domingo, 3 de diciembre de 2017

02 diciembre 2017 (3) El País (opinión)

02 diciembre 2017 



El enfermero que fingió ser víctima en Bataclan

Llegó a tatuarse la fecha, 13 de noviembre de 2015, en el antebrazo. A cualquiera que le quisiera escuchar, incluso medios internacionales, Cédric Rey, un enfermero de 29 años, contaba la misma escalofriante historia de cómo sobrevivió a los peores atentados terroristas que ha vivido París hasta la fecha, en una noche que dejó 130 muertos por toda la capital francesa. Con gran número de detalles, la mirada húmeda por las lágrimas que luchaba por controlar, relataba cómo estaba tomándose una cerveza en la terraza de la sala Bataclan, donde se produjo la principal masacre de esa terrible noche, cuando vio llegar a los atacantes. Aseguraba que uno de los yihadistas le apuntó con su arma, pero que “una mujer embarazada” se interpuso y recibió las balas que iban destinadas a él. Salvo que todo era mentira, como ha acabado admitiendo. Dos años y casi un mes después de los atentados, un tribunal de Versalles, en las afueras de París, lo consideró este viernes culpable de estafa y lo condenó a dos años de cárcel, reducido por el juez a seis meses de cumplimiento efectivo.
Las dudas empezaron a surgir un año después de los atentados. Lo que provocó los recelos fue su negativa a presentar una demanda, como le recomendaban los expertos del Fondo de Garantías de víctimas de actos de Terrorismo y otras Infracciones (FGTI, por sus siglas en francés), pese a que sí había presentado el expediente requerido ante esta institución oficial para recibir la indemnización que se ofrece a las personas que han sufrido un atentado. Cuando se empezó a examinar en detalle su caso, se descubrieron varias incoherencias. Pero fue sobre todo el detalle de la mujer embarazada el que despertó las sospechas de los investigadores, ya que entre las víctimas mortales no había ninguna que respondiera a su descripción. Tampoco pudo presentar prueba alguna que demostrara que había estado en el Bataclan y argumentaba que los amigos que podían confirmar su testimonio no querían hablar. Finalmente, al analizar su teléfono móvil, se constató que estuvo en la zona del Bataclan pasada la medianoche, pero que en el momento del ataque en la sala de conciertos, se encontraba a 30 kilómetros de distancia.
Durante una primera audiencia, celebrada el 27 de octubre, Cédric Rey reconoció que se lo había inventado todo. “Está claro que soy culpable. Lo que he hecho es muy grave, me doy asco”, declaró, según Le Parisien. El joven, que se mudó hace unos meses a Nueva Caledonia, se enteró de que la Policía lo buscaba cuando regresó a Francia para ver a su madre, que estaba enferma. Se presentó voluntariamente y fue puesto en prisión preventiva, situación en la que permanece desde entonces. Tras la primera vista, el tribunal decidió solicitar pruebas psiquiátricas del acusado, que enfrentaba hasta cinco años de cárcel. Aunque no son numerosos, los casos de falsas víctimas se repiten después de ataques terroristas. Según Le Monde, al menos siete personas han sido condenadas ya por estafa o intento de estafa tras el 13-N, aunque el caso de Rey ha tenido más resonancia por su amplia exposición mediática. Más lejos aún fue Tania Head, una mujer que aseguraba haber sobrevivido a los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre y que presidía una de las asociaciones de supervivientes. Hasta que seis años más tarde The New York Times publicó sus sospechas de que no era una víctima del 11-S.
En el caso de Cédric Rey, ese tatuaje con la fecha del 13 de noviembre, que muestra además, sobre una silueta del Bataclan a una Marianne, el símbolo de la Francia de la “libertad, igualdad y fraternidad”, con una lágrima rondando por su mejilla, le recordará durante mucho tiempo la mentira que indignó a todo un país que sigue intentando superar los ataques.

Opinión:

Si algún día alguna administración competente (Ministerio de Interior por ejemplo) se dedicara a realizar un contraste efectivo de algunos de los personajes que pululan en el mundo de “las” víctimas del terrorismo en España, seguramente descubriría a más de un impostor… pero hay que recordar que durante los llamados “años de plomo” el mero hecho de personarse en una comisaría de Policía y explicar una milonga ya servía para salir de las dependencias con un documento en el que la frase “fulanito de tal REFIERE QUE” era la garantía de que lo que explicara el (o la) geta de turno no se contrastaría… ¿quizás porque nadie podría imaginarse que existieran los impostores en temas tan serios como ese?
Se da la circunstancia de que existen personas que aun siendo víctimas heridas graves de un atentado tienen que demostrar que se encontraban en el lugar de los hechos porque sus lesiones se catalogan con “accidente de trabajo” en lugar de ser “atentado terrorista”.
Otras, en cambio, con solo echarle cara al tema y una alta dosis de cinismo, hipocresía y teatralidad a partes iguales, salían días después de una comisaría con el papel que les serviría para aprovecharse del dolor ajeno el resto de sus días.
Algunas víctimas hemos hecho públicas estas dudas sobre ciertos personajes y, curiosamente, desde sectores políticos nos han menospreciado por ello. No es de extrañar, po que exigir una investigación al respecto dejaría claros los errores y las carencias en la administración y como les han engañado impunemente, incluso recibiendo indemnizaciones y pensiones que provienen del erario público y, por lo tanto, del dinero que todos aportamos.
Esas situaciones se han dado también en ciertos medios de comunicación que han publicado historias sin dudar de la credibilidad de quien las explicara y que, una vez se les ha demostrado que han sido engañados, han respondido con un escueto “no podemos corregir la información porque las víctimas sois sagradas para este medio”. Un modo elegante de decir “me las han colado por la escuadra pero no lo voy a reconocer”…
Desgraciadamente, se equivocan al utilizar el artículo determinado femenino plural “LAS”… en realidad deberían utilizar el determinante indefinido “algunas” al hablar de las mismas a las que utilizan en portadas con declaraciones falsas y en entrevistas en las que se inventan heridas que jamás han sufrido…
Como siempre, los países del entorno nos dan lecciones en cuanto a credibilidad informativa.


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