miércoles, 15 de diciembre de 2021

15 diciembre 2021 El Correo (opinión)

15 diciembre 2021 


 

«Solo uno de mis profesores pidió guardar un minuto de silencio cuando mataron a mi padre»

Las víctimas de los años 80 muestran el desamparo social e institucional que sufrieron en una jornada organizada por la AVT en el Memorial de Víctimas

Ángela Rodríguez y otras víctimas de los años 80 muestran el desamparo social e institucional que sufrieron en una jornada organizada por la AVT.

 Cuando ETA mató a su padre, el 3 de mayo de 1984, en Irún, Ángela Rodríguez sintió «un silencio pesado» que tardaría mucho en disolverse y un desamparo social e institucional que comparte con la mayoría de las víctimas de los 80. Hay una imagen que retrata perfectamente ese tiempo oscuro. «Cuando mis hermanos y yo volvimos a clase, sólo uno de los profesores, el de Historia, pidió guardar un minuto de silencio porque habían matado al padre de un compañero de colegio. Le di las gracias». Lo contó ayer en las VII Jornadas de la AVT sobre «la respuesta social, jurídica e institucional» tras los atentados, que se celebraron en el Centro Memorial.

El padre de Ángela «tenía un taller y solía hablar con guardias civiles, porque algunos eran como él, de Badajoz, y otros eran amigos. Le acusaron de chivato». «Políticos, alcaldes y profesores fueron al funeral pero nadie volvió. Sólo Celia, de la AVT, que nos dijo que volvería y lo hizo. Mi madre tenía una pensión muy pequeña y necesitaba sacarnos adelante. Pidió un empleo al alcalde de Irún y no lo consiguió», recordó. «Mi madre pasó diez años de luto, hasta mi boda». «Nadie se acercaba pero todo el mundo te miraba. Faltó apoyo, nos estigmatizaron como víctimas. Treinta años después, el carnicero de mi ama le pidió perdón por no haber dicho algo cuando mataron a su marido».

La vida de Ángel Rodríguez, el padre de Ángela, tiene un logo inesperado y hermoso. «Mis hermanos tenían 9 y 15 años cuando le mataron y se hicieron mecánicos, como él. Hemos reabierto el taller 25 años después. Se llama Talleres Rodríguez. Cuánto le hubiera gustado verlo».

Hubo otras voces, como la del guardia civil Víctor López, herido en atentado el 24 septiembre de 2002 en Leitza. «Estaba de vacaciones y vi una pancarta contra la Guardia Civil. Di aviso y me quedé allí. Al retirarla, explotó». Aquel fue el comienzo de sus problemas. «Algunos me culparon de la muerte de mi compañero por avisar de la pancarta. Yo mismo me eché la culpa durante años», confesó. «No había ayudas ni apoyo psicológico. Me lo busqué por mi cuenta». «Mi sargento dijo que tomaba antidepresivos y no me renovaron el carnet de conducir.

Algunas mujeres de guardias dejaron de llamar a mi esposa para tomar el café». López, que se siente «una víctima de segunda», dio las gracias «a la AVT y a mi mujer porque sin ella, no estaría aquí».

Homenaje en Vitoria

Matilde Atarés, hija de un policía nacional asesinado el 23 diciembre de 1985 en Pamplona, también recuerda «aquel silencio impresionante». Eran ocho hermanos e hicieron piña. «Mi padre nunca tuvo miedo porque era bueno y nunca hizo mal a nadie. Mi madre fue a donar sangre cuando escuchó que una de las etarras que participó en el atentado estaba herida. Nos educaron con valores».

Maite Araluce, presidenta de la AVT, destacó los avances logrados por la asociación en estos años y advirtió de que «el principal propósito de los asesinos es tergiversar el relato».

Para Montserrat Torija, directora general de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo de Interior, «la AVT ha sido un ejemplo en Europa». Torija admitió que «en los años de plomo, a la pérdida se añadía la soledad». Todos coinciden en que «hubo un desamparo económico» hasta 1999, cuando se promulga la ley de víctimas, modificada en 2011.

Monika Hernando, directora de Víctimas del Gobierno vasco, observa «un importante déficit en los 80, casi un abandono. En los 90, una progresiva sensibilización y una cobertura mayor desde el 2000».

Antes de empezar la jornada, la asociación APAVT hizo una ofrenda floral a las víctimas del terrorismo, «las únicas merecedoras de homenaje» en Vito ria. Acudió el alcalde, Gorka Urtaran, algunos ediles y otras autoridades.

Miguel Folguera, presidente de la APAVT, recordó cómo «llegaban las víctimas a la Audiencia Nacional, personas mayores y destrozadas por ver a los asesinos. Algunos nunca habían estado en Madrid. Los que iban a ser juzgados llegaban apoyados por gente en autobuses y las víctimas llegaban solas 20 ó 30 años después del atentado».

Opinión:

Por fin parece que se empieza a reconocer públicamente el trabajo que en el País Vasco desempeñaron unas mujeres absolutamente anónimas pero que, sin su esfuerzo, la AVT actual no sería nada.

Todo ello se debe al trabajo efectuado por los miembros de la antigua AVT… gente valiente y decidida como Celia Bech o Leonor Regaño fueron las delegadas en el País Vasco de aquella antigua AVT  a la que tanto le debo personalmente.

Pero es curioso cómo se olvida a aquellas personas que, tras nuestro atentado, decidimos invertir todo nuestro esfuerzo, nuestro tiempo e incluso recursos propios para ayudar y asistir a otras víctimas. Buscándolas, visitándolas… junto a abogados kamikazes (Juan Carlos, Emilio, Pedro, José María…) o psicólogos que empezaban a estudiar por libre la victimología terrorista (Luisa, Sara, Marta, Rita…) porque en la Facultad jamás les hablaron de cómo atender a este colectivo que cada día seguía creciendo.

Dicho esto, solo recordar y homenajear a aquellos compañeros junto a los que tuve el honor de poner los cimientos para que la AVT llegara a ser un referente…

Y según mi opinión, referente hasta la llegada de aquellos que la utilizaron para hacer carrera política, de aquellos que lo aprovecharon para organizar manifestaciones en nombre de “LAS” víctimas contra un gobierno tras los atentados del 11 de marzo de 2004, de aquellos que se constituyeron  en un lobby político en lugar de asistir a tantas y tantas víctimas que figuran en sus listados.

Y hablando de listados. Listados que, en su enorme mayoría, ya vienen de la labor de búsqueda de aquellas décadas de los 80 y los 90… porque ¿se modificaron estatutos para incluir a personas que no son víctimas?

Pero eso ya es otro tema del que, espero, se hable en un futuro más o menos próximo.

 

 

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