27 noviembre 2017
ETA anunciará que su
«desmovilización» garantiza una desaparición definitiva
La decisión final
sobre su futuro se está consultando con un gran número de militantes
La entrada en la
dirección del EPPK de los últimos dos grandes líderes de la organización, David
Pla e Iratxe Sorzabal, refuerza el debate interno
ETA no quiere que haya dudas y garantizará que su
«desmovilización» supondrá su desaparición definitiva y con carácter
irreversible. Así prevé formularlo en el anuncio en el que, a principios del
próximo año, exponga las conclusiones del debate interno sobre su futuro, según
fuentes conocedoras del proceso. La reflexión interna sigue su curso y la
organización ya desarmada está consultando a un gran número de militantes para
asegurarse que la histórica decisión cuente con el mayor grado de consenso
posible. En este sentido, la reciente entrada de los dos últimos grandes
dirigentes de la banda, David Pla e Iratxe Sorzabal, en la dirección del
colectivo de presos, EPPK, contribuirá a reforzar la decisión de la
«desmovilización», al tratarse de los dos líderes de ETA que pilotaron, por
ejemplo, la última gran medida adoptada, la del desarme del pasado 8 de abril.
En algunos sectores del Gobierno Vasco y de distintos partidos
se han mostrado algo recelosos con la terminología que prevé emplear ETA para
anunciar la bajada de la persiana. El concepto de «desmovilización» enmarcado
en el estándar internacional de la
DDR (desarme, desmovilización y reintegración), provoca cierto
escepticismo en sectores del PNV o del PSE-EE, que desearían una formulación
más contundente como la de «disolución», exigida a su vez por el Gobierno
central. Ninguno de ellos teme, no obstante, que el debate de ETA no vaya a
concluir con su desaparición de facto. De hecho, la banda está determinada a
que su anuncio, que se prevé para los primeros meses del año que viene, suponga
su desaparición inequívoca. Se desconoce la formulación exacta que se pueda
emplear, ya que la reflexión interna sigue abierta, pero su intención es dejar
claro que se trata de una desaparición total y definitiva, para lo cual prevé
remarcar el carácter irreversible de la decisión. La sigla será declarada
«inactiva», al estilo de lo que ocurrió en Irlanda con el IRA, y todos sus
integrantes, tanto los presos como los que siguen en la clandestinidad, abrirán
otra fase para explorar sus posibilidades de «reintegrarse en la sociedad».
Los medios independentistas consultados por este periódico
relativizan, en todo caso, la batalla semántica, conscientes de que el Gobierno
central, por ejemplo, siempre ha exigido el término «disolución». También el
lehendakari, en entrevista a este diario el pasado domingo, expresaba sus dudas
de que «quien ha sido vanguardia del MLNV se vaya a disolver sin más»,
sugiriendo la posibilidad de que los actuales miembros de la banda puedan
acabar reintegrándose en organizaciones políticas del entorno de la izquierda
abertzale. Las fuentes independentistas consultadas se limitan a señalar, a ese
respecto, que tras la desmovilización efectiva de ETA, los integrantes de la
banda o los presos que consigan recuperar la libertad, elegirán el camino y
futuro personal que libremente consideren más oportuno, dentro de un proceso de
«resocialización».
En todo caso, el debate prosigue sin sobresalto. Se aprobó
un documento base por mayoría apostando por avanzar hacia la desmovilización, y
los militantes presos y huidos realizan sus aportaciones en un clima de
cohesión, aunque con las dificultades inherentes a la situación de
clandestinidad o prisión de los participantes. En este sentido, la banda ha
decidido socializar lo más posible el contraste de pareceres, a riesgo de que
pueda retrasarse ligeramente el anuncio final.
La organización desarmada ya ha dado alguna pista pública
de sus intenciones, por ejemplo en el último Gudari Eguna, cuando expresó su
apoyo a un proceso soberanista vasco similar al de Cataluña, aunque avanzó su
intención de echarse a un lado y no tutelar ese camino. «En el ciclo político
que viene, nuestra organización no será un agente principal», señaló.
El precedente del
desarme
Las dudas en torno a las intenciones de la organización ya
afloraron a principios de año cuando se vislumbraba la entrega definitiva de
armas. Sin embargo, desde el mundo de la izquierda abertzale destacan que
finalmente el desarme se culminó «con éxito» y sin que nadie lo haya
cuestionado en todos estos meses.
En este sentido, la elección por parte de los presos de
David Pla e Iratxe Sorzabal para completar la interlocución oficial del
colectivo de reclusos ayudará a apuntalar la «desmovilización». Los dos últimos
responsables de la organización entran a la cúpula del EPPK principalmente por
haber recibido el voto mayoritario en el proceso interno recientemente finalizado
en las cárceles. No obstante, el hecho de que ambos pilotaran el reciente
desarme desde prisión y hayan podido percibir, antes de su arresto en
septiembre de 2015, el nuevo clima político abierto tras el cese definitivo de
la violencia, les lleva a conocer de primera mano el
terreno y contribuir a reforzar la decisión final de la desaparición. En todo
caso, la apuesta estratégica cuenta con el apoyo del resto del equipo, en el
que destacan otros exnúmeros uno como Mikel Albisu Iriarte, ‘Antza’, y Marixol
Iparragirre, ‘Anboto’, que llevan más de una década encarcelados y con los que
recientemente se reunió, en el centro penitenciario galo de Reau Sud Francilien
(afueras de París), el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi. La
decisión de ETA de desaparecer es esperada con expectación en las prisiones,
donde a su vez los internos están ya explorando el empleo de vías legales para
intentar mejorar su situación y «vaciar las cárceles». La desaparición
definitiva de la banda del escenario político puede contribuir a crear un clima
más propicio para las reivindicaciones de los reclusos, aunque en el seno de la
izquierda abertzale no prevén a corto plazo cambios de postura, por ejemplo,
por parte del Gobierno central.
Los reclusos comenzaron hace diez días a enviar nuevos
dossieres a los jueces, de forma individual, en los que han comenzado, por vez
primera en su historia, a pedir que se les pase del primer grado, el más
estricto y en el que se encuentra la gran mayoría de internos de ETA, al segundo,
con vistas a mejorar su situación. También se mira con esperanza al espacio de
diálogo abierto entre el Gobierno francés y el grupo de Artesanos por la Paz y políticos de Iparralde
de la gran mayoría de partidos.
Opinión:
Que la banda terrorista ETA se disolviera sería, sin lugar
a dudas una excelente noticia. No tan solo porque sería la prueba irrefutable
que algunos exigen día tras día para dar certeza al final de la “actividad
armada (sic)” que anunciaron en octubre de 2011, sino porque también permitiría
cerrar la boca a todos aquellos que siguen haciendo partidismo con este enorme
problema.
Y, de paso, serviría también para que aquellos que viven
del dolor ajeno fueran saliendo al descubierto.