domingo, 27 de agosto de 2017

27 agosto 2017 Diario Sur (opinión)

27 agosto 2017 



«No importa la religión. Cualquiera podría haber muerto allí»

Por encima de credos, ideas políticas y nacionalidades, la gente tomó la calle en solidaridad con las víctimas
La multitudinaria manifestación que ayer recorrió el centro de Barcelona congregó, en una imagen prácticamente inédita, a los principales líderes políticos e institucionales del país. Pero también reunió a miles de ciudadanos anónimos, de todas las nacionalidades y religiones, unidos por un sentimiento común. Mostrar su solidaridad con las víctimas y lanzar un mensaje a los terroristas: «No tinc por». «No tenemos miedo».

Tamehd Karim Siria
«Perdí a mi familia en Alepo. Sé qué es el dolor»
Tamehd no paró de recibir abrazos. Tenía un cartel en el que reivindicaba el islam como religión de paz. Y muchos manifestantes se acercaban a estrecharle la mano o a abrazarle. Cuando tenía que hablar con alguien le asudaba Mouna, una catalana de 22 años de origen marroquí a la que había conocido poco antes que hacía de traductora. Vio a su mujer y a sus dos hijos morir en la guerra de Siria. «Perdí a mi familia en Alepo. Sé qué es el dolor». Después cogió una patera con casi cincuenta personas y fue el único superviviente. Por eso está muy agradecido a Barcelona por haberle acogido como refugiado. Mouna, por su parte, insiste en que cualquiera de los que acudieron a la manifestación podría haber sido víctima del atentado. «No importa la religión. Cualquiera podría haber muerto allí», advierte.

Benjamín García Barcelona
«Tenemos que unirnos en torno al Rey»
Llegó a la manifestación con un gran cartel. Por un lado, un retrato del Rey; por el otro, una bandera de España con un crespón negro. «En este país tenemos que reunirnos alrededor de una institución que nos aglutine a todos. Y eso es la Casa Real, y eso es el jefe del Estado. Por eso llevo esta pancarta», afirma este barcelonés. Asegura que su posicionamiento político es «muy polémico» en Cataluña por el «tema independentista» ya que, a su juicio, cualquier institución que represente al «conjunto de los españoles causa rechazo» en los gobernantes catalanes porque «atenta contra sus ideas separatistas». Reconoce que en un primer momento no se terminaba de creer los atentados. «No puede ser, no puede haber pasado aquí», pensaba. La incredulidad dejó paso a la «rabia» y la «frustración». «¿Qué podemos hacer entre todos para luchar contra esta gente?», se pregunta al tiempo que asegura no saber cómo pueden influir los atentados en el proceso soberanista porque existen «muchas incógnitas». Lo que tiene claro es que la «gente que apoya el 'proces' está nerviosa porque ve que los que no les apoyamos somos muchos más de los que creían y nos estamos juntando».

Mah M. Irán
«Me sentía obligada a estar hoy aquí»
Mah es una diseñadora gráfica de Irán que vive en Barcelona desde hace diez años. Lleva el pelo suelto, sin velo, pantalones cortos y escote. Tiene claro que no podría vestir de esa forma en Irán. Y asegura que, después de tanto tiempo, le sería «muy difícil» volver a su país, donde la gente quiere «más libertad individual», pero se sienten lastrados por las «prohibiciones del Gobierno». «No soy creyente. Pero sentía la obligación de estar hoy aquí. Me dolieron mucho los atentados, que se utilice el nombre de la religión para atentar contra gente», dice Mah, que prefiere ocultar su apellido.

Jasmina Janu Rodríguez, Elisabeth Eliath y Susi Díaz Barcelona y París
«Respondemos a la provocación de España»
Estos amigos tomaron la decisión de participar en la gran marcha en cuanto se convocó. Su idea -dicen- era no llevar ningún símbolo para respetar un acto convocado «en señal de luto». Pero finalmente acudieron con una bandera estelada y una pancarta en la que se pedía a Felipe VI que no trafique con armas si «quiere la paz». «Lo hemos hecho para responder a las provocaciones del Gobierno de España, que ha fletado autobuses y aviones para tratar de frenar el proceso independentista», afirma Benjamín. Además, insisten en que hay «cosas que no están claras del atentado».

Jasmina Janu Marruecos
«Nos duele que lo hagan en nuestro nombre»
Jasmina Janu acudió a la manifestación con un grupo de jóvenes mujeres de la región africana del Rif. Se dedican a reivindicar los valores culturales de los territorios a los que pertenecen. Entre ellas hay de todo. Creyentes musulmanas y no practicantes. Jasmina no es religiosa. Pero ha acudido a la marcha para que a la sociedad española le quede claro que «no todos somos iguales». «Nos duele que comentan estos atentados en nuestro nombre».

Carlo Angrisano y Fede Munne Barcelona y Murcia
«Hemos traído banderas españolas y catalanas»
Tienen 20 años. Acudieron a la manifestación con una decena de amigos. Cada uno llevaba una bandera española. Otros, una pancarta con las banderas española y catalana unidas por un crespón negro. Querían llevar símbolos «que uniesen a todo el mundo», sin cargas políticas, en un momento en el que «lo importante es estar unidos» en «repulsa» del atentado yihadista. Por eso, admite Carlo, le dolieron los abucheos al Rey. «Es triste que se pite al jefe del Estado. A los muertos nadie les ha pedido el carné político».

Zana Suphantagi, Behced Kurdi, Qendil Norzaneg Kurdistán
«Conocemos bien la bandera negra del Daesh»
Zana, Behced y Qendil son kurdos. Los dos últimos llevan poco tiempo en Barcelona, donde Zana trata de hacerles más fácil la integración. Estuvieron ocho meses en un campo de refugiados de Grecia, tras huir de sus casas por el avance de los yihadistas. «Por eso estamos aquí. Porque nuestro pueblo los ha sufrido como nadie, como también hemos sufrido al Gobierno turco. Conocemos muy bien la bandera negra del Estado Islámico», subraya Zana.

Opinión:

Haz frases que me descolocan... entiendo que leer en el titular «No importa la religión. Cualquiera podría haber muerto allí» no tiene nada que ver son la realidad ni tan siquiera con la manifestación.
Para mi es precisamente la religión la responsable de lo ocurrido, claro que importa la religión, los que asesinan lo hacen por convencimiento religioso (seguramente equivocado y hasta radicalizado) pero religioso al fin y al cabo.

No digo que la religión sea violenta pero si digo que la causa es religiosa.

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