miércoles, 30 de agosto de 2017

30 enero 2017 (4) La Razón

30 agosto 2017 la razon

Los yihadistas guardaban en sus teléfonos los objetivos para atentar

Según ha confirmado a este periódico un alto mando policial, «nos enfrentamos a unas células con un funcionamiento interno, autónomo, hasta ahora desconocido, con un nivel de seguridad absoluto, que actuaba como un grupo cerrado en el que no se producía ningún tipo de filtraciones ni contactos con personas ajenas».
Estas medidas permitieron a los terroristas actuar con una cierta libertad de movimientos, en especial cuando realizaron los viajes de última hora a Francia.
Nadie podía sospechar de ellos porque los factores externos que hubieran permitido iniciar una investigación (decenas de bombonas amontonadas en una casa «okupada», coches y motos aparcados durante horas en la puerta de la vivienda, etcétera), no fueron valorados por las patrullas territoriales de los Mossos.
El hecho de que la casi totalidad de los miembros de la célula murieran en la explosión de la citada vivienda, sita en la localidad tarraconense de Alcanar, mientras fabricaban artefactos explosivos; o en los enfrentamientos con los Mossos d’ Esquadra, confiere al contenido de los referidos teléfonos de los yihadistas una importancia capital.
Sobre los objetivos del grupo, las citadas fuentes no dan mayor importancia a las declaraciones que realizó el único superviviente de la referida explosión, cuando habló de «monumentos».

«Objetivos blandos»

El Estado Islámico, salvo el caso de Palmira, en Siria, y otros lugares históricos, lo que ha buscado siempre, sobre todo en Occidente, es causar el mayor número de víctimas humanas, «objetivos blandos» como los llaman.
Por ello, se inclinan a pensar que buscarían colocar las dos furgonetas bomba y las mochilas bomba, que iban a utilizar en una segunda fase de atentados, contra lugares en los que hubiera un gran número de personas, como estaciones de metro, ferrocarril, autobuses, calles comerciales, grandes almacenes, etcétera.
Además de la seguridad interna de que había conseguido dotarse la célula, que no era fruto de una improvisación sino de un aprendizaje, preocupa el hecho de que el grupo, según todos los indicios, dependía de uno o dos cabecillas en Siria a través de un «dinamizador» en principio afincado en París o sus alrededores.

«Se trata de una nueva forma de actuar que nos obliga a actualizar nuestros métodos de investigación con el fin de evitar la actuación de células similares que puedan existir en el territorio nacional», según el mencionado mando policial.

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