30 mayo 2015 (29.05.15)
Educar con la
realidad del sufrimiento
Profesores del Liceo Santo Tomás
relatan encuentros de jóvenes y víctimas del terrorismo
Medio centenar de centros educativos y más de 3.000
alumnos vascos, de entre 16 y 17
años, han escuchado este curso testimonios de víctimas del terrorismo. Han conocido las experiencias de 11 víctimas
de ETA, cuatro del GAL y del Batallón Vasco Español y dos de abusos
policiales. Se trataba de sensibilizar a los jóvenes, inmunizarles contra la
violencia y la venganza.
Aintzane Ezenarro, coordinadora del programa
Adi-adian, resalta la preparación con los profesores, centro a centro, y con
víctimas seleccionadas, para deslegitimar la violencia y superar la venganza.
Con el Gobierno vasco de Patxi López hubo un ensayo en ocho centros, realizado
con recelos entre quienes decían que “las aulas vascas no estaban preparadas” y
quienes rechazaban que junto a víctimas de ETA figuraran las de la violencia
parapolicial porque “desdibujan el mensaje antiterrorista”. Una sentencia da
cobertura jurídica a la participación en las aulas de víctimas de abusos
policiales y de grupos parapoliciales.
Tres profesores del Liceo Santo Tomás de San
Sebastián, una ikastola emblemática donde 130 de sus alumnos participaron en la
experiencia, narran sus impresiones a EL PAÍS.ç
Lo más sorprendente
Begoña Olaziregi: La capacidad de las víctimas de superar su sufrimiento, el odio que
lastraba su vida y su creencia en las segundas oportunidades.
Itsaso Garzon: Sentir el perdón de verdad y que toda la sociedad ha sido víctima de la
degradación de la violencia.
Edorta Estomba: Que los sufrimientos nunca restan sino suman, procedan de ETA o del
GAL.
Impresión de los alumnos
B. O.: ¿Cómo podíais vivir así? Dicen. La superación del odio les impresiona y
que no se puede ser neutral ante la violación de derechos humanos.
E. E.: La estatura moral y la autenticidad de las
víctimas impresiona, aprovechar su sufrimiento para educar, a pesar del costo
de revivirlo. Una lloró tres veces.
I. G.: Ante un testimonio, el que estaba a mi lado, resopló y me miró
diciendo: “no puede ser”.
B. O.: Algunos se quedan paralizados.
Deslegitimación del terror
B. O.: Queda absolutamente clara. Los alumnos
nacieron en 1998. Algunos reconocen que algo habían oído en casa. Sus padres
nos han dicho que la ocasión ha sido buena para abordarlo porque nuestra
generación no ha sabido cómo.
E. E.: Saben que la violencia es ilegítima. Con los testimonios [de las
víctimas] corroboran que las consecuencias de la violencia como medio para
solucionar conflictos son terribles.
B. O.: Ya saben que aquí la violencia ha sido muy grave. Pero escuchar a las
víctimas les permite ver cómo afecta a las personas. Esos sentimientos hay que
trascenderlos para concluir que la violencia no es un medio para lograr
objetivos políticos y que la justicia no se puede basar en la venganza. Las
preguntas de los jóvenes son candorosas, pero dan en el clavo.
Las preguntas
I.G.: No puede ser que hayas perdonado. ¿Cómo se hace?
B. O.: ¿Nunca has sentido odio?
E. E.: ¿Qué harías si te encuentras con el verdugo de tu familiar?
B. O.: ¿Quién soy yo para negarle otra oportunidad? Les choca mucho esa
segunda victimización que les produjo la sociedad con silencio y aislamiento.
I. G.: No hubo ninguna salida de tono. Cuando termina, los jóvenes agradecen a
las víctimas.
E. E.: No hay adhesiones políticas. Hay empatía con su sufrimiento. En la
autenticidad del testimonio está el valor educativo. Un objetivo clave es que
no vuelva la violencia. La experiencia debe extenderse.
I. G.: Mi requisito para participar fue que la política quedara fuera.
B. O.: Se indignan contra la injusticia que sufrieron las víctimas y su
soledad.
Lo que no entienden
B. O.: Les parece inconcebible los casos en que la cuadrilla se alejaba de uno
de sus miembros tras haber perdido un familiar por la violencia.
I. G.: Unos hablan de la soledad que sufrieron en los pueblos, pero otros de
la del Estado y los medios de comunicación. Y preguntan: ¿Cómo podíais vivir
así?
E. E.: Se extrañan, pero siempre es así. En la Alemania nazi la gente
vivía su cotidianidad y hoy nos extrañamos. En España el partido que nos llevó
a la guerra ilegítima con Irak gobierna con mayoría absoluta. Más adelante nos
preguntaremos por nuestra actitud como europeos hacia quienes huyen del horror
en África. Los testimonios les deben ayudar a implicarse.
¿Por qué lo hacemos?
B. O.: Lo hacemos para que las generaciones jóvenes tengan valores éticos.
E. E.: Se hace poco. Me preocupa que la educación en valores no pase por buen
momento.
B. O.: Los testimonios logran un contacto con la realidad. Sirve para creer en
la humanidad tras la degradación de la violencia que hemos vivido. Se lo
debemos a los jóvenes.
I. G.: Un libro no tiene la fuerza del testimonio directo.
E. E.: Los testimonios son ejemplares
porque no están secuestrados por el odio y los chavales comprueban sorprendidos
cómo han podido superarlo. Ahí está la clave. Me ha servido para sentirme
educador. A los jóvenes para mejorar moralmente. A la sociedad para aprender de
lo que se ha hecho mal.
Las víctimas
B. O.: Las víctimas, sean de ETA o de parapoliciales, muestran gran
complicidad.
E. E.: Juntar víctimas es enriquecedor. Da igual su número y procedencia. Una
podría representar a todas.
I. G. y B. O.: Nuestro objetivo es educar contra la violencia.
Opinión:
Sobre el fondo y el objetivo de
los organizadores no tengo duda alguna de que lo hacen con la mejor de las
intenciones. Pero hay alguna afirmación que me demuestra el desconocimiento que
albergan...
Hablando de “las” víctimas, dicen
que “una podría representar a todas”. Lo siento... pero eso no es correcto. A
mi y a otras muchas no nos representaran NUNCA esos personajes que hablan de un
sufrimiento que no han vivido.
Un breve resumen de prensa de
ciertos personajes que han ofrecido “su testimonio” aportará claridad a mi
opinión.
Que alguien diga "a vuestra
edad me convertí en víctima" cuando la sentencia dice que "curo de
sus lesiones a los tres días sin secuelas" solo tiene un nombre:
mentira.
Que alguien diga que sufrió
lesiones en las manos y jamás haya presentado un solo informe medico sobre esas
lesiones, solo tiene un nombre: mentira.
Que alguien diga "los que
mataron a nuestros familiares" cuando no ha pisado un cementerio ni un
hospital solo tiene un nombre: mentira.
Cuando alguien reclama ser victima
por la muerte de un familiar (y de segundo grado) al que no conoció, eso solo
tiene un nombre: hipocresía.
Cuando alguien habla del dolor
por perder un hijo al que hacía 18 años abandonó, eso solo tiene un nombre:
cinismo.
Hay muchos mas ejemplos que me
guardo para otras ocasiones. Pero recomiendo a los organizadores que, antes de
invitar a una víctima, revisen y contrasten la historia personal que pueda
referir. Que tengan una pensión por incapacidad o un papel donde diga que “son
víctimas” no es garantía de nada. Llegará el día en que un estudiante se
atreverá a investigar antes a los invitados y dejará en ridículo a todo el personal.
Aconsejo que cuenten con victimas que puedan mostrar y documentar la propia
experiencia en lugar de aquellas que se han creado y creído una historia
personal e inexistente.
¿Saben quién fue Enric
Marco? Pues hay varios ejemplos en el ámbito de "las" victimas del
terrorismo.