jueves, 31 de agosto de 2017

31 agosto 2017 (30.08.17) (9) La Vanguardia (opinión)

31 agosto 2017 (30.08.17)



Barcelona honra a sus víctimas con estatuas y memoriales
La ciudad recuerda en diferentes lugares el rastro de la Guerra Civil o del terrorismo

La memoria es palabra, pero también acero, piedra y cobre. La memoria son nombres propios, pero también ciudadanos anónimos, muertos injustamente o que sacrificaron sus vidas por un ideal. Barcelona recuerda y lo hace en sus calles y en sus plazas. La ciudad no olvida y levanta monumentos y memoriales en homenaje a las víctimas de Hipercor, del 11-M, de los fusilamientos durante el franquismo o de los bombardeos de la Guerra Civil. Ahora se debe discutir cómo recordará a los, por ahora, dieciséis asesinados en los atentados terroristas del 17-A. Pero hay otros enclaves.
Por desgracia, España y Barcelona tienen una larga experiencia en terrorismo. Sus víctimas son indiscriminadas, casuales, que pierden la vida porque van a hacer la compra a un supermercado o a dar un paseo a la Rambla. Y cuando pasan los primeros días de aflicción, lo que se pone sobre el tapete es cómo recordarlos, para que su memoria y también la de lo que pasó no se pierda.
Por ejemplo, ocurre en la plaza de la Vil·la de Madrid, muy próxima a la Rambla. Hoy en día, gran parte de ella es una zona museística al aire libre, donde apreciar los sepulcros de la ciudad romana. Pero allí, también, hay una placa que nos trae a la mente que el 11 de marzo del 2004 los yihadistas mataron en Madrid a 191 personas y dejaron heridas a otras 1.857. La inauguraron conjuntamente los entonces alcaldes de las dos ciudades, Joan Clos y Alberto Ruiz-Gallardón, el 28 de marzo del mismo año, invocando un lema: “Hoy todos somos madrileños”.
No es el único lugar de Barcelona donde se hace palpable que la ciudad ha sido objeto de terroristas. En el parque de Can Dragó hay un memorial que nos retrae a un suceso ocurrido el 19 de junio de 1987, cuando ETA colocó un coche bomba en los sótanos de Hipercor, cargado con explosivos y napalm. Consecuencia: 21 muertos y 45 heridos. El homenaje no fue tan rápido como en el 11-M, pero puede encontrarse en este parque barcelonés, a pie de la Meridiana y a unos 200 metros de donde se produjo la masacre. Es obra del artista estadounidense Sol LeWitt. Se trata de una pirámide de bloques de granito negro de doce metros de altura, que el autor bautizó como Tall irregular progression (Alta progresión irregular). Al pie hay una incripción: “La ciudad de Barcelona en recuerdo y homenaje a las víctimas del terrorismo”.
Otro conjunto escultórico ha servido estos días para honrar a las víctimas de la Rambla y Cambrils, el que está en la Gran Via entre Balmes y rambla Catalunya; frente al cine Coliseum. En la manifestación del pasado sábado, la gente dejaba allí recuerdos en memoria de las 16 víctimas, en un lugar que evoca a centenares de otros ciudadanos que perdieron la vida entre 1937 y 1939, durante los bombardeos que sufrió la ciudad en la Guerra Civil.
La escultura lleva por nombre Encaix y es obra de Margarita Andreu. De veinte metros de altura e inaugurada el 29 de abril del 2003, juega con la idea de que aquello que se rompe puede volver a unirse. Se erigió allí porque en este punto ocurrió un suceso dramático. El 17 de marzo de 1938, la aviación italiana, que apoyaba a Franco, descargó sus bombas sobre la ciudad. Una cayó aquí, justo encima de un camión que transportaba municiones. Lo conducía el cabo Jaume Laporta, que quedó, literalmente, pulverizado por la explosión.
Buena parte de las víctimas de esos días fueron inhumadas en un rincón de Montjuïc hoy también convertido en memorial: el Fossar de la Pedrera, que forma parte ahora del cementerio de la montaña. Era originariamente una cantera llamada Moragas y allí se enterró finalmente al presidente de la Generalitat Lluís Companys, fusilado en el castillo el 14 de octubre de 1940, en un mausoleo que preside el espacio. El lugar fue inaugurado el 27 de octubre de 1985 por el presidente del Govern, Jordi Pujol, y el alcalde Pasqual Maragall. Fue diseñado por los arquitectos Beth Galí, Màrius Quintana y Pere Casajoana. También hay allí un recuerdo a las víctimas del nazismo, simbolizado por un conjunto de diez piedras en representación de los diez principales campos de concentración y exterminio, obra de Leonard Glaser. Comprende un conjunto de columnas con los nombres de víctimas, una zona ajardinada con lápidas y otros dos monumentos: uno en memoria de los miembros de la CNT de Juanjo Novella y la escultura Pietat, homentge als immolats per la llibertat de Catalunya, de Ferran Ventura.
En esta zona también recibieron sepultura los fusilados por el franquismo durante la posguerra, entre 1939 y 1952. Ellos son recordados en otro lugar, precisamente donde eran puestos ante el paredón, donde estuvo el Camp de la Bota y hoy el Fòrum. En 1992 se levantó la escultura Fraternitat, de Miquel Navarro, para dejar constancia de 1.717 personas pasadas allí por las armas entre esos años. En aquella zona suburbial, la ciudad quiso expresar después su modernidad, con resultado aún discutido. Y en pleno Casc Antic, en el Born, se erige otro memorial: el Fossar de les Moreres. Antiguo cementerio medieval de la colindante basílica de Santa Maria del Mar, la arquitecta Carme Fiol diseñó un espacio para venerar a los caídos durante el sitio de Barcelona en 1714. Esta plaza se pavimentó con ladrillo rojo que simbolizaba la sangre derramada. Fue inaugurado el 11 de septiembre de 1989.
La memoria es palabra, pero también hierro, acero y ladrillo. La memoria es precisa, pero a veces tiene un problema: que se pierde. Por ello son necesarios los memoriales y las esculturas, aunque a veces sus recuerdos se desvanecen con el tiempo. Al pasear por los alrededores de la catedral, todo el mundo ve una escultura, pero quizás menos saben, y casi nadie se emociona, que es para celebrar a unos patriotas barceloneses que se alzaron contra Napoleón, y que pagaron su gesta con la vida. Por eso se discute cómo deben ser, cómo perpetuar la memoria y que sigan conmoviendo. Por eso casi todos son muy lineales, porque en la sencillez está el sentimiento. Por eso se busca una fórmula para recordar que el 17 de agosto del 2017 es una fecha que en Barcelona no puede caer en el olvido. Ni que 16 personas nos dejaron ese día.
Atentado en Barcelona
El parque de Can Dragó alberga el recuerdo del atentado de Hipercor
El homenaje unió a las víctimas del terrorismo y de los bombardeos
El debate es cómo deben ser los memoriales, para que no dejen de emocionar

Opinión:

Que se hable de los monumentos a víctimas del terrorismo es mostrar un recordatorio hacia los que hemos sufrido la violencia terrorista. En el reportaje que escribe el amigo Santiago Tarín se presenta mucha información sobre los diferentes monumentos que existen en Barcelona pero también se plantea un dato que puede llevar a confusión. 
Aprovecharé la circunstancia al hablar del monumento para hacer un poco de historia, parte de la cual ya está escrita en un libro que, si todo sale como está previsto, se acabará publicando. En este humilde blog también hay información al respecto
En mi época como delegado en Catalunya de la antigua AVT mantuve una primera conversación para erigir un monumento con el entonces Alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall. Nos vimos a los pocos días del atentado de la banda terrorista ETA contra el Gobierno Militar en el que fue asesinado Vicente Betí, un trabajador de aduanas que pasaba por las inmediaciones, junto a varios ciudadanos que resultaron heridos. En aquella conversación presenté la propuesta y se pactó iniciar su estudio aunque la única condició que puse para continuar fue la siguiente: que el monumento estuviera dedicado A TODAS las víctimas del terrorismo.
Hubiera sido muy sencillo presentar la propuesta dirigida únicamente a un reconocimiento de las víctimas del atentado en Hipercor, pero como delegado de la antigua AVT ya llevaba seis años trabajando e investigando acerca de atentados en Catalunya y ya tanía noticias de muchas otras acciones terroristas perpetradas por diferentes bandas, lo cual sumado a la información sobre atentados en otros muchos lugares obligaba moralmente a no hacer diferencias entre víctimas.
Evidentemente, todas las víctimas merecemos el mismo reconocimiento.
Fueron nueve años de reuniones, proyectos, propuestas, enfados y alegrías. Como asociación presentamos nuestros proyectos, realizados por Jesús Fructuoso, hermano de Joan, la primera víctima mortal causada por ETA en Catalunya, en abril de 1987. Jesús había sido el autor del primer monumento a las vítimas del terrorismo levantado en Catalunya, concretamente en el Parc de Vallaparadís en Terrassa e inaugurado el 23 de marzo de 2002.
Finalmente, como muy bien explica Santiago Tarín, desde el Ayuntamiento se decidió que el autor fuera Sol Lewitt. Pero también se decidió lo mñas importante: que la leyenda del monumento, la dedicatoria que pudiera leerse como objetivo fuera: LA CIUTAT DE BARCELONA EN RECORD I HOMENATGE A LES VICTIMES DEL TERRORISME.
Por lo tanto, aprovecho a recordar que el monumento que se encuentra en el extremo de Can Dragó más cercano a Passeig de Fabra i Puig no es un monumento que “alberga el recuerdo del atentado de Hipercor” en exclusiva. Es cierto que “la ciudad no olvida y levanta monumentos y memoriales” pero no en homenaje a las víctimas de Hipercor en exclusiva.
Por lo tanto decir que “Can Dragó alberga el monumento por el atentado de Hipercor” induce a pensar que es solo para las víctimas de ese atentado pero, en realidad, el monumento es EN RECORD I HOMENATGE A LES VICTIMES DEL TERRORISME.
¿Que “el homenaje no fue tan rápìdo como en el 11M”? Es cierto, pero también es cierto que el terrorismo de la banda ETA causaba temor y miedo y habían diferentes reacciones políticas envueltas. Quizás esa fuera la respuesta a tanta tardanza aunque como dice el refrán “mas vale tarde que nunca”. Nueve años después de la primera propuesta, un 26 de junio de 2003 a las 11 de la mañana se inauguró el monumento.

El monumento que levantó “LA CIUTAT DE BARCELONA EN RECORD I HOMENATGE A LES VICTIMES DEL TERRORISME”

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