miércoles, 23 de noviembre de 2011

07 noviembre 2010 El Correo Español


07 novembre 2010

La temàtica terrorista ha estat sempre present en la vida quotidiana al Pais Basc. Cada cop que apareix una noticia en Robert ha estat consultat i sempre ens ha atès amb la seva acostumada cordialitat.
Una mostra es la informació apareguda el 7 de novembre de 2010 a “El Correo” presentada per Olatz Barriuso.

Las instituciones vascas celebrarán el Día de la Memoria cada 10 de noviembre, única fecha del calendario en la que no ha habido atentados

“En el País Vasco lo están haciendo muy bien, se ha notado un profundo cambio”, señala De Lama
“Muchas personas que han sufrido un atentado tienen problemas para acceder a una vivienda”, dice Puelles
“Apenas existen víctimas de ETA por reconocer. Quedan algunas del GRAPO y de la extrema derecha”, cree Manrique

Las instituciones vascas conmemoran el miércoles el Día de la Memoria en recuerdo de todas las víctimas del terrorismo. Se repetirá cada 10 de noviembre, única fecha del calendario en que no ha habido atentados, “ningún negro aniversario que lamentar”, según el acuerdo nacido en el Parlamento vasco. Una jornada de homenaje jamás será suficiente para paliar el dolor causado por ETA y otros grupos violentos durante casi media década de actividad cruel y asesina. Como cuatro testimonios de sus miles de víctimas tampoco bastan para retratar el sufrimiento. Pero sí sirven para dibujar experiencias inimaginables para quien no las ha padecido en primera persona.

Jesús de Lama | Gerente de la Fundación Jiménez Becerril
“La reivindicación está definitivamente atendida”

Lo cuenta Jesús de Lama, gerente de la Fundación Jiménez Becerril, un organismo de carácter público impulsado por el Consistorio sevillano y en el que participan también el Parlamento andaluz, la Diputación provincial, el colegio de abogados y procuradores -la profesión que desempeñaba Jiménez Becerril- y una entidad financiera. En el puesto que ocupa desde hace tres años, De Lama ha tenido ocasión de conocer de cerca las necesidades de las víctimas del terrorismo.

Él cree que, pese a la división en el seno del colectivo -una parte minoritaria de los ‘damnificados por ETA se muestra especialmente activa estos días contra el Gobierno ante lo que consideran una nueva “tregua trampa” de la banda-, “y aunque quedan pasos por dar, la reivindicación genérica e histórica de las víctimas de memoria, verdad y justicia, está definitivamente siendo atendida”. En cuanto a las voces divergentes, De Lama se felicita de que las opiniones “por suerte sean libres”, convencido de que el universo de las víctimas se va asimilando cada vez más a “un mundo heterogéneo y diverso, que es la representación más rica y plural de la sociedad democrática”.

A juicio del gerente de la fundación sevillana, el Día de la Memoria resultará reconfortante para quienes perdieron a un familiar por el zarpazo de la banda terrorista porque las ayudas materiales no bastan para resarcirlas; necesitan «reconocimiento social y vital». «Y eso en el País Vasco lo están haciendo muy bien, se ha notado un profundo cambio», se felicita. «Nadie puede hablar por una víctima. Por eso es tan importante que una sociedad que ha sido testigo y objetivo de tanto dolor se pare por un día para reflexionar y acompañarlas».

Josu Puelles | Hermano del inspector Eduardo Puelles, asesinado por ETA
«Los afectados necesitan ayudas de otro tipo»

Puelles está satisfecho con la respuesta «muy acertada y adecuada» que desde hace unos años el entramado institucional y la sociedad civil dan a las víctimas y con la deslegitimación social del terrorismo, «sobre todo con el Gobierno de López». No obstante, echa de menos que los avances institucionales y legislativos se traduzcan también en un reglamento que desarrolle de forma efectiva todos los aspectos legales, algunos de ellos sin aplicación, como la discriminación positiva para dar entrada a los damnificados por el terrorismo en el mercado laboral. «Además del reconocimiento, las víctimas necesitan ayuda de otro tipo para conseguir trabajo o acceder a una vivienda. Existen todavía reticencias que impiden que la ley se desarrolle en toda su amplitud. Son muchas las personas que han sufrido un atentado o violencia de persecución que tienen problemas para acceder a una vivienda asequible. Los problemas comienzan cuando uno cierra la puerta de su casa, y más si la víctima pretende cambiar, por ejemplo, de domicilio. Al final, algo que no ha sido voluntario por tu parte se convierte en una losa», lamenta.
El hermano del inspector asesinado reconoce «preocupación» en los afectados por la respuesta que el Estado de Derecho pueda dar a los movimientos que se atisban en el mundo de ETA y Batasuna. Dice seguirlos con una mezcla de «expectación, cautela y recelo», y advierte de que las víctimas no tolerarán ninguna «contraprestación política» a cambio de la paz.

Roberto Manrique | Superviviente del atentado de Hipercor
«Es momento de ir a por otras metas»

Manrique tuvo la fortuna de engrosar la lista de las 45 personas que resultaron heridas graves, de las que 22 quedaron inválidas. Su vida volvió a comenzar cuando ya había cumplido los 25 años y después de permanecer siete meses ingresado en un hospital hasta recuperarse de las múltiples quemaduras que sufrió en cabeza, rostro y una pierna. Una hepatitis contraída seguramente en sus numerosos pasos por el quirófano retrasó también un parte de alta que acabó por certificar una minusvalía por la pérdida del 70% de la fuerza en sus brazos.
Sus articulaciones nunca han sido las de aquel joven fornido, pero su cerebro salió fortalecido. «Nadie está preparado para sufrir un atentado, pero tienes que enfrentarte a ello», dijo a los pocos días de salir de la clínica que se convirtió en su hogar durante mucho tiempo. Y esa determinación le convirtió en adalid de los damnificados de Hipercor, en particular, y del terrorismo, en general. Después de pasar por varias asociaciones de víctimas, actualmente es coordinador del Servicio de Información y Orientación a Víctimas del Terrorismo del Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña (SIOVT).
Tras invertir casi la mitad de su vida -veintidós años- en la lucha por reivindicar los derechos de aquellos que sufrieron los efectos del terrorismo, cree que «mucho tiempo después» se ha conseguido «un reconocimiento moral completo» y es momento de «ir a por otras metas, a por otras reivindicaciones».
Invitado como representante de Cataluña a los actos del Día de la Memoria que organizan las instituciones vascas, estima que desde ellas se han dado muchos pasos; desde aquellos primeros de «un sí pero no» que inició la Administración de Ardanza a los actuales más concretos de Patxi López pasando por los también «tímidos» de Ibarretxe. «Con el PNV se tardó cierto tiempo, pero los reconocimientos se hicieron», matiza.
Las miras en un pasado reciente y en el presente se enfocan hacia cuestiones más administrativas. Y ahí Manrique lanza una reivindicación que él ha hecho casi ley. «Hay mucha gente que ni siquiera sabe que ha sido víctima del terrorismo porque nadie se lo ha comunicado. No le han dicho ni que lo que sufrió fue terrorismo». Su trabajo en Cataluña ha logrado materializar más de 300 casos. Ya existen pocos por ser reconocidos. «De ETA casi nadie. Quedan algunos de los GRAPO, la extrema derecha...», aclara.
El miércoles acudirá al Parlamento de Vitoria para disfrutar del homenaje a las víctimas. Dejará al margen cualquier posicionamiento partidista. «Cuando un político lo hace bien, se dice sea del partido que sea. Y cuando lo hace mal, también, independientemente de qué ideas defienda. Hay que diferenciar a las personas de los gobiernos o de los partidos», sostiene. Huye de sectarismos, algo que le hizo desmarcarse incluso de asociaciones mayoritarias que, en su opinión, olvidaron sus objetivos para girar hacia algunos colores.

Koro Arrieta | Viuda del jefe de seguridad de una fábrica asesinado
«Algo está cambiando, pero sigue habiendo miedo»

Koro se encontraba en el parque con sus dos pequeñas, de 9 y 2 años por aquellas fechas. Departía con unas amigas a apenas cien metros del lugar donde su esposo fue tiroteado. Llegó hasta él cuando todavía se aferraba a la vida, en medio de un charco de sangre. Murió minutos más tarde, en la ambulancia que lo trasladaba al hospital de Galdakao. Su esposa se encontraba junto a él en el vehículo.
Ha pasado mucho tiempo, pero la banda terrorista perpetuó el traumático recuerdo en la mente de Koro. La vizcaína, que tuvo que abandonar su pueblo para enraizar en la provincia de Alicante en busca de un futuro para sus niñas, no olvida que ETA truncó su vida y la de su familia, como tampoco olvida que nadie la ayudó, que ninguna institución se acordó de ella, que incluso sus vecinos y amigos le daban la espalda ateridos por el gélido frío con el que durante décadas la banda terrorista ha azotado el paisaje del País Vasco.
Estará en los actos de homenaje a las víctimas que tendrán lugar con motivo del Día de la Memoria. Este año no le sorprenderá tanto, porque son varias las iniciativas de ese tipo en las que ha participado en los últimos tiempos, lejanos ya de aquellos de abandono. «Nunca es tarde si el objetivo es sincero», sentencia desde su sencillez. Pero de su memoria no podrá borrarse aquella época «vergonzosa, en la que me dejaron tirada de la mano de Dios, cuando nadie dio la cara, cuando me negaron las becas del Gobierno vasco para mis hijas», a las que se vio obligada a sacar adelante con su propio trabajo y el apoyo de la familia.
Muchos años de olvido, de soportar miradas de curiosidad malsana, de gente a la que nunca hubiera adjudicado ese comportamiento, de oír risas a su paso, de saludos de compromiso... De falta de respaldo incluso en el homenaje con un monolito que hizo el Ayuntamiento a su marido y a cinco guardias civiles asesinados en su término municipal, un acto al que el pueblo dio la espalda, presa del pánico. Un sabor agrio que no le impide volver a Markina «unas dos veces al año» para ver a su anciana madre, «muy enferma». Un amor hacia su tierra que siempre ha querido transmitir a sus hijas, una nacida en Vizcaya.
Quiere pensar que «algo está cambiando», pero «poco, porque sigue habiendo miedo». Le encantaría decir que «ETA se ha acabado» para que sus hijas disfruten de un futuro «sin esa lacra» que marcó su vida.


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