miércoles, 19 de agosto de 2020

17 agosto 2020 (12) La Vanguardia (opinión)

17 agosto 2020 




Más de cien personas dicen tener trastornos por estar en el lugar de los atentados de la Rambla


En la tarde del jueves 17 de agosto del 2017, las jóvenes Silvia y Marta estaban paseando por la Rambla de Barcelona. Tenían unas llagas en los pies y entraron en una farmacia a comprarse unas tiritas cuando se desencadenó el caos: una furgoneta irrumpió en el centro de la vía y arrolló a todo lo que se le interpuso. Mientras permanecían en el establecimiento, entró un uniformado (son incapaces de recordar de qué cuerpo) y les entregó un niño para que lo cuidaran. El chico se llamaba Julian Cadman, australiano, de 7 años. Murió en sus brazos.
Silvia y Marta no podrán olvidar nunca aquel día y padecieron secuelas por ello, pero no están reconocidas como víctimas del atentado. Ni ellas, ni otras cien personas que presenciaron los hechos de Barcelona y de Cambrils, y que sufren daños psicológicos por lo que vieron. Esta es una de las batallas que aún quedan pendientes de este asunto y que denuncian las asociaciones de víctimas.
Las dos jóvenes son un ejemplo. Pero hay más, y algunos bastante paradójicos, cuenta Roberto Manrique, de la Unidad de Atención y Valoración de Afectados por Terrorismo (Uavat), entidad que ha atendido a muchas de estas personas. Como los dos ocupantes de un coche que estaba parado en un semáforo y sobre el que cayeron dos cuerpos de heridos por la embestida de la furgoneta.
Las cifras oficiales, las que constan en el auto de procesamiento por los atentados de Barcelona y Cambrils, son las siguientes: 16 muertos y 166 heridos (125 en la Rambla, 29 en Alcanar a consecuencia de la explosión de la vivienda donde se fabricaban los explosivos y 12 en Cambrils). Muchos de ellos eran turistas y hay gente de 31 nacionalidades diferentes. Todos estos nombres están reconocidos como victimas por el Ministerio del Interior, con diferentes grados. Las víctimas mortales, según un baremo; los lesionados atendiendo a si se curaron los daños o si tienen incapacidades temporales o totales, y dependiendo de ello a una indemnización se añade una pensión. Hay que señalar que no son pocas las ocasiones en que las cantidades destinadas a resarcir a los afectados son incrementadas en los tribunales.
Pero el debate que mantienen las asociaciones de víctimas no es simplemente monetario, sino que las secuelas psicológicas derivadas de estar presente en el lugar de un atentado deben dar derecho a ser reconocido también como una víctima. Y esto, según Manrique, raramente ocurre.
En la Uavat se ha atendido a 73 personas que, en su mayoría, cumplen esta condición: los atentados marcaron su vida, pero no son consideradas víctimas. Y explican que por lo menos hay cien personas que no han sido reconocidas como tales. A veces la clasificación en uno u otro lado depende de un trámite administrativo. Ejemplo: Gerardo trabajaba aquel día en un quiosco en la Rambla. Vio muy de cerca toda la tragedia. Al día siguiente acudió a su puesto, pero estaba tan mal que no podía hacer nada. Su compañero le dijo que se fuera al CAP, donde le dieron la baja. El certificado ha permitido que sea considerado una víctima.
Manrique destaca que en los sucesos terroristas no solamente quedan lesiones físicas, sino que la herida también alcanza a la mente y no de forma menor, cuestión que debe ser tenida en cuenta a la hora de valorar los perjuicios causados, pues estas personas necesitan de atención psicológica especializada durante un tiempo que puede ser largo.
Pero las asociaciones de víctimas tienen más quejas. A muchos de los afectados no se les comunicó que tenían derecho a una representación legal particular o popular y es posible que no se enteren de cuándo se celebre el juicio. Y por otro lado está la discrepancia sobre la calificación jurídica de los hechos. Como ya se ha informado, en el banquillo se sentarán tres personas, supervivientes de la célula pero que no estuvieron en la Rambla o Cambrils, si bien participaron en la fabricación de los explosivos, en el transporte de material o en el alquiler de furgonetas. La Fiscalía mantiene el criterio de no acusarlos por los asesinatos, pero gran parte de las acusaciones particulares y las populares (como la Asociación de Víctimas del Terrorismo, AVT, o la 11-M) reclaman la prisión permanente revisable.
Sin embargo, el debate sobre quién es victima de un atentado sigue sobre la mesa en un país que conoce como pocos lo que es el terrorismo.

Opinión:


Para empezar y desde la óptica de la amistad, agradecer a Santiago Tarín toda la labor que lleva realizando desde hace décadas en relación a la información sobre terrorismo. Por ello es un honor “rectificar” uno de los datos que presenta en la noticia. Me consta que realizamos la entrevista en condiciones muy complicadas de tiempo y de disposición por mi parte y seguramente no quedó clara la idea. Cuando dice que “en la Uavat se ha atendido a 73 personas que, en su mayoría, cumplen esta condición: los atentados marcaron su vida, pero no son consideradas víctimas”, en realidad se hablaba de las 73 víctimas que la Audiencia Nacional nos ha aceptado su personación a través de nuestra acusación junto a los amigos y compañeros de 

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