En el mateix número de la revista “La razón” apareixia el següent article de en Robert Manrique, que havia estat publicat al 5 de novembre de 1991 a “El Periódico de Catalunya”. Altres diaris que el van publicar van ser “El País”, “Correo Español”, “Hoy de Badajoz”, “Faro de Vigo”, “Heraldo de Aragón”, “Ya” i “ABC”.
Las víctimas del terrorismo
La unión hace la fuerza. En este país, el refrán antedicho se hace patente. Si algún ciudadano tiene algo que reclamar, solicitar, recurrir o exigir, más le vale hacerlo acompañado de los que tienen sus mismo problemas o acabará siendo víctima de la burocracia, el abandono o el pasotismo.
Viene este comentario a colación para presentar una agrupación a la que, ojalá, nadie tenga que acercarse jamás. Dicha agrupación responde al nombre genérico de Asociación Víctimas del Terrorismo. Como su propio nombre indica, esta asociación pretende agrupar a todos los ciudadanos, sin distinciones de ningún tipo, que hayan sido afectados por la peor lacra asesina de nuestros dias: el terrorismo indiscriminado, sin distinción de edades (más de 20 niños y menores, casi 400 paisanos, más de 400 miembros de los diferentes Cuerpos de Seguridad del Estado).
Quizás alguien se pregunte qué necesidad tienen estas víctimas de asociarse en un colectivo que responde por ellas, por sus inquietudes, sus preguntas sin respuestas, por su abandono.
Como todos en esta vida, nadie sabe lo que realmente es un problema hasta que no lo sufre en sus carnes. Nadie sabe lo que es un familiar inválido hasta que lo tiene en casa y debe velar por el. Nadie sabe lo mque es perder a un familiar de manera violenta, súbita, hasta que lo pierde de la misma manera. Esa es la razón principal de que las víctimas del terrorismo decidan buscar ayudas en las personas que realmente las entienden por haber pasado lo mismo. El mismo desamparo, el mismo abandono, las mismas promesas sin cumplir, las mismas frases de consuelo que parecen cintas de cassette repetidas una y otra vez por los que, en teoría, deberían velar por los afectados. Es esa situación en la que nos hemos encontrado todos los afectados por atentados terroristas la que nos mueve a solicitar la ayuda de la asociación. Y que nadie piense que son palabras vanas, fruto de la exageración o de la rabia. Cada una de las 4000 víctimas podríamos relatar las numerosas trabas burocráticas, la humillación recibida, el nulo interés mostrado por y hacia nosotros. ¿O noes muestra de incongruencia el hecho de que numerosas víctimas del terrorismo estemos por años (algunos por más de diez) esperando que se resuelvan nuestros expedientes y trámites legales, mientras que los causantes de todos estos embrollos ya están en la calle reinsertados, como si nada hubiera pasado? ¿Cómo es posible cruzarte por la calle con un individuo que ha asesinado a tu cónyuge, a tus hijos, tuis padres o tu novia y que no se te revuelvan los intestinos? ¿Cómo es posible que a una pareja de locos fanáticos que mataron a 21 personas y dejaron a más de 30 heridos de por vida, les castiguen a 750 años de prisión de los que solo cumplirán 30, 20 o 10?
Esta es la otra cara de la moneda. La indefensión a la que estamos sometidos todos y cada una de las víctimas ante las leyes que rigen esta temática. Leyes totalmente desfasadas, anquilosadas, ridículas y obsoletas. Algunas con más de 15 años de antiguedad, sobre todo las que tienen que ver con las indemnizaciones que deben percibir los afectados.
Parece increíble enterarse de que en otros países de la Comunidad Europea , excepto España, Portugal y Grecia (¿casualidad?), las reglamentaciones al respecto tienden a colaborar al máximo con la víctima y a repudiar al máximo al asesino. Las víctimas del terrorismo no creemos ser europeos o, al menos, parecerlo. No hay indicios de que el tema vaya a cambiar, por lo que la única ayuda que los afectados podemos obtener es el esfuerzo común y conjunto de todos los que nos hemos visto metidos en este lío sin comerlo ni beberlo. Dado que en este paísla víctima del delito no tiene demasiados derechos y los pocos que tienen dependen de las altas esferas, es comprensible la existencia de la Asociación Víctimas del Terrorismo. De nada valen las promesas ni las palabras si luego no se cumplen. Podría asegurarse, sin temor a errar, que ni una sola de las víctimas por el terrorismo en Cataluña ha recibido una sola carta o una simple llamada telefónica por parte de la Administración correspondiente interesándose por su situación..
¿Ya saben los ayuntamientos de Sitges, de Olesa de Montserrat, de Sabadell, de Sant Andreu de la Barca , de Barcelona o de Tiana que en sus poblaciones hay víctimas del terrorismo totalmente desasistidas? En cambio, diferentes entidades comerciales o deportivas se han prestado a colaborar en todo sólo por el deseo de paliar el sufrimiento de, principalmente, los niños y niñas afectados por la lacra terrorista.
Conste que no deseamos un enfrentamiento con nadie y que mostramos el respeto debido a todos los estamentos. Pero ese respeto nos mueve a prestar nuestra total colaboración e intentar despertar la conciencia de los que, por suerte, no han tenido que contactar con nosotros para nada. Y, si de paso también se han despertado las conciencias de los que sí deben preocuparse de este tema social y de los ciudadanosafectados por el mismo, pues mejor que mejor.
¿O es que sólo tienen derecho a ser objeto de preocupación los “pobrecitos” terroristas, que están viviendo a cuerpo de rey deportados en algún país del caribe a costa del erario español que pagamos entre todos?
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