15 agosto 2017
El Gobierno exigirá a ETA un gesto evidente de su
disolución antes de modificar su política
El
Ejecutivo cree insuficiente que la banda siga un camino similar al del IRA y ve
necesario que asuma en público el error de la violencia
Uno de los principales temas que el
arranque del próximo curso político pondrá sobre la mesa será el de la
disolución definitiva de ETA. Quién, cuándo, cómo, con qué repercusiones. Son
cuestiones que a lo largo de los próximos meses irán encontrando respuesta.
Tras la escenificación de la entrega de las armas que la banda terrorista
realizó el pasado mes de abril, sus miembros –ya sea encarcelados en prisiones
españolas y francesas o que aún continúan en la clandestinidad– están inmersos
en un proceso de debate interno para acordar los pasos a dar en el futuro.
Según informó ayer este periódico, la mayor parte de los integrantes de la
organización han apostado por declararla «inactiva», es decir, sin ningún tipo
de actividad ni estructura, lo que supondría una disolución de facto. Este
proceso culminaría a finales de este mismo año o comienzos del próximo, y se
asemejaría en parte al realizado por el IRA, banda en la que ETA siempre se ha
mirado como un espejo, para gestionar su punto final. Lejos de ser un detalle
de escasa relevancia, el cómo la organización materialice su adiós marcará las
decisiones que el Gobierno central adopte en consecuencia, sobre todo en lo
referido a los presos y su posible acercamiento a cárceles vascas. Un ejemplo
de cómo el fin de ETA podría generar cambios lo expuso la semana pasada la
secretaria general del PP vasco. Amaya Fernández aseguró que, ante ese
escenario, «puede y debe» llevarse a cabo la transferencia de prisiones de la Administración
central a la vasca y, por lo tanto, gestionar Euskadi las prisiones de Zaballa,
Basauri y Martutene. Portavoces del Ministerio del Interior insistieron ayer en
los pronunciamientos realizados por su titular en los últimos meses. Hasta que
la banda «no se disuelva, se arrepienta y pague las deudas» no habrá
movimientos en la actual política penitenciaria, ha asegurado una y otra vez
Juan Ignacio Zoido. Ayer añadieron una cola a ese discurso.
Ese
final deberá ser «público».
La desaparición «de facto» requeriría de
una declaración clara y nítida, que no deje lugar a dudas. Fuentes consultadas
por este periódico sostienen que todo apunta a que cuando ETA decidida dar ese
paso lo acompañará de una nueva «escenificación», una «liturgia con
representación internacional» similar a la que organizó en 2011 en Aiete con
motivo de la declaración del cese de la violencia o en abril pasado en Bayona
con la entrega de las armas. Se da por hecho que en ese momento recurrirá a sus
«habituales juegos de palabras» y a una «retórica lo suficientemente
enrevesada» para que «no parezca que está asumiendo su fin» y que estos
cincuenta años de violencia fueron «un error sin sentido». «Será necesario una
declaración formal de desaparición. Pero no sólo por la carga política de ese
gesto, sino también por la pedagógica, la asunción de que lo que hicieron no
estuvo bien», explicaron fuentes cercanas al Gobierno central. Los presos y las
leyes Insisten además estas mismas fuentes en que sólo cuando ETA dé ese paso y
éste sea «evidente», podría haber cambios en la política penitenciara, «pero no
como dádiva», sino porque la dispersión ya no tendrá sentido. Antes de que la
banda terrorista certifique su fin, insisten, no se modificará nada. Una de las
voces vascas con más peso dentro del PP y más cercanas a Rajoy, el
vicesecretario de Política Social del partido, Javier Maroto, se refirió ayer a
este tema e incidió en que «no hay ninguna posibilidad de que, a cambio de
algo, se hagan concesiones políticas o penintenciarias». En una entrevista
concedida a Europa Press, fue un paso más allá y apuntó que «pese a que la
banda se disuelva, los presos tendrán que cumplir con la ley los procedimientos
establecidos en ella para que se pueda proceder a un acercamiento» a centros de
reclusión de Euskadi o de comunidades autónomas limítrofes. «Los presos ya
saben lo que tienen que hacer para estar cerca de sus familias», afirmó el
exalcalde de Vitoria. «Y si no lo hacen es porque no quieren o porque no les
dejan», añadió.
Opinión:
¿Siguen los premios porque la banda
terrorista ETA abandone sus actividades terroristas?
Y vuelvo a aclarar que acataré cualquier
decisión que tomen los representantes políticos (qué remedio…), pero me gusta
dejar muy claro que, al menos, intuyo los engaños y mentiras de algunos de
estos representantes.
Espero que las siglas que tanto se
manifestaban no hace muchos años se atrevan a hacer lo mismo ante
circunstancias similares.
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