jueves, 15 de abril de 2021

14 abril 2021 (2) Diario Vasco (opinión)

14 abril 2021


«He soportado 40 años de olvido y silencio tras el asesinato de mi padre»

Atentado en Usurbil. La hija de José María Latiegui lamenta, que tal y como ocurrió después del 14 de abril de 1981, hoy sigue sintiéndose «sola»

Durante todos estos años he soportado ausencias, silencios, olvidos, hipócritas cercanías e injusticias le-gales, entre otras cosas. Y tal y como ocurrió entonces, hoy sigo sintiéndome sola. Entonces vi cómo muchos decían ‘¡qué pena!’, seguían con su vida y se olvidaban», comparte Amai Latiegi Garrido, la hija del directivo de la empresa Moulinex José María Latiegui Balmaseda, asesinado en Usurbil por los Comandos Autónomos Anticapitalistas –rama escindida de ETA– un 14 de abril de hace 40 largos años.

El atentado ocurrió cerca de las tres de la tarde. José María había terminado su jornada laboral y se dirigía hacia su vehículo, estacionado en un taller contiguo a la fábrica, para regresar a su casa en San Sebastián. Un terrorista se le acercó y le disparó un único tiro en la sien. Murió en la ambulan-cia de la DYA que le trasladaba al Hospital. Aquel 14 de abril fue unajornada especialmente negra en Euskadi, ya que el asesinato de Latiegui no fue el único crimen etarra del día. A las 9.30 de la mañana, ETA acribilló a tiros en San Sebastián el teniente de Infantería retirado Oswaldo José Rodríguez Fernández. Poco más de una hora después, a las 10.45, en Basauri, la banda terrorista tiroteó al teniente coronel retirado de la Guardia Civil Luis Cadarso San Juan.

En el caso de los Latiegui, la justicia española les dio la espalda pese a mantener años de larga batalla judicial, encabezada por su viuda, Ramona Garrido, fallecida recientemente. Madre e hija llegaron hasta el Tribunal de La Haya para tratar de demostrar que el caso no había prescrito y sentar así en el banquillo al presunto responsable del asesinato, José Antonio Zurutuza Sarasola. Pero no lo lograron. El terrorista de los Comandos Autónomos Anticapitalistas acusado de acabar con la vida de Latiegui cumple condena en la cárcel de Burgos, pero por otro crimen, el asesinato de Enrique Cuesta y su escolta Antonio Gómez. Sí fueron condenados como cómplices, a 12 años y un día de cárcel, Joaquín Zubeldia Gorostidi y María Aránzazu Carrera Carrera.

Tanto tiempo de amargura y continua decepción en el calvario judicial llevaron a Amai Latiegi a decidir no seguir reclamando justicia. «Nadie me la iba a dar; incluso llegué a experimentar que molestaba. Me quedó claro, la paz no me iba a llegar del exterior», expresa con inmenso pesar en un escrito que ha hecho llegar a este periódico.

Era una niña de 9 años

La donostiarra Amai Latiegi es ahora la que se distancia y se mantiene, explica, «centrada en su pequeño mundo, luchando por seguir en pie y por un hijo que no conoció a su abuelo». «Hace pocas semanas me preguntó directamente sobre la causa de la muer-te de su abuelo, y le explicamos la realidad. Que cuando yo tenía su edad, nueve años, tres individuos lo mataron. Por cierto, lo acorralaron y le pegaron un tiro. Ante esta explicación y como es de esperar, mi hijo insiste en que no lo entiende. Sabemos que no es cuestión de un día, habrá que ir respondiendo sus preguntas, sin saber las respuestas. Porque tras estos cuarenta años, todavía no las tengo», reflexiona. La hija de José María Latiegui está convencida de que «hacer lo mismo que ellos, odiar sin razón, por mucho que lo quieran justificar, no es la res-puesta». «El odio solo ensucia lo que realmente merece la pena. Matar no es la solución», remarca.

La hija de Latiegui no esconde «el esfuerzo» que ha tenido que realizar para «aprender a vivir» con lo que le ocurrió, y hacerlo, además, «entre personas que todavía hoy justifican y, sé, que celebran que mataran a mi padre; o con los que aprovechan por un puñado de votos la existencia de personas como yo». Lo que más le duele, asegura, es haber tenido que aprender a vivir, «consciente de que a nadie en el fondo le importa, que ya no se acuerdan de los que murieron y, mucho menos, de los que seguimos viviendo». Y llama la atención a quienes hoy dicen: «es que ha pasado mucho tiempo» o «no podemos estar lamentándonos todo el rato». Latiegi recuerda que su relato de dolor forma parte «de la historia de mi tierra y de mi sociedad, cosa que ahora algunos quieren borrar y distorsionar, como quien quiere quitarse una suciedad que en el fondo está en el interior».

Para Amai, José María «era el padre más bueno del mundo, qué voy a decir. Era su princesa, la niña y la pequeña». Reconoce que «no son muchos» los recuerdos que tiene, sino que son más bien «sensaciones e hilos invisibles que me unen todavía a él, aunque con el tiempo todo está borroso». El asesinato de su padre le robó poder compartir más experiencias y tantos momentos claves de una vida. «Y en cierto modo, rompieron algo dentro de cada uno de los miembros de mi familia, tanto en mi madre, en mi hermano, como en mí», se duele.

«Luchador y progresista»

Lo describe como «un hombre bueno, con metas, luchador, progresista, empresario, padre, hijo, hermano, una persona única e irrepetible, con un futuro que rompieron, un hombre como cualquiera, que no pudo seguir viviendo por decisión de unos individuos que decidieron terminar con él».

Amai Latiegi termina su escrito con el deseo de que «aunque sea por un segundo» al leer sus palabras, «al menos alguien piense en lo que le pasó». Ella, remarca, lo hace todos los días, igual que cada mañana, al comenzar la jornada, se tiene que convencer de que debe «seguir adelante, seguir en pie». «Y ya encontraré la forma de transmitir al que me sigue en esta vida que lo importante es el amor y no el odio ni el rechazo. Cosa que otros intentaron hacer con mi familia», expresa para concluir con un emocionado: “Va por ti aita”

Opinión:

En numerosas ocasiones he comentado (en este blog o en actos donde existía la libertad de hablar) cómo la administración tiene pendiente muchísimo trabajo en lo referente a la asistencia a “LAS” victimas del terrorismo.

Por ello, habrá que explicar claramente la realidad de lo vivido. Ya puede ir la presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo a la sede de la ONU en Nueva York a explicar que España tiene la mejor asistencia mundial a las víctimas… pero cuando alguien dice que ha estado 40 años en el olvido todas esas frases partidistas, electoralistas, políticas y grandilocuentes quedan como lo que son: burdas mentiras y excusas.

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