A conseqüència de l’anomenada “Declaración de Gernika” en Robert ha estat sol·licitat per diferents companys. Com exemple l’article publicat a “El Periódico de Catalunya” el diumenge 18 de desembre.
La indecente equiparación entre víctimas y verdugos
Ayer se presentó el comunicado de la llamada Izquierda Abertzale (IA) en el que los componentes de esa amalgama de siglas, plataformas y colectivos ofrecen su opinión sobre el tema de las víctimas. Los firmantes de la “declaración de Gernika” empiezan por olvidar que la banda asesina ETA también nos ha destrozado la vida a cientos de familias más allá de “su” Euskal Herria. Siguiendo “su” argumento, el gallego, el palentino y la navarra que en 1986 y 1987 atentaron en Cataluña no deberían tener el reconocimiento de presos vascos. Tampoco el valenciano que lo hizo en 1990 y 1991.
Pero el escrito presenta más ideas dignas de estudio porque hay que diferenciar entre lo que ellos llaman “víctimas del conflicto”. Aún con el dolor que puedan causar esas muertes a sus allegados, no comprendo que incluyan en esas tres palabras entrecomilladas a los 39 etarras muertos al explotarles los artefactos que estaban preparando, ni a los 24 que están alistados bajo el concepto de suicidio ni a los 89 muertos en enfrentamientos con las FCSE. Quien comete o intenta cometer un delito no puede nunca ser equiparado con quien fue o podía ser el objetivo y quien no puede soportar la presión por el daño causado a los demás debería haber calibrado antes sus acciones.
Hay ocasiones en que la moralidad y la justicia no coinciden pero es indiscutible que las víctimas y los victimarios ni podemos ni debemos estar al mismo nivel. Ya en 2000 tuve que contactar con algunos amigos vascos cuando iniciaron los homenajes en solidaridad con las víctimas, con una pancarta en la que se podían leer los nombres de todos aquellos que perdieron la vida a consecuencia del (mal)llamado “conflicto”. En aquella pancarta, junto a los nombres de cientos de asesinados por ETA aparecían los nombres de los cuatro terroristas que habían muerto semanas antes al explotarles los 25 kilos de dinamita que llevaban en el vehículo. Una de las fotografías mostraba el nombre de los cuatro etarras y a continuación el de Francisco Ruiz Casado, Ernest Lluch y el principio del nombre de una tercera víctima catalana. Ese error se subsanó en homenajes posteriores. Desde entonces y año tras año las notas de prensa de los amigos de “Gesto”, como la del acto de hoy en Bilbao, así lo certifican.
Otro dato para el análisis es la entrevista al dirigente de la IA Arnaldo Otegi en la cadena SER. Dice Otegi que “tanto ETA como la izquierda abertzale deben reconocer (...) el daño causado a las víctimas de la banda terrorista”. Visto lo visto no les importa mucho su opinión... Por ello y para ser consecuente con ese argumento, espero que el lider de la IA predique con el ejemplo y reconozca el daño que le causó a Luis Abaitúa, Director de Michelín, secuestrado durante diez días en una cueva en 1979. Una simple carta puede ser el primer paso. Uno de los cuatro condenados por el atentado en Hipercor, con un siniestro historial en Cataluña de 24 asesinatos y casi cien heridos, ya lo hizo conmigo y mi familia en mayo pasado. Si me obligan a elegir, prefiero esa carta al repugnante comunicado de ayer porque esa imposible equiparación entre víctimas y terroristas es indecente.
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