jueves, 19 de marzo de 2015

19 marzo 2015 (6) ABC

19 marzo 2015



Túnez, principal vivero de yihadistas de Estado Islámico para Libia, Siria e Irak

Extremistas tunecinos perpetraron algunos de los atentados más sangrientos





Tras imponer una especie de dictadura laica de corte árabe, el presidente Ben Alí reprimió sin piedad a los islamistas durante sus años en el poder. Las cárceles eran enormes ollas a presión donde los barbudos, culpables o no de los delitos que se les imputaban, rumiaban su venganza. Su oportunidad llegó con el triunfo de la revolución de 2011, la huida a Arabia Saudí del mandatario y la salida de las cárceles de cientos de los perseguidos por el tirano. Abú Iyadh Uno de los principales líderes yihadistas logró escapar de una mezquita cuando fue rodeado.

Soplaban nuevos aires de libertad llegados con la entonces esperanzadora Primavera Árabe, que tuvo su germen precisamente en Túnez. Pero frente a los que se manifestaron en la calle –más de 300 murieron– por el triunfo de un nuevo país bajo las leyes de los hombres, pronto surgieron los que, aplastados bajo la bota del sátrapa durante años, querían imponer las leyes de su Dios. Tanto en casa como más allá de sus fronteras.

Túnez es hoy el primer exportador del mundo de terroristas extranjeros a las filas del Estado Islámico (EI), aunque el principal grupo yihadista local, Ansar Sharía, no ha anunciado oficialmente su alianza con el califato impuesto en tierras de Siria e Irak.
El Gobierno tunecino estima que entre 1.500 y 3.000 tunecinos luchan en ese frente de Siria e Irak, esencialmente en las filas del EI. El Ministerio del Interior calculaba ya hace un año que se había impedido la salida de unos 8.000 yihadistas con las mismas intenciones y que unos 400 combatientes habían regresado al país.

La Alta Representante de Política Exterior y Seguridad Común de la UE, Deferica de Mogherini, reconoció el martes que es necesario reforzar la cooperación en la lucha antiterrorista con países como Túnez y otros de la región. Lo dijo en Bruselas junto al ministro de Exteriores tunecino, Taieb Baccouche, que ayer insistió en París en que Libia es el origen del terrorismo que sacude su país.

Campamento en Libia

Un importante número de tunecinos se ha unido a la lucha en la caótica postrrevolución de Libia, donde sí actua el Estado Islámico. Un portavoz del Ejército libio explicó a finales de febrero que el principal campamento del EI en ese país se encuentra a unos 45 kilómetros de la frontera tunecina y que muchos de los 3.000 o 4.000 terroristas que lo habitan son de esa nacionalidad. También hay tunecinos combatiendo en el este de Libia, cerca de la ciudad de Derna, bastión del EI. Este martes las autoridades tunecinas anunciaron el desmantelamiento de varias células de reclutamiento de combatientes con destino al frente yihadista libio. Los detenidos, entre los que hay estudiantes o funcionarios, serían una veintena. Lo que elevaría a unos 400 los arrestados desde que el pasado febrero tomó posesión el nuevo Gobierno, que reconoce que tiene en el control de la frontera con Libia una de sus principales asignaturas pendientes para evitar el flujo de terroristas.

Pero también dentro de territorio tunecino la ebullición se ha mantenido desde que en enero de 2011 cayó Ben Alí. A las pocas semanas nació la marca yihadista Ansar Sharía, de importante implantación en Libia. Más allá de tratar de imponer con fanatismo su visión de la ley islámica, fue radicalizándose hasta convertirse en el grupo terrorista que ha puesto en jaque a las autoridades del nuevo Túnez, que la declararon entidad terrorista en 2013. Desde entonces su amenaza y ataques se han extendido por diferentes regiones.

Su principal líder es Abú Iyadh, un conocido radical que pasó por Gran Bretaña, Bélgica o Afganistán antes de ser uno de los presos agraciados con la libertad en su país a principios de 2011. Bajo su mando se llevó a cabo el ataque a la embajada de Estados Unidos en la capital tunecina en septiembre de 2012 o los intentos de hacerse con el control de la vida universitaria tratando de imponer el niqab, vestimenta rigorista, entre las estudiantes. Iyadh logró escapar de la mezquita Fath del centro de la capital, uno de sus feudos, cuando decenas de agentes lo tenían rodeado, lo que evidenció un importante fallo de las Fuerzas de Seguridad locales.


Fueron hombres de Ansar Sharía también los que en 2013 y en dos ataques distintos acabaron a balazos con la vida de dos conocidos opositores de izquierdas, Chokri Belaid y Mohamed al-Brahmi. La muerte de ambos fue reivindicada por la brigada Oqba Ibn Nefaa de Ansar Sharía. Junto a los políticos, las Fuerzas de Seguridad han sido el principal objetivo de los ataques terroristas llevados a cabo en el país en los últimos cuatro años. Ahmed Rouissi, uno de los terroristas más buscados del país, acusado de asesinar a Belaid, fue dado por muerto el martes en Libia. Abú Iyadh y otros cientos mantienen en pie su amenaza y, como ayer en la capital tunecina, muy probablemente volverán a intentar nuevos ataques.

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