martes, 28 de junio de 2022

25 junio 2022 (2) Diario Vasco (opinión)

25 junio 2022 

 


Alberto Muñagorri, víctima de ETA

«Me debatía entre la vida y la muerte y enfrente de mi casa se gritaba 'Gora ETA militarra!'»

Hace cuarenta años al niño Alberto Muñagorri le alcanzó la explosión de una bomba de ETA en Errenteria. Le tuvieron que amputar una pierna. Tenía diez años y ahora con cincuenta cuenta su historia

«Todavía duele». Alberto Muñagorri nos saluda afable y aparenta estar en perfecta forma, pero cuando se le pregunta por su estado de salud deja claro que las secuelas del atentado siguen presentes. Lo cierto es que ha corrido triatlones y la Behobia-San Sebastián, así que el paquete bomba le destrozó la pierna siendo un niño, pero no las ganas de vivir. Mantenemos una charla en la terraza de una cafetería tranquila del paseo Fanderia, donde solo se oye a los pájaros y el rumor del agua que pasa por debajo del molino cercano. Nada que ver con la Errenteria de los años del plomo. Alberto narra en primera persona, de forma pausada y sin atisbo de rencor, su vida.

El atentado

«No le di una patada. Me paré, la miré y explotó»

«Fue un sábado, el 26 de junio de 1982. No le pegué una patada a una mochila que estaba en la calle, como se ha venido repitiendo. La información que la Policía Nacional dio a mi padre fue que se trataba de un paquete bomba colocado para explotar a las doce de la noche del viernes 25, pero por un fallo del mecanismo no lo hizo. Hubo avisos de los vecinos de que había un paquete sospechoso. La Policía Municipal acordonó la zona hasta las seis de la mañana y se llamó a los artificieros, que no acudieron por temor a que se tratara de una trampa. A las siete se levantó el cordón policial por el cambio de turno y el paquete quedó allí, en la puerta de una oficina de Iberduero. A las 12 de la mañana de ese sábado me paré frente al paquete, porque me llamó la atención que sobresalían unos plásticos negros. En ese momento explotó sin que yo le pegara ninguna patada. Esta versión se extendió porque mi padre, en un primer momento, dijo que lo más probable es que sucediera así porque tenía la pierna destrozada».

«Pasé dieciséis días en la UVI. En total dos meses y medio de hospital. Al colegio volví ese mismo año. No quería ir porque no tenía pierna, así que llegué a un pacto con mi madre y me incorporé en octubre. La entrada fue normal, los compañeros se portaron bien conmigo.

Apoyo

«Hubo gente que se nos acercó, pero el silencio fue atroz»

«Recibimos apoyo de las instituciones, no tanto de los vecinos del pueblo. A las ocho horas del atentado, cuando yo estaba en el hospital todavía entre la vida y la muerte, mi madre fue a recoger a mis hermanos a Errenteria y se tuvo que tragar una manifestación que gritaba Gora ETA militarra! enfrente de mi casa. Sí hubo gente que se acercó a mis padres para decirles que sentían mucho lo que había pasado, pero apoyo del pueblo como tal no hubo. En realidad mantuvo un silencio atroz. La gente, una vez ocurrido el atentado, solo se preocupó de que sus hijos no le dieran una patada a nada. Ese no era el problema, el problema era que se ponían bombas. Es verdad que cuando ETA se disolvió hubo más personas que vinieron a hablar conmigo».

Comando

«Sospecho quién fue, pero no tengo la certeza»

«Fue ETA. No se sabe quién o quiénes, pero por informaciones que me han llegado a mí y a mi familia puedo sospechar de alguna persona, pero no tengo la certeza. Esa persona no se ha acercado a mí, aunque el delito ya ha prescrito. Si el autor lo hiciera, no tendría ningún problema en hablar con él, siempre que mostrara arrepentimiento. Si lo hace para decirme que fui un daño colateral de una lucha que se ejercía por la libertad de Euskadi, para eso prefiero que siga en su burbuja».

Izquierda abertzale

«Las disculpas no sirven de nada si no hay hechos»

«Nadie de ese mundo se ha acercado a nosotros. Solo hubo un comunicado de ETA en el que lamentaban lo sucedido. Esas disculpas no sirven absolutamente para nada, lo que importa son los hechos y éstos muestran que después de ese atentado siguieron colocando bombas, asesinando y secuestrando. En mi caso, a ETA le costó reconocer que había colocado la bomba, pero no tuvo más remedio que hacerlo. Sí tuvimos un alcalde de EH Bildu, Julen Mendoza, que se posicionó en contra de los atentados y pidió disculpas, algo que agradezco, pero fue a título individual, no en nombre del partido».

Odio

«Mi madre me enseñó a tirar para adelante»

«No siento odio ni rencor. En la primera charla que tuve con mi madre a los pocos días del atentado me dijo que el odio no iba a llevarme a ninguna parte y que tenía dos caminos, quedarme arrinconado o tirar para adelante. En aquella época no había psicólogos. Mi psicólogo se llamaba de nombre Sara y de apellido 'échale un par de cojones'. Siento más bien indiferencia hacia los que pusieron la bomba. A veces me da tristeza pensar que en la cabeza de gente tan joven se metió una ideología que les llevó a un mundo violento, hasta el punto de que un día se encontraron con una pistola en la mano. Al final, treinta años de cárcel. Ahora muchos de ellos se están replanteando lo que hicieron».

'Ongi etorris'

«Buscan triquiñuelas para seguir haciéndolos»

«No me gustan, para nada. Deberían estar superados. Hay una parte de la izquierda abertzale que está promoviendo un discurso sobre la convivencia y la construcción de valores, pero la realidad es que siguen apoyando de una manera u otra los ongi etorris. Dicen que ya no los hay, pero se buscan triquiñuelas para hacerlos. Entiendo perfectamente el dolor de una madre que tiene a su hijo en la cárcel, pero cuando sale el recibimiento se le debe hacer en casa para evitar dañar más a las víctimas. Pero no son solo los 'ongi etorris', son también las pintadas y Errenteria está plagada de ellas. A este pueblo se le ha dado mucho bombo por su esfuerzo por la convivencia, pero esto es incompatible con que tengamos que soportar pintadas que recuerdan a personas que tiene delitos de sangre».

Víctimas

«Los heridos somos los grandes olvidados»

«Se ha hecho mucho hincapié en las personas asesinadas. Efectivamente, sufrieron la mayor vulneración de los derechos humanos, quitarles la vida. Pero ha habido otras víctimas, los heridos, de los que se ha empezado a hablar hace muy poco tiempo. Y somos muchos. Aquí se debe incluir a los que se tuvieron que ir, a los que les quemaron la tienda porque no cerraron un día de huelga... El terrorismo provocó 850 asesinatos, pero además hay que dar voz a todo lo que ocurrió. Los heridos hemos sido los grandes olvidados de esta barbarie».

«La gente cree que sufriste un atentado hace años y unas secuelas que se curaron en un tiempo más o menos razonable, pero la realidad es que siguen ahí e incluso algunas se han ido agravando. Después de cuatro décadas y de quince operaciones en el oído y de otras cinco en la pierna, este último año he pasado cuatro veces más por el quirófano. Todos los días me coloco una prótesis y su uso me ha fastidiado la espalda. Me ven correr y andar en bici y me dicen que qué bien he superado las heridas, pero no saben el esfuerzo y sufrimiento que hay detrás».

Los jóvenes

«Esta historia les pilla muy lejos

«Participo en el programa Adi-Adian. Damos charlas a alumnos de 14-15 años y de primer curso de la Universidad. La verdad es que este tema les pilla muy lejos. Han nacido con ETA en activo, pero han crecido ya sin atentados. Aún así, responden de una manera impresionante. La mayor parte de los colegios que requieren nuestra presencia son concertados o privados y solo en ciertas localidades. En Errenteria no se ha interesado ninguno. Si nos escucharan estarían más abiertos a nuestra presencia, porque las víctimas no lanzamos un mensaje de odio ni de revancha. También van víctimas del GAL».

«Hay gente que dice que las víctimas somos muy pesadas, que estamos continuamente recordando lo que nos ha pasado. La realidad es que durante muchos años no se hablaba de esto ni en las casas ni en ningún lado, así que ya es hora de que se transmita a los jóvenes lo que ha ocurrido y éstos a su vez a sus padres. Cuando acudimos a los colegios, algunos chavales nos preguntan si la gente no reaccionaba ante los atentados. Yo les digo que pregunten a sus padres dónde estaban. Nos tenemos que mirar al espejo y ver qué hicimos cada uno en toda esta historia».

¿Punto final?

«Diez años sin ETA no sirven para olvidar 50 de terror»

«Cincuenta años de terrorismo no se solucionan porque hayan pasado diez años sin ETA. La sociedad está más calmada, respiró y vivimos mucho mejor, pero quedan muchas heridas sin curar. Cuando rascas, ves que las ideas que llevaron a que se cometieran atentados siguen ahí. La independencia es absolutamente respetable, pero una parte de la sociedad todavía no ha asumido que no puede defenderla con la violencia. Vamos a hablar a los centros y educamos a los jóvenes en valores como el respeto y la vulneración de los derechos humanos, pero es la sociedad en su conjunto la que se tiene que reeducar. Hay personas que piensan que los otros se merecían los atentados de ETA o del GAL y eso no puede ser».

«La violencia no lleva a nada bueno, no es el camino para solucionar las disputas políticas o de cualquier índole. La sociedad miró durante mucho tiempo para otro lado. Y esto no se puede volver a repetir como está sucediendo con la inmigración o los asesinatos machistas».

Opinión:

AMIGO Alberto lo dije en un tuit y lo digo ahora públicamente: absolutamente de acuerdo en todo cuanto has comentado en la entrevista. Eres GRANDE.

Y el detalle de recordar a los heridos en atentado terrorista diciendo las cosas por su nombre te honra como persona y como víctima.

Un enorme abrazo.

 

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