martes, 5 de noviembre de 2013

05 noviembre 2013 (5) La Vanguardia

05 noviembre 2013



Un blues valiente







Para meterse en Inchaurrondo Blues (Principal de los Libros), del inspector del Cuerpo Nacional de Policía Rafael Jiménez, hay que saber mucho de glorias y miserias =de contradicciones, al fin= humanas y celestiales. Hablaron con conocimiento del tema Eduardo Martín de Pozuelo, periodista de la Vanguardia especializado en temas de seguridad del Estado y Dagoberto Escorcia, redactor jefe de Deportes de La Vanguardia ¿medalla al merito deportivo 2013? Este último puso voz a una retransmisión futbolística extraída del libro y a todos, en la mesa, se les quedaron ojos de niño.
Eduardo Martín de Pozuelo recordó el día en que el autor, entre pincho y pincho de tortilla, le confió su intención de forjar lo que el premio Ortega y Gasset definió una “versión literaria del blues”. No hay tantas novelas, añadió, que hablen de ETA “del país vasco, la incomprensión, el sufrimiento, de una época que esperemos que haya pasado” y a alabo de Jiménez como policía que “no se limito a la trinchera, se ocupo de comprender. Ha logrado trazar un rayo de luz entre tanto odio”.
El reconocimiento llegaba también con la presencia de Jorge Fernández Díaz. No es muy común que el ministro de Interior presente libros, Claro que tampoco es muy común que u inspector del Cuerpo Nacional de Policía escriba novelas. “Llevo la guardia =como decíamos e casa= en el corazón”, explico antes de reconocer que el libro de Jiménez emocionaba y enlazaba con la actualidad. “De Inchaurrondo salían ataúdes y las mujeres intentaban que los niños crecieran ajenos al sufrimiento. Allí han muerto cien guardias civiles, era un destino duro”. Fernández Díaz clamo por la eliminación del terrorismo, se soltó y hablo de todo lo que quiso aunque no fuera el libro. También hablo de aquel exmiembro de ETA con el que hablo hace días a raíz de la estela de la doctrina Parot. “Tuve que decirle que, si tanto la preocupa la violación de derechos humanos, se acercara a Leitza y se diera una vueltecita”.
Rafael Jiménez ¿Barcelona, 1962?, diplomado en Criminología y Ciencias Políticas, ya vivo dos éxitos de ventas corales =Barcelona Negra y España Negra= y ahora nos traslada a ese cuartel, a principios de los ochenta, donde Eloy, hijo de teniente, forma con Ander un binomio soñador, el de dos chavales locos por el fútbol cuando el fútbol todavía no sabe de ideologías.
La semilla de esta novela hay que buscarla en aquella tarde de 1991 en que el autor escucho la noticia del asesinato de Fabián, un niño de dos años, hijo de guardia civil. “Pensé ¿que se le pasa por la cabeza a un terrorista sabiendo que va a matar a un niño? ¿Como se puede asesinar en nombre de una banda, un territorio?”. Aquel día =y otro tras hablar con un padre que perdió a sus hijas en el atentado de Hipercor= Rafael Jiménez, se juro que algún día, en su honor, escribiría este libro.
Con fama de empatico y de saber arrancar confesiones donde otros no pudieron, a quien fue durante años portavoz de la Policía Nacional en Barcelona le auguran un invierno firmando autógrafos, con un libro que supo unir ternura y crudeza transitando por la época en que la Real Sociedad gano dos ligas consecutivas. Nos faltó preguntar que otro libro tiene el ministro de Interior en la mesilla de noche.



 
Portada de l'ùltim llibre de l'amic Rafael Jiménez




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