domingo, 3 de noviembre de 2013

03 noviembre 2013 Diario de Gipuzkoa

3 noviembre 2013

Juan María Uriarte, obispo emérito de Donostia, presentará en los próximos días el libro 'La reconciliación'


Juan María Uriarte presentará en los próximos días el libro 'La reconciliación' (Edit. Sal Terrae), una obra en la que ha volcado sus reflexiones y sus experiencias en el terreno de la convivencia y la mediación entre ETA y el Gobierno español. Es su aportación para una Euskadi sin violencia

Donostia. Se refiere a sí mismo como un obispo jubilado para quitarse presión de encima, pero su autoritas fuera y dentro de la Iglesia vasca no emana de su cargo, o no cargo, sino de su experiencia en muchas batallas religiosas y cívico-políticas. Pertenece a esa casta de curas de raza que se mojan de lleno en la realidad inmediata, una estirpe en vías de extinción. "Yo estoy en la melé, no estoy en la orilla, estoy nadando, mal pero nadando. Estoy implicado en este asunto porque quiero a este pueblo y porque me hace sufrir comprobar que hay mucha gente que sigue sufriendo", asevera cuestionado sobre sus incursiones en asuntos políticos, en los que ha llegado a intervenir como mediador entre ETA y el Gobierno de Aznar durante la tregua de 1998.

¿Le preocupa el estancamiento del proceso de resolución?

Los procesos de pacificación y reconciliación suelen ser desesperantemente largos. En los dos años transcurridos desde la declaración del alto el fuego definitivo se han malogrado ocasiones para dar pasos firmes. Lo lamento profundamente. Pero espero que habrá nuevas oportunidades.

¿ETA debería de disolverse sin esperar a que el Gobierno español dé pasos?

En las circunstancias actuales de bloqueo debería dar sin demora ese paso capital. Es bueno que ETA se disuelva de manera pública y visible, no que se diluya insensiblemente.

¿Basta con la entrega de las armas o tiene que ir más allá?

Evidentemente no bastaría. ETA debe desaparecer.

¿A qué cree que se debe esta posición inmovilista del Gobierno Rajoy?

Porque está polarizado en la salida a la crisis. Porque la extrema derecha de su propio partido sostiene la tesis inmovilista. Por la actuación de algunos colectivos de víctimas que intentan marcar la acción del Gobierno y de los jueces. Porque un partido más extremo que su partido en esta materia, UPyD, está erosionando su nicho electoral, sobre todo en Madrid.

Y la Iglesia vasca, ¿qué aportación está haciendo?

En unos niveles eclesiales u otros, las tareas que corresponden a la Iglesia se están realizando con mayor o menor intensidad. Estimo que en esta coyuntura su actividad podría ser más intensa. Y más incisiva al urgir a los principales agentes a salir del bloqueo y al colaborar en la materialización de este éxodo saludable de la servidumbre de la violencia a la libertad solidaria.

¿Se está contando con la Iglesia del mismo modo que se contaba cuando usted intervino como mediador en 1998 o en Aiete?

Por lo que yo sé, se está contando algo, pero menos. Tal vez en una sociedad cada vez más secularizada la expectativa que los agentes tienen de la aportación de la Iglesia es más reducida.

¿Para la reconciliación es imprescindible la desaparición de ETA?

Por supuesto. Por débil que sea hoy, la pervivencia de un gendarme que se siente con la misión de tutelar los procesos es intolerable y, en estos momentos, incluso ridícula.

¿Le parece que se está dilatando mucho el proceso?

Estos procesos suelen ser muy lentos. Pero dicho esto hay que añadir que se está perdiendo una buena oportunidad para consolidar el proceso. Por un lado, por la cerrazón del Gobierno español y, por otro, porque la izquierda abertzale todavía necesita impregnarse de un espíritu democrático. Dos años sin un atentado no es un tiempo excesivo pero se ha perdido una primera ocasión, la de unos contactos indirectos entre ETA y el Gobierno español, no para arreglar cuestiones políticas, sino para encauzar asuntos como el de los presos o los refugiados. A ningún Estado se le caen los anillos por hablar con una organización violenta. Es más, puede contactar con ETA, situándola en su debido sitio, lo que para nada significa su legitimación o reconocer una interlocución de igual a igual.

¿Las víctimas están marcando la agenda del Gobierno español?

Cuando el PP estuvo en la oposición, les dio alas, y ahora no las puede controlar. Es verdad que con las víctimas ha habido un olvido generalizado, también la Iglesia ha estado más preocupada por una ética para la paz que por su situación doliente. Pero ahora están cobrando la factura al PP y quieren dirigir la política penitenciaria y las decisiones judiciales.

¿Qué puede hacer la Iglesia en la reconciliación y la convivencia?

Anunciar intensivamente hoy el mensaje de la paz y reconciliación. Ha de reconocer asimismo sus insuficiencias pasadas y presentes en el cumplimiento de esta misión. Ha de contribuir a la sanación y reparación de las víctimas, de todas las víctimas de signo diverso. Ha de contribuir a la creación de una cultura de la reconciliación, por ejemplo, a través de sus colegios.

¿Antes de pasar página, es necesario pedir perdón?

Reconocer el daño causado a las víctimas provocadas por ETA, declarar la voluntad de repararlo en lo posible, mostrar la decisión irrevocable de no reincidir es de todo punto necesario. No solo con estas víctimas; también con otras personas y grupos de signo contrario que han sido dañados en sus derechos humanos. También los agentes de las víctimas producidas a ETA han de mostrar una voluntad análoga. No parece exigible legalmente, aunque sí moralmente.

¿Quién debe admitir el daño causado: solo ETA o también el Estado por las víctimas de motivación policial?

También el Estado ha de reconocer y reparar. Habrá que ver el momento y el modo. Un Estado, lejos de rebajarse, gana dignidad cuando realiza gestos como este. Una revisión a fondo de la política penitenciaria sería una manera parcial e implícita de cumplir este deber.

¿La izquierda abertzale ha hecho sus deberes con la participación en homenajes a las víctimas de ETA?

También ella tiene todavía deberes. Urgir con mayor apremio a ETA a que entregue las armas y se disuelva. Educar a una parte tumultuosa de sus bases en la cultura democrática que aún parecen no haber interiorizado en la medida suficiente, gestionar de manera muy comedida el retorno de los presos a raíz de la deslegitimación de la doctrina Parot. Motivar a los presos para que pidan individualmente los beneficios penitenciarios. Seguir dando pasos unilaterales y, para ello, serenar a una parte de sus bases.

¿Qué papel deben jugar las víctimas en el final de ETA?

¿Se refiere a las víctimas provocadas por ETA? Yo no utilizaría la palabra "deben". Desearía que se involucraran en el proceso reconciliador. Pero han sufrido lo indecible y, durante años, sin reconocimiento social y... no estamos para exigencias. Tengo más claro "lo que no deben": condicionar indebidamente la política penitenciaria y las sentencias.

¿Qué mensaje enviaría a los presos?

Que ante la situación de bloqueo, se pongan de acuerdo para dar pasos individuales hacia la libertad. Que se desvinculen de los organismos internos y externos que perpetúan su situación y que no están en condiciones de tramitar soluciones adecuadas para ellos. Que reconozcan el daño y muestren su disposición de repararlo. Encontrarán quienes les ayuden a resituarse en la vida civil.

¿La sentencia sobre la 'doctrina Parot' servirá para desatascar la política penitenciaria?

Debería servir. Vistas las reacciones en contra, no veo probable una pronta dulcificación. Me explico estas reacciones pero... sería una pena que retarden la modificación de la política penitenciaria. Es importante, también, que no sean una rémora paralizante para ir tramitando los casos comprendidos por la anulación de la doctrina.

¿Qué le parece la posición de los presos de la llamada 'vía Nanclares'?

Admirable. Igualmente los diálogos que han mantenido con sus víctimas. Pedir perdón es un deber moral, en su caso difícil. Han tenido valor. No sé si su comportamiento se extenderá mucho. Sería muy deseable. También que quienes han practicado un terrorismo de respuesta lo reconocieran y pidieran perdón.

¿Cómo valora las reacciones al mapa de vulneraciones de derechos en cuya elaboración participó?

Soportar la verdad ha sido siempre difícil. Suscita reacciones emotivas e ideológicas y moviliza intereses partidarios. Pero ir construyendo la verdad entera es un presupuesto irrenunciable para la plena pacificación. Nadie ha desmentido los hechos, las flagrantes vulneraciones que hemos constatado en el informe un grupo de variadas sensibilidades.

¿Qué ha sentido cuando desde algunos foros de víctimas les han acusado de equiparar las de ETA con las de la violencia policial?

Mucha pena. Espero que un día se pueda cotejar el tratamiento dispensado en mis escritos y en los escritos comunes de los obispos vascos por los derechos humanos intangibles y a las violaciones provocadas por ETA y el otorgado a las violaciones contra miembros de ETA. La contundencia de los primeros es notablemente, y con mucha diferencia, superior a los de los segundos. Pero nunca he creído que la reprobación moral de ETA exigiera el silencio total respecto a las violaciones de los derechos humanos que se cometieron en respuesta a ella.






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