27 enero 2021 (20.01.2021)
El terrorismo de extrema derecha sigue sin existir para la justicia
española a pesar de las advertencias internacionales
Un
informe de la Fundación
Rosa Luxemburgo cifra tres decenas las personas condenadas
por actos violentos de extrema derecha, pero con penas que no superan los tres
años y medio y sin aplicársele nunca delitos de terrorismo.
Tres decenas de personas condenadas por actos violentos
relacionados con la extrema derecha en los últimos 20 años, y con penas que van
del año a los tres años y medio. Es el resultado de las operaciones realizadas
contra el terrorismo de extrema derecha que se han contado en España, según
señala un informe que la
Fundación Rosa Luxemburgo publicará en las próximas semanas y
al que ha tenido acceso El Salto, y en el que se resalta que en ninguno de los
casos estas personas han sido procesadas por terrorismo.
Uno de los capítulos de este informe, elaborado para la
fundación por los periodistas Miquel Ramos y Nora Rodríguez, detalla las
operaciones que los cuerpos de seguridad del Estado han emprendido contra
organizaciones de extrema derecha, muy pocas y con leves consecuencias penales,
a pesar de los avisos que a nivel internacional se han dado sobre la
peligrosidad de estos grupos.
"A pesar de que todos los organismos internacionales expertos en seguridad y terrorismo advierten de que el terrorismo de extrema derecha es una amenaza potencial a nivel del yihadismo, en España no se ha considerado juzgar por terrorismo la actividad de los grupos deonazis armados", explica ramos, uno de las personas responsables del estudio, especializado en monitorear a grupos de extrema derecha y en investigar crimenes de odio. "Ni siquiera consideraron terrorismo el caso del francotirador, del que la Audiencia Nacional rechazó el caso al no considerar que el terrorismo de extrema derecha sea una amenaza en España", añade en referencia a Manuel Murillo, simpatizante de la extrema derecha que en 2018 fue detenido después de intentar un atentado contra el presidente Pedro Sánchez por la exhumacion del cuerpo de Franco del Valle de los Caídos y cuyo proceso judicial, aún en curso, se sigue en los juzgados de Terrassa. "A lo largo del informe se puede ver como en el Estado existen partidos legales abiertamente neonazis, que exhiben simbología nazi en sus actos, organizaciones que hacen continua apología del franquismo y regímenes genocifas sin consecuencias legales", añade Nora Rodriguez.
El informe de la fundación Rosa Luxemburgo recopila una
serie de advertencias sobre la peligrosidad de estos grupos de extrema derecha.
El último de los informes internacionales que alertan sobre la peligrosidad del
terrorismo de extrema derecha es el Índice Global de Terrorismo 2020,
publicado por el Instituto para la
Economía y la
Paz y presentado en noviembre de 2020. Este informe señala
que los atentados de extrema derecha han aumentado un 320% en todo el mundo en
los últimos cinco años y cifra en 89 las muertes ocurridas en 2019 por este
tipo de ataques sobre el total de las 108 muertes registradas en total por
atentados terroristas de toda índole en Occidente —59 de ellas en el ataque a
dos mezquitas en Christchurch, en Nueva Zelanda—. Según este informe, el 17,2%
de los atentados terroristas en 2019 fueron de extrema derecha, frente al 6,8%
relacionado con el yihadismo.
Pero los organismos internacionales llevan varios años
avisando. En junio de 2018, fue el informe anual de Europol, que ya entonces
advertía en la Comisión
de Libertades Civiles del Parlamento Europeo del aumento de la extrema derecha
violenta en la Unión Europea.
Un año después, el relator especial de Naciones Unidas contra el Genocidio,
Adama Dieng, expresó también su preocupación por el resurgimiento de la extrema
derecha en Europa, que comparó con el ascenso nazi de los años 30 del siglo XX.
En junio de 2020, un nuevo informe de Europol advertía del incremento de ataques violentos de extrema
derecha contra grupos minoritarios y del aumento de la xenofobia, odio a los
judíos y musulmanes, a la vez que recalcaba el uso de redes sociales y WhatsApp
por parte de estos grupos de extrema derecha. En este informe, Europol recogía
atentados de la extrema derecha cometidos en la Unión Europea en
2019. En total cuatro ataques en Reino Unido, otro en Polonia y uno más en Lituania.
Pero el informe, según subrayaba el eurodiputado Miguel Urbán en La Marea, no menciona los
ataques sufridos ese año por el centro de menores de Hortaleza, en Madrid,
donde en diciembre de ese año encontraron una granada sin
detonar después de que el centro recibiera una llamada en la que
amenazaban con la frase “este es solo el principio de la nueva España”. Tampoco
el caso del francotirador que planeó atentar contra Pedro Sánchez, ni los
talleres en los que la
Guardia Civil encontró ese mismo año explosivos y material
con simbología nazi.
“Los que llevamos monitorizando muchos años a la extrema
derecha, llevamos tiempo alertando de la capacidad de acción y la voluntad de
estos grupos terroristas. Y no es especulación, ya ha ocurrido”, alerta Miquel
Ramos.
“Los que llevamos monitorizando muchos años a la extrema
derecha, llevamos tiempo alertando de la capacidad de acción y la voluntad de
estos grupos terroristas. Y no es especulación, ya ha ocurrido, hay muchos
casos de extrema derecha en el País Valencià, más de 20 atentados, y no se ha
detenido nunca a nadie”, subraya Ramos, que recuerda también el caso del centro
de primera acogida de menores de Hortaleza donde encontraron una granada. En el
mismo centro, dos meses antes un grupo de 30 personas intentaron saltar la
valla para vengarse del supuesto atraco que había cometido uno de los menores
y, en noviembre, las organizaciones de extrema derecha Hogar Social Madrid y
Democracia Nacional convocaron una concentraron en el parque ubicado junto al
centro, contra el que dirigentes de Vox hicieron campaña en las elecciones del
10 de noviembre. Aun así, no hubo ningún detenido por los ataques al centro de
menores de Hortaleza. "Lo banalizan, como si fueran gamberradas", lamenta Ramos.
“En los casos en los que se les termina condenando es por
asociación ilícita y no por terrorismo, a pesar de contar con estructuras
jerarquizadas, cometer delitos graves contra la vida de personas, así como
disponer de armas, munición y explosivos, con objetivo de atacar a determinados
grupos considerados como enemigos”, explica Nora Rodríguez.
A pesar de los avisos internacionales, en España solo se
han realizado diez operaciones policiales contra organizaciones de extrema
derecha, y el saldo hasta ahora ha sido de 30 condenados, pero con condenas que
van del año a los tres años y medio de prisión, otros 16 absueltos y 31 más que
siguen con el proceso judicial en curso. “En los casos en los que se les
termina condenando es por asociación ilícita y no por terrorismo, a pesar de
contar con estructuras jerarquizadas, cometer delitos graves contra la vida de
personas, así como disponer de armas, munición y explosivos, con objetivo de
atacar a determinados grupos considerados como enemigos”, alerta Rodríguez.
Unas condenas ridículas, aún más en comparación a las impuestas a los jóvenes
de Altsasu, que, aunque finalmente no fueron condenados por terrorismo, sufren
penas de hasta 13 años impuestas
por la Audiencia
Nacional, hasta nueve años y seis meses tras la la pequeña
rebaja dictada por el Tribunal Supremo.
El único condenado con mayor pena,
el conocido como el ‘Rambo del Bierzo’, que recibió una condena de cuatro años
de cárcel por posesión de armas de guerra y explosivos, no llegó a entrar en
prisión al sustituir el juez la pena por diez meses de trabajos en beneficio de
la comunidad que finalmente realizó en Cáritas de Cacabelos, en León, bajo las
órdenes del párroco Jesús Álvarez, cercano al PP y a la COPE y quien poco antes había
predicado en contra de su entrada en prisión en las misas que oficiaba.
Algunos operativos sí consiguieron
la desarticulación de un par de grandes organizaciones neonazis. En marzo de
2004, la Guardia Civil
desarticuló el grupo neonazi Hammerskin España en el marco de la operación
Puñal, con la detención de 15 personas en las provincias de Madrid, Barcelona,
Valencia y Guadalajara. La operación se desarrolló como respuesta a diversos
ataques racistas en la Universidad Complutense y en varias localidades
madrileñas en meses anteriores. Desde 2000, Hammerskin organizaba conciertos en
la Comunidad
de Madrid en los que se promulgaba la supremacía de la raza blanca y se
promovía la discriminación, el odio y la violencia contra determinados
colectivos. También disponía de dos revistas, El Martillo y Extremo.
En el registro de sus domicilios se
requisó material con simbología nazi, pasamontañas, puños americanos, navajas,
bates de béisbol, hachas, pistolas de aire comprimido, sprays de defensa y
pistolas de fogueo.
En 2009 la Audiencia Provincial
de Madrid condenó a trece de los acusados a un año y medio de cárcel y 2.700
euros de multa por asociación ilícita; a José Eduardo C.H., considerado el
líder, a dos años y seis meses; y al restante, también a dos años y seis meses,
por asociación ilícita y tenencia de armas. También ordenó la disolución de la
organización por difundir la doctrina nacional socialista y tener como objetivo
implantar el IV Reich en España. La sentencia fue ratificada en 2011 por el
Tribunal Supremo. Sin embargo, aunque se la daba por desaparecida, en octubre
de 2013, en el marco de una operación para impedir un concierto neonazi en San
Sebastián de los Reyes, la policía detiene a dos personas identificadas como
miembros de Hammerskin por enfrentarse a los agentes.
Un año después del operativo Puñal,
la Guardia Civil
detuvo a 21 personas de la rama española de esta organización en las provincias
de Madrid, Sevilla, Jaén, Burgos y Zaragoza en el marco de la operación Espada.
Fueron acusadas de delitos contra los derechos y libertades fundamentales,
apología del genocidio, tenencia y tráfico de armas y asociación ilícita. Uno
de los detenidos, Jorge Vivar Casal, era policía local en San Sebastián de los
Reyes (Madrid) y formó parte de la lista electoral del partido neonazi Movimiento Social Republicano (MSR) en 2004, junto a otros 16 de los detenidos. Otro de los imputados declaró durante el juicio que la organización compraba armas a un vigilante de seguridad privada por encargo de otros trabajadores de seguridad privada, policías y guardias civiles. En 2010, la Audiencia Provincial de Madrid ordenó la disolución de la organización y condenó a 14 de los acusados a penas que fueron de uno a tres años y seis meses de prision por asociacion ilícita y tenecia de armas, sentencia que fue ratificada en 2011 por el Tribunal Supremo, que consideró que esta organización difundía la ideologia nacionalsocialista para recuperar la Europa de Adolf Hitler y que se financiaba con la compra-venta de armas, de parafernalia neonazi y con la organización de conciertos. En 2014, Periódico Diagonal desveló que Roberto L.U. poseía a la fecha dos tiendas de parafernalia nazi en Madrid
Blood&Honour fue fundada en
Reino Unido en 1987 y llegó a España en 1990. Tiene facciones también en
Francia, Estados Unidos, Alemania, Italia, Portugal y Hungría. La rama española
fue fundada por Francisco José L.P. y Roberto L.U., militar en reserva y en
2005 vigilante jurado en una estación de metro, condenado a tres años de
cárcel. Estaba inscrita como asociación cultural y tenía como fines en su acta
fundacional la conservación de la cultura europea y el fomento de un activismo
que separase a los jóvenes de la marginalidad y la droga. Se financiaban con la
compra-venta de armas.
“En 2005 hubo tres operaciones muy buenas, que en dos casos
desarticularon a grupos de extrema derecha”, resalta Ramos. “Sabemos que desde
2003 o 2004 se estaban monitorizando porque eran grupos muy activos y estaban
siendo investigados, y eso resultó en las tres operaciones de la Guardia Civil”,
continúa Ramos en referencia a la operación Puñal contra Hammerskin, la Espada contra
Blood&Honour y, en último lugar, contra la operación Panzer contra el
Frente Antisistema. Pero en este último caso, el juzgado se puso de parte de
los acusados. “El juez los absolvió porque, en total, vender armas por internet
no era motivo para intervenir teléfonos e incluso le mete caña a la Guardia Civil y ordenó
a la acusación popular a pagar las costas, acusación popular formada por
entidades sociales del País Valecià que decidieron presentarse ante la
impunidad de la extrema derecha que, en esos años, estaba atentando con
explosivos y organizando acciones de boicot y violencia constantemente”.
En septiembre de 2005, la Guardia Civil
detiene a 22 personas en la provincia de Valencia en el marco de la operación
Panzer como presuntos miembros del Frente Antisistema desde 2003, cuyos
objetivos, según la
Guardia Civil, eran el proselitismo y adoctrinamiento de la
ideología nazi, y se financiaba con la venta por itnernet de objetos nazis y
armas prohibidas. De los detenidos, finalmente fueron encausadas 16 personas,
una más se declaró en rebeldía y otra huyó. Entre los encausados había dos
militares, un concejal de España2000 de Silla, y Pedro Cuevas, asesino confeso
de Guillem Agullóó, quien había cumplido solo cuatro años de prisión de los 16 a los que fue condenado por este crimen.
Durante la investigación, la Guardia Civil captó
conversaciones que demostraban
que Cuevas presumía de participar en cacerías humanas, pero, en 2014, durante
la celebración del juicio, celebrado casi diez años después, los abogados de
los acusados pidieron la nulidad de las grabaciones de las conversaciones
telefónicas y el tribunal lo hizo con el argumento de que, cuando se
autorizaron, no existían indicios objetivos de comisión de delitos
suficientemente graves como para vulnerar el secreto de las comunicaciones. Los
16 encausados fueron absueltos y en 2015, ante los recursos presentados por
Fiscalía y la acusación popular, el Tribunal Supremo confirmó la absolución y
condenó al pago de las costas a la acusación popular, estimadas en más de
43.000 euros.
En 2017, el Consejo General del Poder
Judicial reconoció el derecho de uno de los acusados, el militar José Antonio
Orts, a ser indemnizado con 16.531 euros por el arsenal que le fue destruido
durante el proceso: un lanzagranadas, cuatro revólveres, una pistola, varias
escopetas, rifles, carabinas y armas cortas. Pedro Cuevas también solicitó que le devolvieran el material incautado: una pistola simulada, un puño americano, una daga-puñal, dos navajas de mariposa y una navaja rota, un machete, un hacha de doble hoja y una bola metalica con pinchos, además de libros de ideología nazi y hasta un busto metálico de Hitler.
La extrema derecha en
los cuerpos de seguridad del Estado
“Hemos visto casos en las fuerzas
armadas, casos en guardias de seguridad, militares llamando a dar un golpe de
Estado, que son personas con acceso a armas; operaciones en las que se han
decomisado talleres clandestinos de fabricación de explosivos, donde se han
requisado auténticos arsenales de armas, sin que tome en serio, creyendo que
son actos aislados sin una importancia real”, explica Rodríguez. “Recientemente
hemos visto lo que ocurre en otros países cuando no se toma en serio esta
amenaza, como ha pasado en el asalto al Capitolio de Estados Unidos”, añade.
Hasta 20 de las personas detenidas
por los operativos contra la extrema derecha son miembros del Ejército o de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Uno de los detenidos contra la organización
Blood&Honour era militar y otro policía local. También entre los 15
detenidos en la operación Panzer, finalmente absueltos, se contaban dos
militares. Pero la mayoría de estas 20 personas están implicadas en la red de
tráfico de armas que investiga el Juzgado de Instrucción número 4 de Alcalá de
Henares y de la que uno de sus protagonistas es Rodolfo Sanz Sánchez, coronel
de la Guardia Civil.
En mayo de 2015, detienen a Rodolfo Sanz Sánchez, coronel de la Guardia Civil
conocido como ‘el nazi’ o ‘Rudolf’, de ideología falangista, por su
supuesta implicación en una red de tráfico de armas investigada por el Juzgado
de Instrucción número 4 de Alcalá de Henares. La red, a la que le suministraba
las armas un subteniente del Ejército de Tierra en reserva, habría facilitado
un arma a Manuel Andrino, líder de Falange condenado por el Tribunal
Supremo a dos años y siete meses por el ataque al centro cultural Blanquerna en
2013. Según publica El País, la red también estaba relacionada con otro
falangista condenado por apuñalar a un joven en Guadalajara y también habría
vendido una ametralladora valorada en 5.000 euros a un candidato de Falange
Española Independiente y en 2015 entregó un paquete sospechoso de contener
armas a la neonazi Alianza Nacional.
La organización criminal almacenaba
las armas en varios trasteros en los que se encontraron 24 kilos de explosivo,
12.500 cartuchos y armas de guerra. Otro de los investigados, el subteniente
del Ejército Francisco C.M., almacenaba en otros dos trasteros en Meco y Alcalá
de Henares cinco fusiles, dos subfusiles, 18 pistolas y revólveres, decenas de
cañones y una mina contra carros. En 2016, la investigación de la red, que
sigue en curso, ya se había ampliado a 16 militares y guardias civiles.
“Una cosa es que compartan esta
ideología, y otra es que hagan apología y pertenezcan o estén vinculados a
grupos que son directamente ilegales. Esto demuestra que no existen filtros
dentro de estos cuerpos para depurar personas que puedan tener relación con
grupos de odio, como sí existen en otros países en los que, cuando se les
descubre, se les expulsa”, señala Ramos.
“Banalizar los discursos de odio y
el peligro de estas ideas genocidas, normalizar el racismo, el machismo o la
homofobia como opiniones válidas que se deben respetar, solo contribuye a
legitimar y aumentar esta violencia, y más si estos discursos son alentados
desde medios de comunicación y desde los poderes públicos no se toman medidas
reales para combatirlas y depurarlas”, afirma, por su parte, Rodríguez. “Para
cualquier sociedad y para cualquier Gobierno que se considere democrático
debería ser una prioridad combatir la extrema derecha en todas las formas en
las que se manifieste”, concluye.
Opinión:
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https://www.elsaltodiario.com/extrema-derecha/terrorismo-sin-existir-justicia-espanola-advertencias-internacionales