domingo, 1 de diciembre de 2019

26 noviembre 2019 (2) Parlamento de Navarra (link)

26 noviembre 2019

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Hitzorduak lleva hasta el Parlamento los testimonios de Robert Manrique, víctima de ETA, e Idoia Zabalza, hermana de Mikel Zabalza


Unai Hualde apela a la mayoría social y a los compromisos programáticos de las diversas mayorías políticas para seguir avanzando hacia el logro de una convivencia democrática

El Parlamento de Navarra ha acogido hoy la tercera edición de Hitzorduak, una sesión de carácter ciudadano que, promovida por el Foro Social Permanente, quiere contribuir a reforzar la convivencia como paso intermedio hacia la “consolidación de una paz justa y duradera”. En este caso, la jornada ha estado dedicada a fomentar la escucha en cuanto actitud imprescindible para construir la convivencia.

El acto de apertura ha corrido a cargo de Unai Hualde, quien, a propósito del sentido de la reunión,Escuchar para construir la convivencia, ha subrayado la necesidad de “facilitar espacios de encuentro para, desde la empatía, promover la convivencia entre diferentes. Es obvio que en bastantes ocasiones el hilo conductor de los debates en esta Cámara se ha alejado mucho de esa pretensión y han tenido que ser los familiares, los amigos y amigas de las víctimas quienes, con su disposición y conducta, nos han dado una lección”.

Al hilo de lo apuntado y en su afán de “dar continuidad a los pasos emprendidos la legislatura pasada”, el Presidente ha apelado al “mandato de la mayoría social y a los compromisos programáticos que, elección tras elección, van conformando las distintas mayorías políticas” para corroborar que estamos ante un nuevo ciclo que “puede resultar decisivo en la construcción de una convivencia democrática”.

Así las cosas y aún a sabiendas que el trabajo con las víctimas no es una cuestión menor, sino de “enorme complejidad”, Unai Hualde ha invocado la función motor del Parlamento para, en cuanto “órgano representativo de la ciudadanía navarra”, identificar, percibir, entender y conducir las distintas sensibilidades sociales.

“Qué mejor que dar voz y altavoz a las experiencias de víctimas que, como Robert o Idoia, trabajan en favor de una reconciliación social, a pesar del dolor sufrido por la pérdida de familiares. Gracias por vuestra valentía y generosidad, por hacernos partícipes de vuestra dura experiencia vital, por vuestro ineludible compromiso con esta tan necesaria construcción social de la convivencia”.

A modo de colofón y después de poner en valor el papel del Foro Social Permanente como plataforma promotora de acuerdo, tolerancia, relación y entendimiento, el Presidente ha concluido destacando el “compromiso del Parlamento con la memoria, la verdad y la justicia para todas las víctimas de todas las violencias. Es momento de abrir mentes y oxigenar determinados discursos Sólo así una sociedad como la nuestra puede avanzar en materia de convivencia”.

Tras la presentación, Fernando Rey ha sido el encargado de introducir y contextualizar el diálogo entre dos víctimas de violencias antagónicas, pero de consecuencias similares en lo que a generación de dolor y quiebra social respecta. “Son un recuerdo permanente de lo que nunca debió ocurrir. Ellos no rompieron la convivencia, tan solo la sufrieron. Restaurar esa falla no es su labor, atañe a toda la sociedad, incluida la reivindicación de todos los derechos para todas las víctimas. Sin ánimo de comparar ni justificar, estamos ante dos ejemplos de vulneración de derechos humanos”.

Robert Manrique trabajaba como carnicero en el Hipercor de Barcelona el 19 de junio de 1987, cuando ETA hizo estallar una bomba (en el sótano del hipermercado) que causó 21 muertos y 45 heridos. Aquél día no le tocaba trabajar, pero le cambió el turno a un compañero. La explosión le quemó la cara, la cabeza, las manos, los brazos y parte de la pierna. Aún arrastra problemas en un riñón, pero las secuelas no le impidieron tomar parte en uno de los encuentros reparadores entre víctimas y victimarios que el Ministerio del Interior impulsó después de que en octubre de 2011 ETA anunciara el cese definitivo de su actividad armada. El 15 de junio de 2012 se entrevistó en la cárcel alavesa de Zaballa con Rafael Caride Simón, uno de los autores del atentado. Atendió su petición, lo escuchó durante dos horas, aceptó su “arrepentimiento por el dolor causado”, pero se negó a darle la mano, “porque no deja de tener 24 muertos a sus espaldas”.

“Después de tres días en la UCI me enteré que no había sido la explosión de una cámara frigorífica, sino un atentado. A partir de ahí, más aún cuando te das cuenta que el Estado no ayuda, los cambios son constantes. Yo, dentro de la desgracia, he tenido la suerte de tener un reconocimiento. Vosotros no, entiendo que lo exijáis. No se trata sólo de saber qué ocurrió, sino de saber el porqué. Robar los derechos a la gente por cualquier idea merece ser investigado. En mi caso el que la hizo lo pago, en el vuestro no”, señala Robert Manrique dirigiéndose a Idoia Zabalza.

“Hemos aprendido a vivir con lo que ha pasado. Pero en un colectivo tan amplio como el de las víctimas de la violencia la empatía surge del deseo de que no se repita. Yo, como víctima de ETA, no puedo obligar a que la legislación cambie en función de mis deseos. Podemos proponer, pero no exigir. Somos muchos los que estamos en esta línea. En Cataluña las víctimas de extrema derecha sí están reconocidas, tienen los mismos derechos que yo”.

“La revictimización, la victimización secundaria es constante. A nivel legal, de Administración, se están cometiendo los mismos errores de hace 40 años. La atención a las víctimas ha mejorado, pero hay que obligar a la clase política a legislar cosas útiles. Algunos lo intentan, pero desgraciadamente se tiende a legislar a cuatro años vista pensando en uno mismo, en mantener el escaño, en lugar de en la gente. Desgraciadamente hay personas incompetentes en puestos importantes, la inmensa mayoría coincidimos en esto”.

“ETA ya no está, ha costado mucho dolor, pero ya no está. Cuando intuyo que hay gente que añora aquello me duele. También me duele ver que hay uniformados que se extralimitan en sus funciones. Ha ocurrido también en mi tierra, pero ahora hay medios para ejercer un mayor control, para identificar. Hay que vivir tratando de transmitir lo qué pasó, pero evitando cualquier sentimiento de odio. Las víctimas de la violencia no se han tomado la justicia por su mano. Sociológicamente es algo digno de estudio. Los que más hemos puesto de nuestra parte para que esto acabe hemos sido los que hemos sufrido la violencia, en nuestro caso de ETA. ¿Cómo hemos conseguido dominarnos? Hablando. Aún falta un reconocimiento a ese comportamiento, que es lo que ha evitado que esto siga pasando”.

Idoia Zabalza es hermana de Mikel Zabalza, cuyo cadáver apareció hace 34 años en el río Endarlatza, después de haber estado detenido en el cuartel de Intxaurrondo de la Guardia Civil.

Su pesadilla comenzó el 26 de noviembre de 1985, cuando la Benemérita detuvo en Donostia a Mikel Zabalza junto a su primo Manuel Bizkai. También fueron arrestadas su compañera sentimental, Idoia Aierbe, y Ion Arretxe. En Orbaizeta fueron detenidos los hermanos de Mikel Zabalza, Patxi y Aitor, que serían puestos en libertad 10 horas después. A todos ellos se les aplicó la Ley Antiterrorista, por lo que fueron incomunicados.

Al día siguiente se informó de la desaparición de Mikel Zabalza. La versión oficial decía que se escapó lanzándose al río Bidasoa cuando se disponía a indicar a varios guardias civiles la localización de un zulo. Los días pasan, Mikel no aparece y cobra fuerza la hipótesis de que Zabalza ha muerto a consecuencia de las torturas sufridas en el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo.

“No somos ni capaces de describir cómo nos cambió la vida. Fueron muchos días esperando que no ocurriese lo que ya sabíamos que había sucedido –relata Idoia Zabalza–, que lo habían matado en el cuartel de Intxaurrondo. Luego hay que convivir con la rabia, el dolor y el abatimiento que, en nuestro caso, imponía el miedo. También reconfortados por el cariño y la solidaridad del entorno, del valle, del clamor de las calles, de algunas instituciones”.

“No hemos tenido derecho a la justicia, 34 años después seguimos en el mismo punto. La impunidad fue absoluta. El primer paso debe ser la verdad, que también repara. Es el principio del final del duelo. Nos hubiera gustado escuchar de los responsables la asunción de su responsabilidad. No buscamos venganza, sólo justicia. La presión del miedo no nos ha dejado odiar y cuando ha pasado el miedo quizás ya no podíamos. O quizás es que no somos de odiar”.

“No estamos en el mismo plano que Robert, porque no se nos reconoce el derecho a la reparación. En el caso de las víctimas de las fuerzas del Estado no hay manera de saber qué sucedió, están amparados por una ley de secretos oficiales del 68 que convierte el derecho en papel mojado. Este Parlamento aprobó una Ley que, evitando consecuencias jurídicas, trataba de llenar ese vacío y fue recurrida. No hay manera. Sin comisiones de verdad jamás vamos a poder avanzar. Estamos en la obligación de exigir a los políticos que legislen en ese sentido. No tengo ningún viso de esperanza. La amnesia no contribuye a la construcción de una sociedad sana”.

“En el caso de Mikel las torturas obedecían a instrucciones de los superiores que implicaban a todo el aparato. Era una práctica regular que ha durado hasta hace bien poco. A pesar de todo, hemos hecho nuestra vida, sabiendo que tenemos una deuda con nuestro hermano, aclarar lo qué ocurrió y depurar responsabilidades, pero sin retroalimentar el dolor”.

El Foro Social Permanente en Navarra reúne a entidades y personas con una larga tradición en la defensa de los derechos humanos, dispuestos a trabajar de forma inclusiva y horizontal en torno a cuatro ejes: desmantelamiento y desarme; integración de presos/as y huidos/as; promoción garantista de los derechos humanos; y fomento de la convivencia futura sobre unas bases justa de verdad y memoria.






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