martes, 8 de noviembre de 2022

06 noviembre 2022 El País (opinión)

06 noviembre 2022


 

El exministro José Barrionuevo: “Yo ordené liberar a Segundo Marey”

El ministro del Interior del primer gobierno socialista da su versión sobre la guerra sucia contra ETA 40 años después

José Barrionuevo no tiene una calle en Berja, el pueblo almeriense donde nació hace 80 años. Tiene una avenida. Se la dedicó el Ayuntamiento al poco de dejar el Ministerio del Interior, donde pasó 2.001 días, por lo que todavía hoy es el ministro que más tiempo lo ha dirigido en democracia.

De familia católica y carlista (renunció al título de vizconde de Barrionuevo en favor de su hermana), de niño se trasladó a Madrid, donde se hizo inspector de trabajo y socialista. Ahora pasa largas temporadas en su pueblo, rodeado del cariño de sus vecinos, mientras para muchos sigue siendo el ministro que acabó condenado a prisión por la guerra sucia contra ETA.

En 1998, el Tribunal Supremo lo condenó a 10 años de cárcel por los delitos de secuestro y malversación de caudales públicos al considerarlo responsable del secuestro, 15 años antes, del ciudadano español residente en Francia Segundo Marey, la primera acción reivindicada por los autodenominados Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL).

“Aquel primer año [en el Gobierno] fue horrible”, dice con voz clara, sin que el paso de los años, 40 ya, se advierta más que en cierta dureza de oído y una propensión a olvidar los nombres, incluso los de sus mayores enemigos.

“Hubo veces en que fui a un atentado y estando allí cometían otro, el mismo día. Me ofende que digan que se enterraba clandestinamente a los muertos. Yo fui a todos los funerales, llevaba una banda de música e iba a poner flores al sitio donde lo habían asesinado, hasta que me advirtieron de que lo más jodido en seguridad es repetir movimientos. La compañera de un policía me dijo que quien tenía que estar dentro del ataúd era yo. Lo siento y lo comprendo”.

Pregunta. ¿Cómo era la colaboración de Francia?

Respuesta. Me había juramentado hacer enseguida una visita a Francia para hablar con Gaston Defferre, ministro del Interior. Le cuento en qué consiste la autonomía del País Vasco: le digo que en la escuela se estudia en euskera, que recaudan los impuestos, que tienen su propia policía. Y Defferre habla en un francés patois a sus colaboradores para que yo no lo entienda. Y más o menos les dice: este español se quiere quedar con nosotros. Intuyo [lo que dice] y le añado: aquí tiene el Estatuto del País Vasco y le doy mi palabra de que se cumple de pe a pa. Léaselo y volvemos a hablar.

P. ¿Había una colaboración completa?

R. Completa nunca puede ser. A nadie le gusta tener servicios fijos de otro país en tu territorio. Nosotros los teníamos, los montó [el comandante de la Guardia Civil, Enrique] Rodríguez Galindo. Tenía un establecimiento en Bayona y uno de los que servía era un guardia que se infiltró en los grupos homosexuales de la zona. ¡Quién iba a pensar que un homosexual notorio que parecía Richard Gere era un sargento de la Guardia Civil!

P. Cuatro policías españoles fueron detenidos en 1983 en Hendaya cuando intentaban secuestrar al etarra Larretxea Goñi.

R. Yo lo asumí en el Congreso: mandé que se trajeran al jefe de la operación [el secuestro del capitán de Farmacia Alberto Martín Barrios, asesinado dos semanas después por ETA], no sabíamos dónde lo tenían pero sí quién era el jefe y lo llegaron a coger. ¡Pero era un tipo tan grande que no cabía en el maletero del coche! Y como se resistió llegaron los gendarmes y se desbarató el asunto. Yo eso lo asumí. Dije que lo había mandado y no hubo ninguna repercusión...

P. Si la colaboración de Francia era tan grande ¿por qué había que actuar así?

R. Todo tiene sus límites. Hay que guardar las formas, claro. Si la policía francesa ve a un tipo chillando que lo están metiendo en el maletero de un coche…

P. Si lo ordenó así sería porque si se lo pide a Francia…

R. Es que además era perentorio, vital, de un día para otro…

P. ¿Eso era guerra sucia o no?

R. Eso es.

P. Felipe González dijo que usted ordenó liberar a Segundo Marey, la víctima del secuestro por el que fue condenado.

R. Marey estuvo detenido nueve días por un grupo de la policía española que se equivocó, y cuando me entero yo digo que hay que soltarlo, porque la alternativa a ver cuál era. Yo siempre les decía: somos guardianes del orden, no podemos causar desorden. Cometemos errores, pero no podemos causar más desorden, con el causado hay más que suficiente.

P. La sentencia del Supremo dice lo contrario: que usted se entera y ordena que siga retenido. ¿Cómo sucedió entonces?

R. Había una cierta autonomía, había muchas cosas que te enteras cuando los acontecimientos van ocurriendo.

P. ¿Cómo se entera?

R. Para decirle cómo me entero tendría que dar nombres…

P. Está más que prescrito…

R. Lo sé. Pero tengo un poco el complejo de capitán de barco, que en caso de naufragio…

P. No me diga nombres.

R. A mí me llega que lo tienen y que esto va a ser un desastre.

P. Que tienen a alguien que no es quien pensaban.

R. Ya había salido porque este era relativamente conocido. Él no era etarra, pero sí que era de ese ambientillo…

P. Pero no iban a por él.

R. No iban buscándolo a él. Se equivocan y entonces la alternativa es… lo tenemos, está ahí, esto va a ser un escándalo y tal…

P. Lo liquidan o lo sueltan…

R. Digo que ni hablar. Basándome en ese principio: con el desorden causado ya es suficiente.

P. La alternativa era liquidarlo o soltarlo.

R. ¡Claro! Y lo sueltan al noveno día. Lo ponen al otro lado de la muga, como dicen ellos. Y le dicen: corre p’alante y da gracias a Dios si existe.

P. Usted ordena la captura de Larretxea, no la de Marey...

R. Me la encuentro como una operación de los servicios de Información de la Policía de Bizkaia cuando ya está realizada…

P. Pero eso era un delito.

R. Sí, sí.

P. Usted se entera de que se ha cometido un delito. ¿No debería haber tomado medidas?

R. Los etarras decían que era una guerra. Yo no puedo actuar contra los que están disparando desde mi trinchera aunque hagan algún disparo equivocado. No puedo, así son las reglas. Yo me hago responsable de todo lo que ha ido mal en el Ministerio del Interior mientras he estado.

P. Algunos están acusados de haberse lucrado…

R. De eso me entero a posteriori. Que, mientras yo acudía a los funerales, algunos también se dedicaban a otras cosas que obviamente no me contaban...

P. Usted cree que había que haber indultado a Amedo [el expolicía que denunció el caso GAL], aunque era un golfo…

R. Amedo hizo muchas cosas mal, pero tenía un confidente en la ejecutiva de Herri Batasuna.

P. ¿Por qué no se le indultó?

R. Porque Felipe González no se atrevió.

P. ¿Se lo pidió?

R. Sí.

P. ¿Y no accedió?

R. Quizá por EL PAÍS.

P. El mismo PP que le aplaudía cuando era ministro fue luego a por usted cuando se abrió la investigación judicial…

R. Ese es un disparo que no iba dirigido a mí, lo que pasa es que yo estaba en la trayectoria y no me quise agachar.

P. ¿Qué aprendió de los tres meses que pasó en prisión?

R. Muchas cosas prácticas. Aprendí a trabajar con un ordenador. Yo estaba en un módulo con Vera [exsecretario de Estado de Seguridad], los dos solos aunque era para seis o siete internos, y Pepe Bono nos mandó un ordenador de regalo.

P. ¿Aprendió algo más?

R. No guardo rencor. Hay personas a las que no quiero ver, como todo el mundo. Me sentí humillado, pero no infeliz.

P. ¿Alguien del PP se puso en contacto con ustedes?

R. [Tras el indulto parcial], Rajoy [que era ministro del Interior] me llamó y me dijo: ‘No puedo consentir que vuelvas a la cárcel. Confía en mí, que lo vamos a arreglar, pero todo tiene sus trámites. Di a tu gente que no monte lío’. Y efectivamente, volví a la cárcel, no sé si llegué a dormir, porque ese mismo día hicieron un informe favorable [para salir en régimen abierto].

P. Hay quien piensa que la guerra sucia prolongó la existencia de ETA al legitimarla…

R. Que durara más no. Ellos [los franceses] habían dicho que era mentira que los etarras estuvieran en el País Vasco francés, que estaban en Bilbao. Los atentados en Francia, no todos acertados, muchos desacertados, ponen de manifiesto que sí que estaban en Francia.

P. ¿Hay un momento que Francia pide que paren los ataques contra ETA en su suelo?

R. Algunos de los atentados contra etarras en Francia suceden con Pierre Joxe como ministro del Interior. Joxe viene aquí y con bastante claridad, no nos acusa de nada, no le hubiera dejado, pero insinúa: ‘Estos casos es mejor para los dos que no pasen y nosotros vamos a actuar’.

Opinión:

Prefiero no opinar de un impresentable que soltó varias estupideces (junto a algún que otro impostor) por haber aceptado el encuentro con uno de los terroristas que pusieron el coche bomba en Hipercor.

Y más cuando aquel encuentro se organizó durante el mandato del PSOE y se llevó a cabo durante el mandato del PP.

Pero leyendo los tuits de víctimas y además buenos amigos como Iñaki Garcia Arrizabalaga, Josu Elespe o Maria Jáuregui me adhiero absolutamente a sus criterios.

 

 

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