miércoles, 14 de noviembre de 2018

12 noviembre 2018 ABC (opinión)

12 noviembre 2018 



El núcleo duro de ETA en las cárceles se reduce a una quincena de presos
Noventa y dos internos de la banda han aceptado ya la legalidad penitenciaria

El núcleo duro de ETA en las prisiones ha quedado reducido a una quincena de internos, de los 234 etarras condenados que aún cumplen penas de cárcel en España, según fuentes penitenciarias consultadas por ABC. Siete de estos duros entre los duros están adscritos a pies juntillas al denominado Movimiento pro Amnistía y contra la Represión (ATA), apoyado por algunos de los presos más sanguinarios de la banda como Iñaki Bilbao. Este etarra fue expulsado de la organización por su disidencia y llegó a firmar una carta desde el centro penitenciario de lPuerto de Santa María en la que recordaba que «la guerra se gana a tiros».
Hace menos de seis meses se llegó a hacer público un listado de seis internos críticos con la línea oficial de Sortu. La lista fue difundida por el Movimiento Pro Anmnistía dentro de su propia estrategia de propaganda y en contra de los nuevos pasos dados por el colectivo de presos.El objetivo, según ellos, era que no hubiera «presos políticos marginados por mantenerse en posturas de lucha». En esa lista aparecían además de Iñaki Bilbao, Daniel Pastor, asesino del policía Eduardo Puelles; Saoia Sánchez, coautora de los asesinatos de Capbreton; Jon Kepa Preciado; Patxi Ruiz, asesino de Tomás Caballero, que calificó a Otegi de «liquidacionista»; e Ibai Aginaga, miembro del «comando Nafarroa».

Al margen del colectivo

Todos ellos están al margen del colectivo oficial de presos (EPPK), que integra prácticamente al resto y que votaron de forma mayoritaria en 2017 acogerse a beneficios penitenciarios individualizados, es decir, someterse a la legalidad carcelaria por primera vez en cuatro décadas. Los de ATA, casi todos exmilitantes de la banda,se quedaron en clara minoría.
Sin embargo, desde que se hizo público ese documento, algún otro preso se ha sumado a la disidencia, a ese residual núcleo duro hasta llegar a la quincena de miembros, según han confirmado las fuentes consultadas. Los quince se mantienen en los postulados de la lucha armada y ni la izquierda abertzale ni las Fuerzas de Seguridad les pierden de vista. Por supuesto, en las prisiones en las que cumplen condena se les vigila con especial interés.
Los críticos del sistema
El frente ortodoxo tiene en este grupo minoritario su principal bastión. Defienden la amnistía general de todos los presos mientras critican la aceptación de la legislación penitenciaria de forma individualizada y la califican de «chantaje». ATA sostiene que los etarras internos que se han sometido al sistema «agravan la situación» de aquellos que no secundan estos postulados.
El camino, sin embargo, es irreversible. La «fase de resistencia» que ETA impuso al colectivo de presos durante décadas quedó «derogada» de facto cuando el año pasado un 73 por ciento de los internos de la banda se mostró a favor de acogerse a los beneficios carcelarios que les permiten progresar de grado, pedir destino o solicitar permisos ordinarios y, llegado el momento, la libertad condicional. La única prohibición fue «la delación y el arrepentimiento». Desde entonces, 92 internos etarras han seguido esa estela, una auténtica revolución que jamás se había producido de una forma tan numerosa.
Queda aún un número de presos sin una estrategia definida al margen de las votaciones del documento del colectivo. El entorno penitenciario en el que están ingresados también es definitivo, de manera que si conviven con un entorno más favorable a la aceptación de la legalidad el cambio en la estrategia personal será más rápido. Las circunstancias individuales, los delitos cometidos y la pena que le quede por cumplir al interno son elementos que tampoco se pueden perder de vista. Pero el núcleo duro de ETA entre rejas ha quedado reducido a la mínima expresión.

El gran cambio es la progresión de grado de forma generalizada

Hasta hace un año la gran mayoría de presos etarras estaban clasificados en primer grado penitenciario: el régimen cerrado, el más duro, y en el que permanecían durante casi toda su condena, dado que seguían sometidos a la disciplina de la banda terrorista y no admitían la legalidad penitenciaria. Tras votar más del 70 por ciento aceptar la legalidad, el siguiente paso ha sido recurrir su clasificación y por tanto, la progresión de grado, una condición indispensable para el acercamiento al País Vasco. Así ha ocurrido en los casos en los que ya se han ordenado dichos traslados, además de otros factores como haber cumplido las tres cuartas partes de la condena o estar próximos a cumplirla, como el caso de Gómez Ezquerro trasladado hace dos semanas desde La Coruña a Asturias. Cumple las tres cuartas partes en abril. Esta progresión de grado generalizada hacia un régimen ordinario es la gran revolución que se ha producido en el colectivo de los presos etarras: 92 casos, casi la mitad del total.
La obtención del segundo grado, en cumplimiento de la legalidad, permite al reo seguir progresando hasta el tercer grado, siempre que se cumplan las condiciones previstas en la Ley General Penitenciaria: desvincularse de ETA, rechazar la actividad delictiva, pagar la responsabilidad civil y pedir perdón a las víctimas.

Opinión:

Comentaba esta noticia con algunas víctimas de ETA y la opinión era unánime: si nos hubieran dado estas estadísticas hace solo cinco o diez años ¿alguien se las habría creído? ¿Cuántas hemos rezado, exigido, pedido o pensado que si eso llegaba muchísima gente no pasaría por nuestra misma situación?

Pues es una pena que todavía aparezca por ahí quien parece enfadado por esta situación… evidentemente, a muchas víctimas de ETA estos recién llegados nunca nos han representado ni nos representaran.

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