miércoles, 8 de junio de 2022

02 junio 2022 (2) ABC (opinión)

02 junio 2022 

 


El perdón de las víctimas

Es cada vez más habitual que algunos políticos espoleen nuestras emociones con el fin de que aceptemos algunas de sus decisiones que carecen de sustento racional o moral.

En el proceso que condujo al final del terrorismo de ETA Zapatero hizo esa invocación a las emociones cuando asignó el término «proceso de paz» a lo que en realidad era un arreglo con una organización criminal en activo. Este emotivismo se utiliza también por quienes glorifican el final pactado con ETA, denominándolo «derrota», mientras obvian las contraprestaciones que obtuvo la banda terrorista a cambio de dejarlas armas.

Más recientemente, el PNV y Bildu, junto con el PSOE, para desviarla atención sobre sus responsabilidades en toda esta historia, incorporan expresiones irrefutables desde el sentimentalismo, como la «convivencia», la «reconciliación», y en consecuencia, el perdón de las víctimas, como desenlaces idóneos para la sociedad del posterrorismo de ETA.

En este sentido, la actitud de las protagonistas de la novela ‘Patria’ y de la película ‘Maitxabel’, ha sido tomada como referencia por quienes intencionadamente interpelan a las víctimas en relación con su clemencia, lo cual les obliga, de entrada, a cargar con la responsabilidad de la concordia. Pero si resulta que con su respuesta la víctima interpelada no genera las mismas emociones que las tomadas como modelo, corre el riesgo de convertirse en sospechosa de arruinar la convivencia, e incluso de buscar la venganza, si es que se le ocurre invocar la Justicia.

Vincular la concordia al perdón presenta muchas limitaciones, la primera de las cuales es la indecencia que supone que los mismos que quebraron la convivencia y sus beneficiarios político se encomienden ahora su restauración a las víctimas.

Además, a juicio de Fernando Savater, sería algo así como privatizar la culpa, hacer «como si los delitos cometidos fuesen agravios o malentendidos interpersonales». Y si las víctimas, por ese motivo, jamás se tomaron la Justicia por su mano, tampoco han de hacerlo cuando la Justicia que se les demanda busca un resultado absolutorio.

Otro obstáculo a la apelación al perdón de las víctimas el terrorismo es que no existe el perdón por delegación: nadie puede perdonar en nombre de los asesinados. Además, al hablar del perdón se olvida a muchas víctimas, como por ejemplo a aquellos que vivieron amenazados y no pudieron ejercer libremente sus derechos. Y se olvida también, de entre los susceptibles de obtener el perdón, a los responsables de la culpa política y moral, de la que habla Joseba Arregui, y que se encuentran en el ámbito del nacionalismo vasco.

Y si, por otra parte, observamos la ausencia de colaboración con la Justicia y de deslegitimación de la violencia ejercida por los terroristas, encontramos otra limitación capital para el perdón de las víctimas, que es la existencia de 379 asesinatos de autor desconocido.

El interés del PSOE por blanquear el pasado terrorista de Bildu, el del nacionalismo vasco por eludir su responsabilidad, y el de todos ellos por sortear la Justicia para los presos de ETA, no debe hacernos caer en la trampa de situar la pelota en el tejado de quienes sufrieron directamente la violencia y representan un obstáculo de la democracia a esas pretensiones, que son las víctimas del terrorismo. En conclusión, no debería admitirse que convivencia y justicia se nos presenten como alternativas, y menos aún que dependan de un inexistente poder purificador de las víctimas sacado de una novela o de una película, por muy emotivo que resulte su final.

Luis Heredero Ortiz de la Tabla es hijo del Coronel Antonio heredero Gil, asesinado por ETA en Salamanca el 2 de septiembre de 1992.

Opinión:

Siendo víctima de la banda terrorista ETA y desde el máximo respeto que me merece cualquier otra víctima del terrorismo, me gustaría plantear una serie de reflexiones al artículo del señor Antonio Heredero de la Tabla. Y lo voy a hacer porque el titular del artículo menciona la palabra “LAS”.

Es decir, si en el titular se pudiera leer “el perdón de algunas víctimas”, o “el perdón de muchas víctimas” o incluso “víctimas y perdón”, no hubiera expuesto mi opinión.

Pero al citar a “las” víctimas, me veo incluido en el titular de un artículo que no refleja mi sentir en varios de los argumentos que se presentan.

Me habría gustado leer un artículo mencionando algo similar al que se expone en el presente cuando en 1998 el entonces Presidente del Gobierno José María Aznar dijo las siguientes frases en 1998:

-       “la organización debe ganarse la credibilidad con hechos y no con declaraciones”

-       “El PP invita a los partidos a la unidad para un final dialogado de la violencia”

-       “El proceso de paz se abrirá si la banda acepta los resultados de las elecciones”

-       “Por la paz y sus derechos no nos cerraremos a la esperanza, al perdón ni a la generosidad. Seremos coherentes”

-       “Siempre es mejor tomar posesión de un escaño que de una pistola. Ahora lo que hay que evitar es que se intente compatibilizar ambas cosas”

-       “El comunicado que ETA hizo público el día 21 de diciembre que confirma la tregua indefinida de la banda, abre la esperanza de una paz definitiva”

-       “El Gobierno incorporará una nueva orientación de la política penitenciaria consensuada, flexible y dinámica”

-       “Que la situación se transforme en un verdadero proceso de paz depende de su voluntad de renunciar a la violencia”

He cerrado esta analogía de declaraciones célebres (aunque a menudo escondidas) con la última frase para recordar que el Presidente Aznar ya hablaba de “proceso de paz” el 11 de octubre de 1998… por tanto, no es una exclusiva del Presidente Zapatero.

Y mientras rebuscaba en las revistas de la ANTIGUA AVT la publicación de esas frases (que con total seguridad fueron la causa el inicio del final de aquella entrañable asociación), me he encontrado con estas otras frases del entonces ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja:

-       “Si no se mezcla el proceso de paz con reivindicaciones políticas, la política penitenciaria sería una de las políticas importantes que nos aproximen a la pacificación”

Pues vaya, un ministro de Interior también hablando, el 30 de septiembre de 1998, de “proceso de paz” y hasta de ”pacificación”…

Sigue el artículo diciendo, con toda lógica, que “otro obstáculo a la apelación al perdón de las víctimas el terrorismo es que no existe el perdón por delegación: nadie puede perdonar en nombre de los asesinados”… cierto y por la misma regla de tres, nadie puede NO perdonar en nombre de los asesinados, por lo que se entiende que es una decisión absolutamente personal e intransferible. Ambas posturas, ambas decisiones, merecen el mismo respeto y el mismo espacio en cualquier escrito que hable de “las” víctimas.

Termino enviando un afectuoso saludo a quien quiera entender que, para muchas víctimas (reitero, no para “las”) el mayor objetivo es que nadie mas sufra nuestro mismo dolor.

 

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