domingo, 27 de agosto de 2017

27 agosto 2017 (5) El Correo (opinión)

27 agosto 2017



Corán y terrorismo

Juan Luis de León Azcarate
Profesor de Teología de la universidad de Deusto

El terrorismo yihadista, que tiene a la gran mayoría de musulmanes en su contra, pretende reivindicarse a sí mismo como el auténtico islam. Sin embargo, pese a que las fuentes islámicas se muestran a veces ambivalentes ante el tema de la violencia, como también sucede con algunas secciones de la Biblia, el Corán no legitima el terrorismo yihadista. La tradición musulmana considera que dos tercios de las suras (o capítulos) que lo componen, la parte más religiosa del libro, fueron reveladas a Mahoma en La Meca a lo largo de los primeros diez años de su vida profética (610-622 d. C.) y el tercio restante, que refleja la experiencia de la comunidad musulmana (umma), en Medina en los últimos diez años de su vida (622-632 d. C.). Son dos períodos muy distintos. En el primero predomina un mensaje pacífico y humanitario, mostrando a un Dios de naturaleza justa. Tras su expulsión de La Meca y refugiarse en Yatrib (luego Medina), Mahoma creó un estado musulmán con capacidad de defenderse de sus enemigos internos y externos, si bien el Corán, y esto es importante, no indica cómo fue ese estado ni cómo debía serlo en el futuro. En este período se calcula, siguiendo fuentes musulmanas posteriores, que Mahoma participó de algún modo en 86 acciones guerreras, no todas defensivas. Este rasgo, sin con ello pretender valorar nada, distingue claramente a Mahoma de otros fundadores de religiones como el Buda o Jesús. El Corán se opone a cualquier forma de imposición forzosa de las creencias islámicas (Corán 2,256; 10,99-100), lo que impide legitimar conflicto alguno por este motivo. En el Corán el término yihad, «esfuerzo» (realizado en la vía de Dios), y sus derivaciones aparecen en 41 ocasiones, de las cuales solo 10 casos se refieren a una acción guerrera. La palabra «guerra» (harb) aparece en el Corán solo seis veces. La palabra «paz» (salam) lo hace unas 40 ocasiones, la mayoría de manera vaga refiriéndose a estar en paz con Dios. Sin embargo, más frecuentes son otros términos que pueden traducirse como «combatir», «matar» o «luchar». Algunos investigadores distinguen entre aleyas (versículos) «pacifistas» y aleyas «belicistas», estas últimas más propias del período medinense. Las primeras (Corán 6,106; 15,94; 16,125-127; 50,39) recomiendan evitar el trato con los idólatras, presentar prudentemente su fe y mostrar paciencia, tolerancia y perdón. En ellas la violencia punitiva contra los infieles queda reservada solo a Dios el Día del Juicio. Las «belicistas» establecen la licitud del yihad defensivo cuando es atacado directamente por otros o cuando la fe se ve amenazada (Corán 2,190-195; 8,38-39; 9,13-14; 22,39-40). Aun así, muestran un gran respeto por los lugares de oración monoteísta como mezquitas, sinagogas, iglesias y ermitas (Corán 22,40). Los combates terminarían cuando cesara la amenaza. Pero otras aleyas apuntan a extender la guerra contra los infieles, incluidos judíos y cristianos, particularmente contra los mequíes (Corán 9,73; 47, 4), hasta que se sometan a la ley del islam (Corán 9,29). El castigo ya no queda reservado únicamente a Dios. Quienes combatan a Dios y a su enviado pueden ser ejecutados, crucificados, amputados o desterrados (Corán 5,33). Estas aleyas se comprenden en el contexto inmediato de la vida de Mahoma, enfrentado a los mequíes y traicionado por una tribu judía medinesa, y parecen referirse especialmente a judíos y cristianos que incumplen sus creencias o violan los pactos con Mahoma. No debieran entenderse como un imperativo universal y para siempre. Es aquí donde creo que las comunidades musulmanas pueden hacer un esfuerzo mayor por explicar debidamente estas y otras aleyas con el fin de deslegitimar a los yihadistas que se apoyan en ellas. El Corán apuntala ya la doctrina del martirio en combate al afirmar que aquellos que luchan por Dios, aunque mueran, recibirán de premio la vida venturosa en el Jardín paradisíaco (Corán 4,74, 77; 9,111). Todo ello esboza la doctrina del yihad guerrero que será desarrollada y codificada en el siglo IX d. C. en diversas colecciones de hadices (dichos o hechos atribuidos a Mahoma reconocidos como auténticos) y tratados jurídicos con el fin de justificar las conquistas árabes y el imperio musulmán. En todo caso, es necesario subrayar que el Corán, y también los hadices pese a que éstos asumen un concepto de yihad más beligerante, muestran unas reglas de combate muy humanitarias, máxime en una época poco proclive a benevolencias bélicas. En su conjunto, prohíben todo exceso violento durante la lucha, matar a otros musulmanes, mujeres y niños, y ordenan tratar bien a los prisioneros de guerra sin esperar nada a cambio. Incluso algunos hadices afirman que Mahoma prohibió a las mujeres participar en los combates. Es obvio que los terroristas yihadistas actuales violan todas estas normas. Concluyo con la siguiente aleya que pese a estar inicialmente dirigida a los judíos tiene alcance universal: «prescribimos a los hijos de Israel que quien matara a una persona que no hubiera matado a nadie ni corrompido en la tierra, fuera como si hubiera matado a toda la Humanidad. Y que quien salvara una vida, fuera como si hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad» (Corán 5,32). Esta aleya tampoco parece estar en el Corán de los terroristas yihadistas. Ella sola es una máxima ética de ciudadanía.

Opinión:

Conocer los orígenes de un problema siempre puede aportar la solución o, cuanto menos, aportará datos para tener una visión mas amplia.

Eso es lo que se presenta en este artículo.

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