14 febrero 2025
Una
bochornosa comisión del Congreso permite a un terrorista condenado acusar sin
pruebas al CNI
El
último gol del CNI al separatismo: así fue el proceso de «prospección» del imán
El Satty
El
CNI deja en evidencia al separatismo conspiranoico en la disparatada comisión
de los atentados del 17-A
Mohamed
Houli Chemlal cumple condena en prisión por los atentados terroristas en
Barcelona y Cambrils de agosto de 2017. A finales de noviembre de 2023, el
Tribunal Supremo confirmó su pena de 36 años como autor de los delitos de
pertenencia a organización terrorista; tenencia, depósito y fabricación de
sustancia o aparatos explosivos e inflamables de carácter terrorista y estragos
en grado de tentativa de carácter terrorista. El doble atentado provocó la
muerte de 16 personas y dejó más de 300 heridos.
Pese
a este siniestro historial, el terrorista traspasó ayer las puertas del
Congreso de los Diputados. Lo hizo esposado, vigilado por policías nacionales
armados y bajo un inédito dispositivo de seguridad. La obsesión del separatismo
contra el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) ha conseguido llevar por
primera vez a una comisión de la Cámara Baja a un terrorista condenado. Una
comisión a medida del prófugo Puigdemont para que los enemigos de España puedan
atacar a España. Allí Mohamed Houli Chemlal tuvo campo libre para amplificar la
teoría conspiranoica urdida por Junts. En concreto, acusó al CNI de permitir
que el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, montara la célula que terminó
atentando en Cataluña. Una acusación lanzada sin aportar ningún tipo de pruebas.
«El
CNI tenía conocimiento de las intenciones que tenía el imán y permitieron que
viniera y nos comiera la cabeza», indicó. Al no poder sustentar su acusación,
el terrorista se limitó a asegurar: «Lo digo ahora y no lo dije antes por temor
a represalias o que me pudiera perjudicar, pero ya estoy condenado y no tengo
nada que perder». Olvidó decir que la Audiencia Nacional le condenó en mayo de
2021; la Sala de Apelación ratificó la sentencia en julio de 2022; y el Supremo
la confirmó en noviembre de 2023. Ha tardado casi cuatro años en efectuar tal
afirmación, a instancias del partido de Puigdemont.
Los
portavoces parlamentarios (salvo los del PP, que abandonaron la comisión como
protesta) le preguntaron qué pruebas puede aportar para sostener esta
acusación, que coincide con la teoría de la conspiración que también alentó el
comisario jubilado José Manuel Villarejo, a lo que respondió: «Las pruebas no
las tengo que buscar yo». La diputada de Junts Pilar Calvo Gómez fue la única
portavoz que aprovechó la comparecencia del terrorista para hacer preguntas
extendiendo las dudas sobre la actuación del Estado y sobre la sentencia que
juzgó el atentado del 17-A.
La
hermana del yihadista
El
Debate aportaba ayer un elemento adicional. Coincidiendo con la disposición de
Mohamed Houli Chemlal a declarar para alentar la burda teoría de la
conspiración, la hermana del yihadista acaba de ser becada por el Ayuntamiento
de Ripoll, en manos de un partido independentista que también alentaba la
teoría conspirativa, para estudiar el grado de Enfermería.
Por
si fuera poco el nivel de surrealismo, el testigo que declaró haber visto huir
la furgoneta del imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, tras la explosión del
chalé de Alcanar (Tarragona) que tuvo lugar la víspera de los atentados del 17
de agosto de 2017 en Cataluña, plantó a la comisión. Esa supuesta huida del
cerebro del 17A, pese a que la Justicia le da por muerto en Alcanar, es otro de
los elementos claves de la teoría de la conspiración que busca apuntar al CNI.
Y en ella incidió también Mohamed Houli ante la comisión contestando con varios
«no lo sé» a preguntas sobre la supuesta desaparición de la furgoneta. «Dicen
que no saben si está muerto o no, yo tampoco lo sé», ha señalado sobre Es
Satty.
Y
es que esta comisión, impulsada por Puigdemont, ha tenido un efecto boomerang y
se ha vuelto contra los independentistas, por lo que estos necesitaban de un
golpe de efecto de cara a sus bases. De ahí, la solicitud de comparecencia del
terrorista. El primer gran revés fue la declaración, contundente y sin fisuras,
del exdirector del CNI, General Félix Sanz Roldán. Otro testimonio demoledor
para los intereses independentistas fue el del entonces responsable de los
Mossos, Mayor Josep Lluís Trapero, que no dudo en destacar la leal colaboración
con el CNI, en el marco de la colaboración antiterrorista. Pero el golpe más
fuerte a su teoría conspiranoica provino de los propios documentos del CNI,
cuya desclasificación fue exigida por el propio Puigdemont. Estos documentos
desvelaban que el imán de Ripoll nunca fue confidente del Centro, un aspecto
que era la clave de bóveda de la teoría conspiranoica.
En
resumen: esta comisión ha demostrado hasta ahora que existió una colaboración
entre CNI y los Mossos en el marco de la lucha antiterrorista desarrollada con
lealtad; que el imán de Ripoll nunca fue colaborador del Centro Nacional de
Inteligencia. Que los responsables policiales y de inteligencia investigaron
los atentados hasta sus últimas consecuencias, siendo los acusados juzgados y
condenados con todas las garantías legales. Tan solo un terrorista, cuya
hermana ha sido beneficiada por el separatismo, acusa al CNI admitiendo que no
tiene ninguna prueba. El otro testigo ni siquiera compareció en la comisión. No
es de extrañar que Puigdemont se apresurara a poner en sus redes sociales el
siguiente mensaje: «Más claro no puede decirlo, y probablemente pocas personas
como él pueden estar en condiciones de formular esta acusación. Han dedicado
tantos años y dinero público a fabricar la delirante trama rusa que no han
tenido recursos para investigar la trama yihadista que tenían dentro de casa».
El prófugo Puigdemont sigue creando una realidad paralela desde Waterloo, por
mucho que se estrelle contra el muro de los hechos.
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