lunes, 27 de noviembre de 2017

27 noviembre 2017 (2) El Correo

27 noviembre 2017



La financiación del terrorismo
El islamismo radical está viendo cómo caen sus ingresos a medida que el ISIS cede terreno en Irak y Siria, mientras los atentados de bajo coste aumentan en Occidente

La quinta edición del Índice de terrorismo global (2017), destaca alentadoramente un punto de inflexión en la lucha contra el islamismo radical. Las estadísticas muestran un descenso en el número de muertes consecuencia de ataques criminales de naturaleza política, hasta las 25.673 víctimas, un 22% menos que en su máximo de 2014. ISIS (Estado Islámico) ha sido el grupo más sanguinario en 2016, autor de 9.132 muertes, un 50% más que en 2015.
Boko Haram (cuya denominación actual es ‘Wilayat al Sudan al Gharbi’), los talibanes y Al Qaeda, registran menor número de víctimas mortales que en 2015. Comencemos señalando que, a diferencia de lo que sucede en las zonas geográficas donde se desarrollan los grandes conflictos, el coste de los recientes ataques terroristas en Europa y otros países de la OCDE ha sido despreciable. La mayoría han sido autofinanciados, no superando los 10.000 dólares por acción. Alternativamente, en el resto del mundo los grandes grupos terroristas disponen de importantes redes de financiación.
ISIS es el grupo terrorista más cruento y a la vez el que dispone de mayores recursos económicos, mediante una estrategia de autofinanciación en los territorios bajo su control. Las cifras se han reducido drásticamente, debido a los importantes reveses bélicos sufridos en territorio iraquí y sirio. Con todo, la recaudación de la organización ha ascendido a 2.000 millones de dólares en 2016, la mitad de los cuales proceden de la venta del petróleo en sus territorios de implantación. Referente a las otras organizaciones, las estimaciones presupuestarias hablan de 400 millones de dólares para los talibanes, 250 millones para Al Qaeda y 25 millones para Boko Haram.
Los talibanes operan básicamente en 171 de los 398 distritos administrativos de Afganistán. Los ingresos procedentes del comercio del opio y la heroína suponen la mitad de su financiación. Los impuestos gravados en las áreas de su control son la segunda fuente, con bases imponibles como las cosechas o las propiedades y riquezas del contribuyente. Junto a una extorsión creciente, existen indicadores fiables acerca de importantes donaciones procedentes de los Países del Golfo (Catar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Bahréin), incluidos prominentes saudís sometidos a investigación por sus ayudas a Universidades, escuelas coránicas y mezquitas para la difusión de la teología radical (wahabismo) en la región. El wahabismo destaca por su rigor en la aplicación de la ‘Sharía’ y por su espíritu expansionista mundial.
La financiación de Al Qaeda estuvo atendida en sus inicios por su fundador, el millonario Osama Bin Laden y por las generosas donaciones de personas u organizaciones puntuales de los Estados árabes del Golfo. Con su expansión, el grupo disponía de una tupida red de donantes, con procedencia de organizaciones civiles, mezquitas, bancos y foros digitales. Esta fuente ha ido cediendo su importancia y el grupo ha tenido que apelar a secuestros, atracos y al tráfico de drogas.
A diferencia del resto de organizaciones criminales, Boko Haram se financia de acciones puntuales y descentralizadas que dejan en manos de sus comandantes la responsabilidad de sus finanzas. Junto a los secuestros, la extorsión y los atracos, Boko Haram recibe fondos de Al Qaeda con alguna periodicidad.
La ‘Coalición Global’ de 74 países surgida para combatir en el frente fundamentalmente bélico al islamismo radical está llevando a cabo un progresivo desmantelamiento de las redes e infraestructuras financieras del Estado Islámico. Hasta principios de 2017 la coalición había destruido más de 2.600 puntos relacionados con la extracción, refino y venta de crudo. Demoliendo más de 25 macrodepósitos de efectivo, ha hecho desaparecer varios cientos de millones de dólares en billetes. Dado que el terrorismo islámico ve recortadas sus fuentes tradicionales, se ve obligada a desviarse a las ya repetidas partidas consistentes en la extorsión, el tráfico de drogas y las donaciones de terceros.
Paralelamente, las resoluciones de Naciones Unidas, así como otras de la Unión Europea dirigidas a impedir el blanqueo del terrorismo en los países occidentales, asfixian progresivamente la existencia de este tipo de financiación criminal.
Los datos distan de ser tranquilizadores. Los atentados de bajo coste aumentan en Occidente. Y el mundo de los países en desarrollo sigue siendo una olla en ebullición. Desde el viernes, una vez más el mundo entero asiste conmovido a la masacre producida en el templo sufí de Bir al Abed, al norte egipcio del Sinaí. En suma, la barbarie yihadista disminuye en número pero crece en crueldad


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