jueves, 15 de abril de 2021

14 abril 2021 Heraldo de Aragón

14 abril 2021 

 


Placas para las víctimas

Al cumplirse 31 años del atentado de los terroristas del Grapo en el que fue asesinado el doctor José Ramón Muñoz Fernández, el Ayuntamiento de Zaragoza ha querido colocar una placa con su nombre a pocos metros del lugar donde se produjo este crimen, en el paseo de la Constitución. 

Se trataba de arropar a la familia y honrar los valores de este médico, entre ellos su valentía y su compromiso profesional. El que fuera jefe de Medicina Interna del Hospital Miguel Servet fue asesinado por no querer dejar morir a los grapos que estaban en huelga de hambre, anteponiendo así su ética médica a todas las amenazas. La ciudad ya le honró dando su nombre al centro de salud del paseo de Sagasta. Ahora el Ayuntamiento daba un paso más, tras la firma en 2020 de un convenio con la Asociación de Víctimas del Terrorismo para hacer justicia en esta ciudad, donde se ha producido un número importante de víctimas mortales. Se quiere escuchar el verdadero relato del terrorismo, incorporando en la ciudad el lema y la filosofía de la AVT: "Memoria, dignidad y justicia".

Afirmaba el alcalde Jorge Azcón, en el acto en honor del doctor Muñoz, que "hay que dejar claro a las generaciones futuras que ETA y el Grapo siempre han sido bandas criminales". Hay que insistir en estos tiempos en que se intenta blanquear a los terroristas. Algunos pretenden borrar el pasado de quienes son herederos de los terroristas, por ejemplo, alcanzando acuerdos con ellos, como si fueran una fuerza política más.

Ese acuerdo lo firmó la Asociación de Víctimas del Terrorismo con otras ciudades, como Madrid o San Sebastián. Desgraciadamente, en la capital guipuzcoana, sembrada de lugares donde se asesinó a víctimas, algunas de las placas colocadas en su recuerdo han sido profanadas. Es preciso que los que alientan ese vandalismo reciban una respuesta adecuada de quienes gobiernan y de la sociedad entera. Es preciso, también, dirigirse a la inmensa mayoría de jóvenes que no vivieron esa época y desconocen las consecuencias del terrorismo. Que sepan, por ejemplo, lo que significó el asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997, que generó tanta angustia y movilizó a la ciudadanía en contra del terrorismo de ETA. O como el atentado en la Casa Cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, con once asesinados, seis menores de edad.

 

 

 

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