26 enero 2021
El fiscal, sobre los terroristas del 17-A: “El fanatismo penetró en sus almas”
El ministerio público desmonta la tesis de que el imán de Ripoll sigue vivo en el juicio por los atentados
La fiscalía ha tratado de responder este lunes a una de las cuestiones de fondo que subyacen en el proceso por los atentados de Barcelona y Cambrils: ¿cómo es posible que un grupo de jóvenes de Ripoll, con lazos familiares y de amistad, se dispusieran a morir matando en nombre de Alá? La culpa, o parte de ella, fue del imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, muerto la víspera del 17-A pero figura clave en la investigación por las teorías conspirativas construidas por algunas acusaciones.
Como “líder espiritual” de la célula terrorista, Es Satty “imbuyó de las ideas del movimiento yihadista” a los jóvenes, “les transmitió un concepto negativo de la sociedad” y les ofreció “una falsa atmósfera sagrada en la que se introdujeron”. Pocos meses antes del 17 de agosto de 2017, el imán había logrado ya que los chicos se desvincularan de su vida anterior: de sus amigos, de sus novias, de sus aficiones. El resultado fue demoledor: “Un fanatismo exacerbado penetró en sus mentes y en sus almas”, relató el fiscal Miguel Ángel Carballo en su informe en la Audiencia Nacional. La fiscalía recordó la “condena internacional” emitida por la ONU contra Estado Islámico, en cuyo nombre se perpetró el 17-A.
Puede que el recuerdo del imán esté vivo, pero de lo que no hay dudas es de que él murió. Lo quiso subrayar la fiscal Ana Noé para tumbar, sin aspavientos pero sin concesiones, las teorías alternativas alimentadas por parte del independentismo y lideradas por Jaume Alonso-Cuevillas. El abogado del expresident Carles Puigdemont y también diputado en el Congreso defiende los intereses en el juicio de Javier Martínez, padre de Xavi, la víctima más joven del atropello de La Rambla de Barcelona. Cuevillas afirma que el imán sobrevivió a la explosión fortuita ocurrida en la casa de Alcanar (Tarragona) donde la célula terrorista almacenaba grandes cantidades de explosivos para cometer un atentado con bombas en Barcelona.
La investigación deja claro que Es Satty murió en la explosión, que obligó a la célula a cambiar los planes y a improvisar el atropello de La Rambla y el ataque de Cambrils, dos acciones que dejaron 16 muertos y más de un centenar de heridos. Los restos de una oreja hallados en la casa coinciden con el ADN que las autoridades marroquíes -acompañadas por policías españoles- tomaron a familiares de Es Satty en su región natal, en el Rif. En la casa de Alcanar, además, se hallaron notas de reivindicación escritas por el imán que revelan “su fijación con la historia de Ál-Andalus”.
La fiscal explicó también que es imposible, en todo caso, que el imán escapara de la casa y cogiera un avión con la ayuda de una chica de 22 años, Hajar Abrini, que horas antes del 17-A estuvo en el aeropuerto de Barcelona. La investigación siguió los pasos de Abrini. Su plan era volar hasta Estambul para unirse a las filas de Estado Islámico en Siria, pero ningún elemento permite relacionarla con los atentados de Barcelona y Cambrils. Más aún: cuando fue deportada a su país, Bélgica, ni siquiera “tenía conocimiento” de lo ocurrido en La Rambla.
Pero en la Audiencia Nacional no se juzga a Es Satty ni a los autores materiales de la masacre, porque todos están muertos, la mayoría abatidos por los Mossos d’Esquadra. Se juzga a tres personas que participaron, en mayor o menor medida, en la célula: Mohamed Houli, Driss Oukabir y Said Ben Iazza, que afrontan peticiones de prisión de 41, 36 y ocho años, respectivamente.
Houli había ayudado a la célula a fabricar explosivos y fue herido en la explosión de Alcanar. Interrogado por los Mossos antes del atentado, “no dio ningún tipo de dato” para capturar a sus compañeros antes de que fuera demasiado tarde. Cierto es que no podía conocer el nuevo plan (Younes Abouyaaqoub decidió el día 17, sobre la marcha, que usaría una de las furgonetas alquiladas para arrasar La Rambla), pero sí pudo dar nombres, explicar la existencia de la célula. Y no lo hizo. Por eso la fiscal negó el arrepentimiento y la confesión que la defensa de Houli reclama para reducir su estancia en prisión.
El fiscal Carballo se encargó de Driss Oukabir, que ha basado su defensa en resaltar su currículum de chico problemático (drogas, alcohol) y alejado de la fe musulmana. Todo mentira, según el fiscal. “No negamos que es el miembro más díscolo del grupo. Pero sabemos por el análisis de sus teléfonos que sí practicaba la religión, y que conocía los planes de la célula para atentar y se prestó a colaborar”.
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