lunes, 7 de abril de 2025

04 abril 2025 (10) elmon.cat

 

04 abril 2025 



Más pruebas de la imprudencia del Estado que abrió la brecha para el 17-A

El sueldo del CNI que cobraba el imán de Ripoll, cerebro de los atentados, abre tres derivadas nuevas en la responsabilidad política del caso

Era una pieza del rompecabezas que faltaba y ha aparecido en un momento sociopolítico y judicial concreto. Una alineación de varios factores ha permitido afinar aún más la relación de los servicios de inteligencia del Estado con el imán de Ripoll, Abdelbaki es-Satty. La información publicada este miércoles por el diario Abc detalla que el cerebro de la célula de los atentados de Barcelona y Cambrils del 17 de agosto de 2017 cobraba 500 euros mensuales del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) a cambio de sus confidencias.

Un dato que ha hecho saltar como un resorte a los portavoces de los grupos políticos de la comisión de investigación del caso 17-A en el Congreso, que, a la vista de los datos recogidos en las sesiones que ya se han celebrado, esbozaban la tesis de la imprudencia o la negligencia de los servicios de seguridad del Estado en el trato y el control que hacían a Abdelbaki es-Satty. Una tesis que este diario defendió en la comparecencia del pasado 28 de enero en la misma comisión: el comportamiento del Estado fue, más que una negligencia, una imprudencia, pero en ningún caso deliberada. Una aseveración que portavoces de la comisión consultados por El Món ven aún más «fundamentada» y, de momento, ya ha servido para reclamar una nueva comparecencia del exdirector del CNI, Fèlix Sanz Roldán.

Las nuevas informaciones remachan la prueba e indicios recogidos tanto en la instrucción del caso, la prueba practicada en el juicio a los tres yihadistas en la Audiencia Nacional por parte de defensas como la conducida por Jaume Alonso-Cuevillas y, sobre todo, el contenido de los documentos desclasificados por parte del gobierno español sobre Es-Satty y su relación tanto con la administración del Estado, como por ejemplo con miembros del servicio de inteligencia o cuerpos policiales. En todo caso, la publicación del sueldo que habría recibido el imán hasta el momento de los atentados implica varias derivadas. Por una parte, una respuesta política del PP al PSOE, la voluntad de descafeinar la demanda presentada ante el Tribunal de Derechos Humanos (TEDH) en defensa del derecho a saber la verdad y la posibilidad de abrir una nueva vía judicial, al orden contencioso administrativo por responsabilidad patrimonial del Estado, como ocurrió en el caso del atentado de Hipercor.

Faltaba saber el sueldo del imán como confidente

La información del sueldo de 500 euros que pagaba a Es-Satty «el oficial de control» de la zona de las comarcas de Girona acabaría de acreditar la relación sostenida del imán con el CNI. Una relación que Sanz Roldán negó rotundamente en su comparecencia en la comisión del Congreso, una versión desacreditada por los 34 documentos desclasificados posteriormente. De hecho, los informes desclasificados añadían aún más información sobre una relación formal que ya dibujaba la prueba documental de la instrucción, donde se hicieron constar «cuatro visitas» de agentes del CNI y del servicio de información de la Guardia Civil al imán en la prisión de Castellón.

La primera sorpresa fue que los documentos chocaban con este primer informe del Ministerio del Interior, que computaba cuatro reuniones con los dos servicios de seguridad, cuando en realidad fueron seis, tres de cada servicio de seguridad. Los informes de los agentes y analistas confirmaban la relación del imán como colaborador, informador y confidente. Cabe destacar que el mismo imán aportó informes manuscritos a cambio de proteger su seguridad. Además, días antes de salir de la prisión y en plena tramitación de su derecho de asilo –una de las condiciones de trabajar con los servicios de inteligencia era no tener que regresar a Marruecos–, se le suspendió la pena de expulsión del Estado. Una casualidad evidente y, además, con el apoyo explícito de la abogacía del Estado.

De hecho, los informes manuscritos que el imán entregó a los agentes de los cuerpos del Estado que lo visitaban sirvieron para elaborar un detallado estudio grafológico-psicológico por parte de los servicios secretos, que lo definían como un “individuo con una alta inteligencia y mucha memoria” que sería “capaz de manipular con eficacia”. Expresiones como que si no informaba de cuestiones que debería informar, lo más probable era que estuviera «mintiendo”. Incluso, lo describían de “fiable” porque percibía «muy bien el entorno”, pero advertían que tenía tendencia a decir “lo que los demás quieren saber”. También le reconocían una gran capacidad de “discernir”. Unas descripciones que hacían sospechar que el CNI lo situara fuera de su radar. Además, cabe recordar que el 29 de enero de 2019, en la comisión de investigación del Parlamento sobre los atentados, Hamid Barbach, secretario de la Comunidad Islámica Annour, donde trabaja el imán, detalló que el CNP preguntó hasta tres veces por el comportamiento del imán y si tenía los papeles en regla.

¿Una pista de aterrizaje?

El detalle importantísimo de un posible sueldo, corta de raíz el debate polisémico de cómo era la relación del imán con el CNI. Es decir, si era confidente, colaborador o informador. De hecho, son tres conceptos que vienen a decir lo mismo y que ha servido para jugar a la ambigüedad para intentar restar hierro al nexo de los servicios de inteligencia con Abdelbaki es-Satty. Pero el dato sobre su sueldo confirma esta relación. Precisamente, hay un factor que no se puede pasar por alto y es la demanda al TEDH interpuesta por los padres del pequeño Xavi, el niño de 3 años de Rubí, asesinado en la Rambla.

El procedimiento, que ya ha pasado el primer filtro de su tramitación, se ha abierto por vulneración del derecho a saber la verdad. Es decir, la negativa del Estado a investigar la relación del imán con el CNI que ya apuntaban los indicios y las pruebas recogidas. Causalmente, una vez se presentó la demanda, llegó la primera gran desclasificación de documentos donde se acreditaba que Abdelbaky Es Satty era confidente de los servicios de inteligencia. Una manera de descafeinar la reclamación que, tal como estaba planteada, podía tener números para ser estimada.

Ahora, el hecho de que se haya difundido que tenía un sueldo, permite una pista de aterrizaje al Estado después de ocho años como es simplificar en una «dejadez» el hecho de que el imán «engañara al CNI». De esta manera, se cerraría una carpeta incómoda para el Estado y que ha permitido nutrir la teoría de la conspiración sobre el papel del imán en un contexto sociopolítico muy concreto y tenso a dos meses de la celebración del referéndum del Primero de Octubre. Reducir a negligencia, dejadez o imprudencia, el descontrol que el CNI tenía sobre el imán mientras preparaba los atentados.

Una nueva vía judicial

Los resultados de la comisión de investigación recogidos hasta el día de hoy y las informaciones que han ido surgiendo en paralelo, permiten ya a algunas de las víctimas plantearse la apertura de una nueva vía judicial. De hecho, abogados como Agustí Carles que dirigió la defensa de Javier Martínez, o Robert Manrique, asesor de la Unidad Atención Valoración de Afectados por Terrorismo, y que compareció hace una semana en la comisión, sopesan abrir la vía contenciosa administrativa. Una posibilidad que no es precisamente nueva, al contrario.

El precedente es el atentado de Hipercor en la capital catalana el 19 de junio de 1987. En aquella ocasión, tanto la sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional como posteriormente las sentencias en casación ante el Tribunal Supremo obligaron al Estado a pagar millones de las antiguas pesetas a las víctimas de la masacre que provocó 21 muertos.  “No es que digamos que la policía no hizo correctamente lo que tenía que hacer; es que, sencillamente, no hizo nada, y esto plegándose a intereses comerciales muy defendibles, cierto, pero no a cualquier precio de vidas humanas”, sentenciaba la Audiencia Nacional.

Además, los magistrados añadían que “se produjo una cierta pasividad o para decir mejor conducta omisiva de las Fuerzas de Seguridad – sin duda determinada por la subjetiva impresión de que se trataría de una simple alarma, como tantas otras veces, ya que nunca se había atentado con anterioridad, en una actuación indiscriminada contra establecimientos mercantiles-“. “Así que la Policía”, continuaba la resolución, “no consideró conveniente o factible la evacuación del edificio ni se impidió la entrada de vehículos al aparcamiento ni finalmente acudió el servicio de detección de explosivos, aunque según los bomberos bastaba con diez minutos para desalojar el recinto, por lo que se puede interpretar (…) que no se adoptaron las precauciones pertinentes, sobre todo cuando la explosión se demoró desde las 15.40, límite superior señalado por los terroristas y momento en el cual que se reintegró al servicio normal una de las dos dotaciones policiales, hasta las 16.08″. Un argumento que articulaba jurídicamente la negligencia y que sirvió para pagar indemnizaciones que casi llegaron a 112 millones de las antiguas pesetas. Un caso perfectamente extrapolable porque, según los cálculos jurídicos, aún podrían estar dentro del plazo para presentar la reclamación.

¿Y el PSOE?

La noticia aparecida en el ABC también tiene otra derivada nada menor. Concretamente, derivar cierta responsabilidad a un alto cargo del CNI de la máxima confianza del PSOE, Luis García Teran. Este militar entró al servicio de espionaje español al CESID, -Centro Superior de Información de la Defensa- el padre del actual CNI, en 1992. Desde entonces no se ha movido con diferentes responsabilidades, altísimas, por otro lado, dentro de los servicios de inteligencia y la acción exterior. Teran era el jefe de la División Antiterrorista durante el 2017, es decir, el responsable de los oficiales de control que vigilaban, fiscalizaban u obtenían información de los confidentes y los sospechosos de actividades terroristas. Así, que los informes sobre el imán y el gasto del pago recaían en su departamento.

Teran, después de un puñado de años en mandos de la inteligencia española, en mayo de 2019 fue nombrado director general de Inteligencia. En diciembre de 2024 fue nombrado secretario general del CNI, eso significa que es el número dos de la organización. La mano derecha de la actual directora, Esperanza Casteleiro, que fue nombrada por Pedro Sánchez, después de la crisis por el caso Pegasus que supuso el cese de Paz Esteban. Cabe decir, que con Sánchez en la Moncloa, ha sido la única vez que un presidente ha cesado a dos directores de los servicios de inteligencia -Esteban y Sanz Roldán-. De esta manera, el PP ve una brecha para implicar a un responsable de la seguridad del Estado nombrado por el PSOE en un asunto que el exjefe del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), José Luis Olivera, definió como una «gran cagada de todos».

 

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