lunes, 25 de octubre de 2021

23 octubre 2021 (4) El Correo (opinión)

 23 octubre 2021

 


«ETA ya no mata, pero su proyecto político sigue entre nosotros»

Iñaki Arteta Director de cine, fotógrafo y escritor

En su libro ‘Historia de un vasco’ reflexiona a través de sus vivencias sobre las consecuencias de cuarenta años de terrorismo en Euskadi Iñaki Arteta (Bilbao, 1959) nació el día después de la creación de ETA y, a medida que fue creciendo, fue testigo del horror que sembraba a su paso la banda terrorista. Ha dedicado su vida a contar la historia reciente de Euskadi a través de fotografías, películas y documentales.

Ahora presenta su libro ‘Historia de un vasco’, un viaje a su infancia y juventud que busca explicar cómo fue posible que ETA matara durante varias décadas con el silencio «cómodo o cobarde» de la mayor parte de la población vasca.

¿En qué momento se dio cuenta de lo que estaba pasando a su alrededor?

No hubo un momento concreto, fue un proceso lento. Fui creciendo en paralelo a la presencia de ETA. Mi entorno era nacionalista, pero no violento, y no me di cuenta de lo que esa misma cultura estaba provocando en jóvenes de mi edad, que pasaban de la pasividad al activismo y de ahí a organizarse para matar deliberadamente.

Todo ello mientras la sociedad miraba a otro lado...

La sociedad que tenemos es la que nos venimos trabajando. Al mirar atrás te das cuenta de lo que no hiciste y es una de las cosas que se tratan en el libro: que uno, sin darse cuenta, puede ser cómplice de situaciones que son terribles por pasividad, por inmovilidad, por conveniencia... Nuestra sociedad lo dejó pasar porque aquí se podía vivir bien. En principio, siempre que no te metieras en líos, nadie te iba a molestar. Yo he participado en eso también.

¿Qué lecciones saca de esta reflexión?

Apelo al coraje cívico que debemos tener. Si las cosas son como son es porque todos tenemos actitudes que favorecen esa situación. A veces nos quejamos de cosas que ocurren a nuestro alrededor, pero nos resulta muy difícil tomar partido en ello. El terrorismo y el nacionalismo fueron creando un sistema cada vez más opresivo que nos puso a todos en unas encrucijadas importantes. Por eso apelo a la individualidad, en el sentido de que cada uno debe buscar dentro de sí la manera de aportar y no decir ‘esto no se puede cambiar’.

Hubo un tiempo en el que pronunciarse en ese sentido tenía consecuencias.

Yo lo asumí de manera natural, no pensé en lo que fuera a pasar después. Con 30 años empecé a creer que estábamos equivocados dejando correr esa bola de nieve que iba creciendo en horror y en miseria. Es terrible porque para cuando me di cuenta de que podía hacer algo al respecto, ya se habían producido 400 asesinatos. Me acerqué a grupos pacifistas y luego conté desde el cine lo que estaba pasando.

Se posicionó.

Fue la línea que fui atravesando, la de saber que algo está mal y decirlo. Ya ves, algo tan simple como ‘matar estuvo mal’. Es una línea que mucha gente en nuestro país aún no ha pasado y ése es nuestro gran pecado.

De hecho, diez años después del fin de la violencia, los hay que aún no la condenan...

Los que se encargaron de ordenar los asesinatos selectivos durante medio siglo pasarán años diciendo que lo hicieron por nuestro bien. Lo hacen todos los fanáticos. Ellos no se creen malos, creen que deben salvarnos la vida.

¿Qué le parecieron las declaraciones de Arnaldo Otegi en Aiete?

Tratan de confundir con los mensajes: primero dicen una cosa, luego otra... Además, hoy en día, mucha gente ve las cosas a través de una lente ideológica: un partido del Gobierno de España tiene interés en que Otegi tenga gestos de buenismo e interpreta su discurso como le conviene. Quieren hacernos creer que son más buenos cada día y que lo que hicieron está entre otras cosas malas que pasaron en Euskadi.

Sostiene que la disolución de ETA fue una cuestión de estrategia.

ETA jugaba en un lado del campo y ahora se ha cambiado al otro, pero los jugadores son los mismos. Lo sustancial tampoco ha cambiado y su proyecto político sigue indeleble entre nosotros, aunque con otras palabras. Estratégicamente tienen que blanquear su pasado y convencernos de algo que no fue. Eso es lo peligroso de su discurso.

El libro es también una llamada de atención a los jóvenes.

Con la perspectiva temporal, los jóvenes irán descubriendo la verdad de lo que ocurrió y verán qué se hizo bien y qué se hizo mal. Eso sí, ahora, con las redes sociales e internet, hay un océano de información y la confusión es la clave para la manipulación. Por eso es importante tener criterio, para que no puedan abusar de ti. Deuda con las víctimas

En el libro asegura que la violencia terrorista hizo que muchos ciudadanos acabaran repudiando la cultura vasca. ¿A usted también le pasó?

El abuso que ha hecho de esa identidad el mundo abertzale, el ultranacionalista y el terrorista provoca rechazos. Hay un nacionalismo que es bueno, el de querer la tierra en la que uno vive, pero quererla significa también ser crítico e ir vaciando el disco duro de todas esas fantasías identitarias que sustentan este proyecto nacionalista y ultranacionalista. Hay gente que cree que, como rechazo todo ese envoltorio, odio esta tierra, pero no. Los que la odian son los que han matado en nombre del pueblo vasco.

El fenómeno ‘Patria’, ‘Maixabel’... ¿Hay ahora un mayor interés por contar lo que ocurrió en Euskadi?

Cuando empecé a hacer películas, hace 20 años, había gente que me decía ‘ahora no es el momento, mejor deja pasar un tiempo’ porque había mucho miedo a expresarse públicamente y decir ‘esto está mal’. Cuando veo estas películas pienso ‘el que las ha hecho ha visto las mías’. Hablan de cosas que yo hice hace 20 años y me parece estupendo, ya que hay historias y puntos de vista interesantes, pero hay que tener en cuenta que puede ser una moda. Todas las plataformas han hecho una película y un documental, y puede que no hagan más.

¿Seguimos teniendo una deuda pendiente con las víctimas del terrorismo?

Sí, siempre, porque ellos son los héroes. Las víctimas y los que intentaron defender sus posiciones y las de los ciudadanos en los ayuntamientos. La heroicidad está en mucha gente que mantuvo la antorcha de la libertad y, en especial, en las víctimas mortales y sus familias. Se merecen un monumento por no tomar el camino de la venganza y mantener una actitud ejemplar al creer que esta sociedad no merecía la violencia.

Opinión:

Conozco a Iñaki desde hace muchos años, he tenido el honor de colaborar en algunos de sus trabajos, ya fuera como entrevistado o localizando a victimas para que pudieran contra sus experiencias.

De la entrevista me quedo con una respuesta que me da pie a una propuesta: ¿para cuando un documental sobre las victimas en Hipercor¿O la sombra de El Corte Ingles en tan larga que seria un imposible presentar ese proyecto?

Podría ayudarle a encontrar victimas con una enorme dignidad y una tremenda paciencia… eso si, lo que no haría jamás es contar con algunos que llevan años viviendo de la impostura y del dolor ajeno.

Y creo que Iñaki conoce a un par de ellos…

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario