lunes, 13 de diciembre de 2021

11 diciembre 2021 El Correo

11 diciembre 2021


 

«No buscamos un relato político y sindical propio sino acoger a las víctimas» 

nai Sordo recuerda que «el terrorismo nunca estuvo justificado» en el primer homenaje de CCOO a sus 12 afiliados asesinados por ETA

 

CCOO homenajeó ayer, por primera vez, a sus 12 afiliados asesinados por ETA. Fue un acto de «memoria, reconocimiento y justicia», proclamó el secretario general, Unai Sordo. «No buscamos un relato político y sindical propio, buscamos reconocer y acompañar a las víctimas y a sus familiares». La idea era realizar un tributo «junto a vosotros, hombro con hombro». Sordo recordó, de forma emotiva, a cada uno de ellos.

A Antonio García y el trabajo que hacía con la grúa en Tolosa, al granadino Francisco Medina y los dos hijos que se quedaron huérfanos, al minero Mario González «y las mentiras que se dijeron de él». Fue acusado de chivato, un pretexto habitual en los años 80. «Muchos de los doce sufrieron ese doble castigo por cosas como haber vendido pan a un cuartel o por ser confundidos con policías cuando eran comerciales», recordó Joseba Eceolaza, secretario de Políticas Sociales y Públicas de CC OO y uno de los muñidores de este primer tributo a las víctimas.

El secretario general también habló de Pedro Conrado y su «honestidad comunista», del panadero Cándido Cuña y su pelea para sacar adelante a su familia, y removió a los asistentes al aludir a Félix Peña y el infierno que tuvo que vivir en el ataque a la casa del pueblo de Portugalete. La lista seguía.

«No olvidaremos nunca a Antonio Martos y su compromiso con la gente desempleada en Sabadell. Tampoco dejaremos de hablar del funcionario de prisiones de Sevilla Manuel Pérez».

Dejó para el final a algunos de los más conocidos públicamente. José Luis López de Lacalle y Juan Mari Jáuregui «formarán parte, para siempre, de la historia del sindicato». Sordo cerró su intervención prometiendo no olvidar a Máximo Casado y su alegría innata, «ni dejaremos de homenajear a Ramón Díaz, hombre generoso y cocinero del barrio Loyola de San Sebastián».

La lista de víctimas del sindicato no está cerrada. Es difícil saber, especialmente en los años de la Transición, si hubo alguna más con el carné de CC OO entre los más de 850 muertos que provocó ETA. «Al menos doce eran compañeros. Doce historias de vida rotas por la violencia», puntualizó Sordo, antes de reiterar que «el terrorismo no tiene ningún sentido, ni humano ni político», y «nunca estuvo justificado». El homenaje responde a la voluntad del sindicato de arropar a unas víctimas a las que «nos teníamos que haber acercado mucho antes, tanto en el plano humano como en el público», tal y como reconoció Eceolaza en este diario. CC OO fue combativa y condenó a ETA desde los años 70 pero faltó, como en buena parte de la sociedad, un gesto de solidaridad que se consumó ayer. Algunos allegados participaron en una mesa redonda y otros intervinieron en un vídeo preparado para la ocasión.

De algún modo, una pregunta sobrevolaba el ambiente en el Palacio Europa de Vitoria, que ayer acogió el inédito homenaje. ¿Por qué ahora, cuando han pasado 20, 30 ó 40 años desde los asesinatos? «¿Por qué CC OO se plantea diez años después del final de ETA un acto homenaje a las víctimas afiliadas al sindicato?», planteó desde la tribuna el secretario general. «Porque el ‘ahora’ recoge y abriga el ‘antes’. Porque, parafraseando a Almudena Grandes, es un error pensar que la memoria tiene que ver solo con el pasado». «Perdón por el silencio»

Todos se llevaron de recuerdo una placa de José Ibarrola. Estuvieron arropados por cientos de asistentes, entre los que se encontraba el viceconsejero de Derechos Humanos, Memoria y Cooperación del Gobierno vasco, José Antonio Rodríguez Ranz; el delegado del Gobierno en Euskadi, Denis Itxaso, y el director del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez. También asistieron el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, y el consejero de Educación del Gobierno de Navarra, Carlos Gimeno.

En las semanas previas fue Eceolaza quien llamó a cada una de las familias, personalmente. Les pidió perdón «como familiares de aquel compañero» asesinado en un tiempo de silencio. Antes de empezar, tenía la sensación de que «hemos podido llegar tarde». Ayer, al acabar el acto, admitió que «ver a Blanca, Alain, Nuria, Francisco, Ángel, Nuria y Arkaitz –familiares de las víctimas– en ese escenario, ante 450 personas en pie, supuso «una catarsis para el sindicato».

 

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