domingo, 25 de noviembre de 2012

25 noviembre 2012 Entrevista de Cristina Alcalde

25 noviembre 2012

ENTREVISTA / ROBERTO MANRIQUE

“Un cuarto de siglo esperando el arrepentimiento, y ha llegado”

CRISTINA ALCALDE 19 Nov. 2012

Roberto Manrique trabaja en un despacho de abogados en la calle Provenza. Es allí donde nos espera, sentado en la mesa de su despacho detrás de montañas y montañas de papeles. Hay cientos de archivadores en las estanterías correctamente ordenados por fechas. En ellos aparecen detalladas todas las víctimas catalanas del terrorismo. Hay más de 500 nombres con 500 direcciones y 500 números de teléfono. Mientras nos las muestra Manrique desprende humanidad. Se nota que conoce a cada una de esas personas. Se nota que se preocupa por ellas de forma altruista. Se nota que ha dedicado media vida a ellas, a sus semejantes, a personas que han sufrido como él. Por eso sigue trabajando en ello, en conseguir que no se sume ni un nombre más a la lamentable larga lista de víctimas. Trabaja por los intereses y los derechos de esas víctimas catalanas 25 años después de haber sido protagonista de uno de los atentados más sangrientos en España, el de Hipercor. Ahora trabaja independientemente después de haber pertenecido -y presidido durante años- a la  Asociación catalana de víctimas de organizaciones terroristas (ACVOT).
Mucha gente reconoce el rostro de Roberto. Es, sin duda, una de las caras más conocidas de las víctimas de organizaciones terroristas -en su caso ETA-, y no por tener afán de protagonismo, sino por todo el esfuerzo y tiempo que ha dedicado a la causa. Manrique apareció en todos los medios de comunicación en junio de 2012. ¿El motivo? El encuentro con Rafael Caride Simón, condenado como autor material por la Audiencia Nacional a 790 años y medio de cárcel por el atentado perpetrado por ETA el 19 de junio de 1987 en el Hipercor de la avenida Meridiana de Barcelona, en el que murieron 21 personas y otras 45 resultaron heridas, entre ellas Roberto Manrique.

En abril del 2011 recibe una llamada de Paúl Ríos, coordinador de Lokarri, una asociación impulsora junto al Grupo Internacional de Contacto de la 'Conferencia Internacional para promover la resolución del conflicto en el País Vasco'. Paúl le plantea el encuentro con el etarra y le informa que Caride en persona ha pedido verle mediante una carta. Un mes después recibe dicha carta, la lee hasta 300 veces y decide aceptar. “Si a mí me afirman que este individuo no tendrá ningún beneficio penitenciario, es decir, que no le quitarán ni cinco minutos de condena, y si esto sirve para dividir a ETA desde dentro, ¿cómo no voy a estar interesado en eso? Digo que sí, claro”. Para más inri, la carta viene acompañada por una entrevista publicada en un diario de Álava hecha a siete presos etarras importantes -Guisasola, Alza y Pikabea entre ellos- en la que se enfrentan a la cúpula de ETA.  Reitera su decisión cinco meses después, en octubre del 2011, cuando recibe una llamada desde las instituciones penitenciarias alavesas concretando una fecha de encuentro. La llamada coincide -casualmente, o no- con el comunicado que emite ETA sobre el cese definitivo de las armas, y eso le empuja a seguir con la idea.

Llega la fecha esperada. Roberto ha podido dormir sin problemas la noche anterior. Es 15 de junio de 2012. Roberto entra en la prisión alavesa de Zaballa, allí le espera Caride. “El primer momento es duro” afirma. Con ésta es la cuarta vez que se ven las caras – ya lo hicieron en tres juicios anteriores pero nunca cara a cara-. “Entro en la sala, él está de espaldas mirando a un gran ventanal, y en cuanto se gira baja la mirada. El lenguaje corporal indica que no viene a chulearme y eso me relaja”.

Manrique cuenta que en la sala hay dos sillas,  una frente a la otra a tres metros aproximadamente. Se sientan, pero Manrique se retira dos metros más atrás y le dice “me va usted a perdonar pero tampoco quiero que haya mucho roce, yo no quiero gestos físicos con usted”. Caride asiente, parece que lo entiende.

Manrique lanza la primera pregunta, una pregunta que llevaba muchos años rondando por su cabeza y por la de muchas otras víctimas de aquel atentado y que necesitaba respuesta: “¿qué narices hace un gallego matando catalanes a las órdenes de un vasco que vive en Francia?” Caride contesta con un discurso de veinticinco minutos en el que habla de la persecución que sufrió en la época antifranquista. “Una respuesta bastante coherente dentro de la 'burrada' de haber matado a 24 personas, por eso seguí preguntándole, si su respuesta no hubiese sido coherente me levanto y me voy” afirma.
Y así prosiguió un encuentro cordial totalmente positivo para la víctima en el que el etarra mostró su arrepentimiento en todo momento, con cabeza cabizbaja y sin alzar la voz. “Perdón no lo pidió nunca porque es un concepto religioso en el que no cree, pero sí habló de su arrepentimiento hasta quince veces mínimo”, un arrepentimiento que Manrique siente como verdadero, no como un mero papel.

Llega la hora de despedirse. Él acudió al encuentro con la idea clara de hablar con él de lo divino y de lo humano y de escucharle para extraer información, pero de ahí al contacto físico hay un gran paso. Es por eso que al acabar de hablar los dos se ponen en pie y Caride se acerca para darle la mano. “Ni tocarnos, con todos mis respetos esas manos tienen 24 muertos” dice Manrique al opinar que darle la mano sería traicionar a todo el colectivo de víctimas. El etarra entiende perfectamente la respuesta de modo que se gira, se pone a mirar por el ventanal y el invitado se marcha por la puerta.

Muchas son las felicitaciones que recibió tras salir del encuentro. Más de 400 mensajes de víctimas -sin contar los de amigos, familiares y periodistas- que agradecían la valentía que había demostrado. A éstas felicitaciones se le suman tres críticas que recibió -firmadas por Jiménez Losantos, Barrionuevo y el presidente de la ACVOT, el cual fue nombrado por el propio Manrique-. Tan sólo fueron tres pero recibieron demasiada atención de los medios de comunicación. En ellas lo atacaban por haber creado un “Sálvame mediático, un circo mediático”, pero Manrique se limita a contestar “después de llevar más de 25 años esperando a que un etarra se arrepintiese, pues ya lo ha hecho uno, vamos a fomentar esto, por eso fui y quien no quiera entenderlo es su problema”.

Este encuentro nunca habría sido posible si el 19 de junio de 1987 Roberto no hubiera cambiado el turno en la carnicería a su compañero de trabajo José María, “casualidades de la vida” según él. Roberto tenía tan sólo 24 años, solía trabajar por las mañanas pero ese viernes fue por la tarde y su suerte cambió. No le tiembla la voz ni el pulso cuando habla de ello, parece que está más que acostumbrado a relatar su experiencia. No es de extrañar cuando ha concedido miles de entrevistas en todos estos años. Pero nunca pierde la sensibilidad, recuerda cada detalle como si fuera ayer.

Eran las 16:12 horas, él se encontraba a un lado del mostrador atendiendo a los clientes que se situaban justo al otro lado. De repente se produjo un fuerte fogonazo que destrozó la carnicería, “lo primero que pensé cuando me vi quemado es que había petado una cámara frigorífica”. Pudo salir por la puerta de emergencia con Asun, una clienta, y los metieron en un taxi que los llevó a un hospital. “No fue hasta el martes 23 cuando justo entraba en quirófano para que presuntamente me amputaran el brazo -finalmente consiguieron salvarlo- cuando oigo “¡cómo puede ser! ¡cómo ponen una bomba en Hipercor!” ”, y no fue hasta ese momento que Roberto fue consciente de lo que había sucedido, “¡tuvieron que pasar tres días y medio!” exclama.

Las quemaduras que sufrió fueron muy graves en la zona de la cara, el cuello, los brazos, las manos y la pierna derecha ya que el coche bomba estaba aparcado justo debajo de la carnicería situada en la primera planta del sótano y por lo tanto el cráter que se abrió afectó directamente arriba, a la carnicería. Pero afortunadamente, después de tres intervenciones quirúrgicas en las que le han injertado piel, ha podido salvar todas las extremidades y apenas se le notan las marcas que las llamas dejaron en su piel.

Las horas posteriores al atentado fueron muy tensas para todos. Cundió el pánico. “Mi mujer venía a visitarme al trabajo ese día pero por suerte llegó tarde” suspira, “en cuanto llegó preguntó por la carnicería y le contestaron 'ha sido una masacre' de modo que cayó redonda al suelo”. Se emociona al hablar de su mujer, siempre antepone a su familia antes que a él. En sus ojos se nota el amor que siente por sus mujer y sus hijos. Aún hoy lamenta la falta de información que hubo debido al caos. “Mi mujer se pateó con un amigo todos los hospitales porque en el listado de heridos ponía 'Roberto Carnicero', no 'Roberto Manrique'. Nadie cayó en la cuenta que podía ser 'Roberto el carnicero', que se habían confundido, y mi mujer tuvo que ver hasta 15 cadáveres para ver si era yo, porque como había salido por la puerta de atrás a mí nadie me vio salir” dice apenado.

A sus 49 años ha aprendido mucho en esta vida. Hoy es capaz de sentir lo que vivió hace un cuarto de siglo como si fuera ayer pero a su misma vez puede relatarlo como si de otro personaje se tratara, sin que las emociones interfieran en su discurso. Manrique ha demostrado que nunca habla por hablar. Si afirma algo es porque lo ha vivido, lo conoce o se ha documentado y eso le aporta gran credibilidad a la hora de hablar.

Asegura que no perderá las ganas de seguir trabajando en lo que más le gusta. Muy lejos de la pedantería las palabras de Manrique suenan a humanidad “si yo puedo conseguir que tú y tu familia no paséis por lo que ha pasado la mía, ¿cómo no lo voy a intentar?”. Nos despedimos de Manrique pero lo dejamos trabajando por la causa, una causa que ha tomado como propia y a la que según dice, seguirá dedicándose “hasta que el cuerpo aguante”.


MEMORIA ENTREVISTA REPORTEJADA

He escogido a Roberto Manrique como entrevistado ya que considero que es la cara más conocida en Barcelona de las víctimas del terrorismo etarra y sabía que había dedicado media vida a gestionar las injusticias que han padecido todas las víctimas catalanas, sean cuales fueran sus terroristas. Sabía que podría darme una visión totalmente personal de la experiencia que tuvo que vivir en el atentado de Hipercor de 1987 en el que atentó el comando de ETA, resultando uno de los heridos más graves del atentado. Pero no sólo lo he escogido por eso, sino porque sé que es una persona muy documentada, que conoce casi todos los casos de las demás víctimas y a la vez podría darme una visión más global del tema. Siendo él el presidente de la ACVOT durante años y después de haber seguido trabajando en la causa, me pareció el personaje perfecto.

A Roberto lo conocí el pasado septiembre cuando estaba realizando la beca en Informativos Telecinco y coincidió con el anuncio del nuevo libro del líder de Batasuna, Arnaldo Otegui, en el que pedía disculpas a las víctimas de ETA por sus actos. Con motivo de la publicación fui a entrevistar a Manrique para saber la opinión que tenía sobre el anuncio y me pareció un hombre muy coherente, de buenas palabras y muy atento, por lo que lo añadí a mi agenda de contactos para un posible reportaje o entrevista futura. Y así fue. En cuanto en clase se propuso el tema de este ejercicio pensé rápidamente en Manrique, y al llamarle me atendió muy amablemente y me ha prestado toda la ayuda necesaria que le he pedido. Todo un encanto de entrevistado sin duda, que no dudaré en volver a telefonear posteriormente.

Roberto Manrique escribe un blog a diario en el que aparecen todas las noticias de los medios de comunicación relacionadas con temas terroristas a la que él añade su opinión. Este blog ( http://eltrasteroazul.blogspot.com.es/ ) me ha servido de guía para ir documentando los datos que el propio Manrique me aportó en la entrevista. Además Manrique me facilitó documentos tales como una copia de la carta que el propio Caride le escribió para demandarle un encuentro con él, los centenares de mensajes de apoyo que recibió al salir del encuentro y los documentos de cada víctima del terrorismo con datos y explicación del caso. Tengo que agradecerle toda la información facilitada pero debo añadir que me resultó, incluso, demasiado extensa ya que tuve que hacer una selección de la información. La entrevista duró 3 horas por lo que extraje información para escribir un reportaje mucho más extenso. Es por ello que no he podido ni enmarcarlo en 3 páginas, sino que he tenido que llegar a 4.

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