy por descontado. Y por ello, esperando que pueda leer esta opinión, me gustaría decirle que no se es víctima del terrorismo “porque se quiera serlo o no”, sino que es el Ministerio de Interior quien tiene la decisión de otorgar ese reconocimiento. Si el señor Bosch no quiere ser víctima está en su pleno derecho a decirlo y es su decisión, pero la frase “no me considero una víctima del 17-A, porque no quiero” no es demasiado correcta… hay muchos casos del 17-A de personas que cumpliendo los requisitos que marca la legislación no han sido reconocidas como víctimas del terrorismo, pese a quererlo. Si un día lo desea, lo podemos hablar tranquilamente.

Por otro lado, en cuanto a su intento de contactar con la familia del bebé al que achuchó pero hasta ahora ha sido imposible, cuando dice que «quizás porque ellos han querido borrar el 17-A». me gustaría poner a su disposición los 68.000 folios del sumario porque, entre esos miles de folios, se encuentran los datos de la familia de Julian Cadman, el niño australiano de siete años asesinado y también los de la familia de Xavi Martínez, el niño de Rubí de tres añitos.

En su declaración, el señor Bosch no dice cual de los dos niños puede ser al que achuchó pero debo recordar que Julian Cadman acabó muriendo atendido en una farmacia de La Rambla junto a Silvia y Marta, dos víctimas presenciales a las que, abundando en lo comentado en el párrafo anterior, el Ministerio de Interior no ha reconocido como víctimas aportando unos argumentos absolutamente surrealistas.

Todo ello lo podemos comentar tomando unos cafés.

Quedo a su disposición.

 

 

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