jueves, 26 de enero de 2023

24 enero 2023 La Razón (opinión)

24 enero 2023 


 

Gregorio Ordóñez: un antídoto contra el olvido

La herencia que nos dejó fue su sacrificio por hacer del País Vasco y de España un mismo espacio de libertad.

Jorge Rodrigo es vicepresidente de la Asamblea de Madrid y presidente del PP en el distrito de Salamanca

Han transcurrido veintiocho años desde que la banda terrorista ETA asesinara a Gregorio Ordóñez. Un año más, como cada enero, familiares, amigos y compañeros del Partido Popular nos reunimos, junto al roble traído desde San Sebastián, en el parque que lleva su nombre en el madrileño distrito de Salamanca. Es este un homenaje que conmemora la figura de Goyo, la de una persona honesta, noble, honrada y valiente, con el que, además, tratamos de luchar contra el manto de olvido con el que el Gobierno de España y sus socios comunistas y separatistas pretenden volver a sepultar a las víctimas del terrorismo.

Gregorio Ordóñez es uno de los 853 asesinados por ETA, uno más de las 7.000 víctimas totales. Quienes lo conocimos aún tenemos muy presente su ejemplo de hombre sencillo y, a la vez, rotundo en sus valores. Por eso lo asesinaron. Porque no podían consentir que alguien como él ganase las elecciones en San Sebastián, porque esa era la única manera de callar lo que no se cansaba de repetir con claridad, orgullo y esa determinación que concede siempre la fe de la verdad: que se podía ser vasco y español.

A pesar de tanto sufrimiento, ahora, casi tres décadas más tarde, aunque duela reconocerlo, los asesinos han ganado políticamente mucho más de lo que pudieran imaginar entonces. Son demasiados los etarras acercados al País Vasco o que están en libertad, muchos de ellos recibidos como héroes en sus ciudades y pueblos. Sin ir más lejos, hoy los herederos de ETA son los socios parlamentarios del Gobierno de España.

Por razones como estas conviene tener muy presente la herencia que nos dejó Gregorio Ordóñez, su sacrificio por hacer del País Vasco y de España un mismo espacio de libertad. Si la primera responsabilidad de una sociedad con sus víctimas es combatir a sus enemigos, tenemos un gran compromiso por delante para preservar el recuerdo vivo de quienes trabajaron por la democracia y la unidad nacional, para que ganen la memoria, la dignidad, la justicia y la verdad. A pesar de la indignidad de este Gobierno, nuestra Nación tiene la obligación de compensar una injusticia histórica.

Que Gregorio Ordóñez sea siempre nuestra referencia moral y política, nuestro faro en los instantes de oscuridad y confusión por los que atraviesa España.

Opinión:

Recuerdo perfectamente el día en el que la banda terrorista ETA asesinó, en el Bar La Cepa, a Gregorio Ordóñez. Y recuerdo perfectamente cómo aquel atentado nos destrozó a los que, en aquel lejano 1995, estábamos en la antigua Asociación de Víctimas del Terrorismo.

Y lo recuerdo ahora, con el paso del tiempo, con la amargura de haber vivido todos aquellos años en primera fila contra ETA y sus colegas. Y lo recuerdo ahora con la amargura de la gran cantidad de atentados cometidos por la banda terrorista ETA (y otras de la misma calaña).

Y lo recuerdo ahora porque, no nos engañemos, aquellos años fueron los más dolorosos en la historia de la asistencia a tantas y tantas víctimas anónimas… por lo que ahora me asombra poder ver y escuchar a quienes se erigen como representantes de “LAS” víctimas hablando de aquellos años tan duros como si hubieran estado presentes en uno solo de aquellos momentos tan difíciles en los que vivimos tanto desapego social y, sobre todo, político. No vi a i lado ni a uno solo de los que ahora se llenan la boca hablando de “LAS” víctimas. Ni a uno.

Y en unos días como los de ahora, no puedo obviar otra cuestión: las declaraciones de la hermana o de la esposa de Gregorio Ordóñez. Solo ha bastado consultar alguno de los muchos tuits en los que aparecen las malditas (para algunos) hemerotecas.

Decía Consuelo Ordóñez que “Feijoó ha sido una decepción, un cínico, porque el PP ha acercado también presos de ETA al País Vasco”. “El PP ya no es el mismo”.

Decía Ana Iríbar que “mi marido sentiría vergüenza del Partido Popular”.

Ah, y conste que no estoy haciendo una valoración ni política ni partidista, simplemente estoy presentando datos.

Y decirle al señor José Rodrigo una cosita, así, de buen rollo: dice que “los asesinos han ganado políticamente mucho más de lo que pudieran imaginar entonces”. Pues no se si el señor José Rodrigo tendrá constancia de que uno de sus presidentes, concretamente el señor José María Aznar, dijo tan solo tres años después del asesinato de Gregorio Ordóñez que “el PP invita a los partidos a la unidad para un final dialogado de la violencia” o que “por la paz y sus derechos no nos cerraremos a la esperanza, al perdón y a la generosidad. Seremos coherentes”.

Aunque la frase más contundente fue aquella de que “siempre es mejor tomar posesión de un escaño que de una pistola. Ahora lo que hay que evitar es que se intente compatibilizar ambas cosas”.

Creo que el señor Jorge Rodrigo nació en 1973 por lo que ya tenía 22 años cuando la banda terrorista ETA asesinó a Gregorio Ordóñez. Desconozco si ya se dedicaba al mundo político pero, para ejercer cualquier profesión y más para una que es de dominio público, antes hay que leer.

 

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