16 noviembre 2017
Estupor en Euskadi
por los paralelismos forzados con el ‘procés’ catalán
Sociólogos y
politólogos analizan para ‘La
Vanguardia ’ cómo vive la opinión pública vasca la actualidad
catalana
Una estelada ondea en el balcón de una céntrica
calle donostiarra. También en Bilbao o en el Casco Viejo de Pamplona pueden
verse varias de ellas, donde en algunas paredes destacan mensajes a favor de la
independencia catalana. El procés no
sólo ha despertado un gran interés en Euskadi y Navarra sino que a su vez ha
suscitado numerosos paralelismos. Términos como ‘presos políticos’ o ‘kale borroka’ inundan los
discursos mediáticos y se reproducen en tertulias y redes sociales. ¿Son
válidas esas comparaciones? Expertos
en política y sociología del País
Vasco analizan para La Vanguardia estas analogías y el impacto de la
situación catalana en Euskadi.
La situación de los presos
preventivos y su
capacidad de participación política, por
ejemplo, son viejos conocidos en el País Vasco desde finales
de los ochenta, cuando Herri Batasuna tenía como costumbre
presentarlos como candidatos a las elecciones. Una
táctica contra el sistema en una época en la que su actividad en la Cámara no estaba
normalizada. Casos como el de Juan Carlos Yoldi, que fue candidato a
lehendakari en una sesión de investidura –el único día que participó en el
Parlamento–, José Antonio Etxeberria o Josu Urrutikoetxea (Josu Ternera)
ejemplifican ese debate jurídico-político que ahora se libra en Catalunya.
De hecho, la consideración de los ‘Jordis’ y
los consellers encarcelados como ‘primeros presos políticos’ chocó mucho en
un territorio donde ese vocabulario ha sido muy común. “En Catalunya –indica
Mario Zubiaga, experto en Ciencias Políticas de la Universidad del País
Vasco (UPV)– se han descubierto algunas formas de actuar que aquí ya se
vivieron con la persecución jurídica a la izquierda abertzale desde los noventa o juicios
como los de los periódicos Egin y Egunkaria”.
Como en el resto de comparativas, el background político vasco poco tiene
que ver con el de Catalunya. “En el caso de la izquierda abertzale se podía
argumentar connivencia o relación de colaboración con una organización
terrorista; en el caso catalán no ha hecho falta ni siquiera conectarla
con una asociación violenta”, subraya Zubiaga.
Escasa
sorpresa por las cargas y detenciones
Los puntos descritos como comunes han alcanzado
hasta el aspecto violento, con comparaciones de situaciones del procés con la kale
borroka, algo que se ve con estupor en Euskadi. Un comunicado
de una asociación de guardias civiles incluso relacionó la situación vivida en
Catalunya con los duros años 80 en el País Vasco.
“Algunas comparaciones han sido muy forzadas –sostiene Rafa Leonisio,
politólogo y miembro del Euskobarómetro–, si ha habido violencia en Catalunya
ha sido muy esporádica: no se puede comparar atacar un patrol de la Guardia Civil con
arrojar cócteles molotov contra sedes de partidos”. “Tampoco la violencia y
represión en Catalunya a la que ha aludido el entorno abertzale se puede
relacionar con la situación vasca, donde ha habido torturas, por ejemplo”,
asegura.
La respuesta policial al 1-O y sus distintas visiones previas y
posteriores muestran claramente la diferencia de escenarios. “En Catalunya
–dice Jule Goikoetxea, filósofa política vasca y profesora de la UPV – sorprendió esa deriva
represiva; en Euskadi, que ha conocido de
primera mano, se esperaba que ésta fuese hasta
mayor”.
Para Goikoetxea esta sorpresa se ha trasladado
al ámbito político tras la detención
del Govern que siguió a la DUI , una decisión jurídica que
en Euskadi se veía casi asegurada y que resume esas “culturas políticas
muy diferentes” que, en el caso vasco, está obviamente marcada por una larga
historia de violencia. Cuarenta años de conflicto armado que dificultan
cualquier comparación posible con un proceso pacífico como el catalán.
Apoyo al procés pero sin vías unilaterales
“El procés –cuenta
Zubiaga– se ve en el ámbito soberanista con envidia: Catalunya está avanzando
por una senda que aquí se abrió desde el punto de vista teórico hace 20 años”.
Desde el Plan Ibarretxe, recuerda, se ha hablado de
derecho a decidir, Estado asociado y antes también se abordó la doble
legitimidad obedeciendo sólo a las instituciones propias. Para Zubiaga, en
Catalunya se ha alcanzado la madurez y la coyuntura que no existieron en
Euskadi para “crear algo parecido a una hoja de ruta”.
El sector más soberanista vasco apuesta por
sincronizar ese camino con Catalunya, una opinión que choca con una visión
mayoritaria que se
aleja de esa vía. Según el mismo sondeo, el 62,9% no
aplicaría el proceso catalán en Euskadi. Más autogobierno
sí pero alejado de
fórmulas unilaterales. “Hay cierto distanciamiento –explica Rafa Leonisio,
politólogo y miembro del Euskobarómetro–, se ve con cierto cansancio y no hay
ganas de repetir”.
El largo escenario de violencia en el
territorio y la intensidad política alcanzada podrían explicar ese alejamiento.
“No es cansancio –discrepa Zubiaga– pero la da sensación de que cuesta iniciar
otro modelo soberanista: hace falta un breve periodo de descanso social en
algunos sectores y cerrar también algunos flecos pendientes”.
A pesar del sesgo que supone el posicionamiento
independentista o constitucionalista en Euskadi a la hora de valorar la
situación catalana, lo que sí parece claro es el respaldo
generalizado a la movilización ciudadana. Una encuesta de EiTB realizada
tras el referéndum
del 1-O otorgó a este movimiento popular una nota
de un 7,31. Calificación que contrasta con la oposición masiva a la
gestión de Rajoy así como a la actuación de las Fuerzas de Seguridad: el 78,9%
considera que fue “desproporcionada”.
El PNV
asienta la bilateralidad
Apoyo al procés pero
con una vía
bilateral propia.
La posición
del PNV parece ser la visión mayoritaria vasca en estos momentos,
un alejamiento de las propuestas unilaterales que a día de hoy atrae al
electorado vasco. Si los comicios autonómicos se celebrasen hoy, el PNV no sólo
volvería a ganar si no que aumentaría en un asiento su representación.
A pesar de la campaña tanto de la izquierda
abertzale como de Podemos pidiendo que rompan su coalición con el PSE tras la
aplicación del 155, los jeltzales han blindado el pacto. “El PNV –resume
Leonisio- no quiere ni oír hablar de un procés, sabe que la sociedad no le
seguiría si se echa al monte”.
La apuesta peneuvista es clara: aumento de la
independencia a través del ensanchamiento del autogobierno. En esa línea, entre
los primeros objetivos de su acción política aparece ahora la transferencia de
competencias pendientes, como la Seguridad Social y la gestión de centros
penitenciarios.
Los expertos consultados coinciden en que este
camino está actualmente mucho más refrendado en Euskadi que la vía catalana,
modelo que se considera que “pondría en riesgo el autogobierno”. “Hasta gente
que ve Catalunya como algo ilusionante –explica Goikoetxea– teme que pueda
tener consecuencias económicas en el País Vasco o derive en una represión
jurídica e institucional”. Con o sin paralelismos y vasos comunicantes, lo que
está claro es que en Euskadi se sigue con lupa todo lo que pasa en Catalunya.
Opinión:
Este estudio debería publicarse en todos los
informativos de TV, periódicos y radios de toda España. Sería muy didáctico que
se dieran a conocer estas opiniones, especialmente en aquellos sectores que se
retroalimentan: especialmente es los que de manera interesada y zafia confunden
independentismo con terrorismo.
La frase “En el caso de la izquierda abertzale
se podía argumentar connivencia o relación de colaboración con una organización
terrorista; en el caso catalán no ha hecho falta ni siquiera conectarla
con una asociación violenta” resume en muy pocas líneas la realidad de lo que
se está viviendo. Personalmente creo que hay gente que está deseando que ahora
en Catalunya algún descerebrado queme un contenedor o incluso cause daño a
otras personas para así tener la “excusa” para imponer, aún más si cabe, la línea
dura que se marca desde sectores políticos.
Leer que “una asociación de
guardias civiles incluso relacionó la situación vivida en Catalunya con los
duros años 80 en el País Vasco” muestra hasta qué punto puede llegar la
ignorancia de algunos. Recuerdo cuando había que ir al País Vasco y antes
avisar para recibir cierta protección, lo cual no ocurre en absoluto en
Catalunya. Recuerdo cuando la banda terrorista ETA asesinaba en el País Vasco y
día tras día a Guardias Civiles y Policías Nacionales… pero no recuerdo que
nadie enviara refuerzos para evitar mas muertes, ni siquiera un yate al puerto
de Bilbao con unos pocos efectivos para controlar a los asesinos etarras…
Comparar aquellos años en el País Vasco con lo que ahora se vive en mi tierra es un enorme error que ofende a
algunos que vivimos ciertos problemas en “el Norte”, aunque a otros no parece
ofenderles porque o bien les interesa el mensaje partidista oculto tras esas
comparaciones o bien jamás estuvieron en el País Vasco en aquellas décadas (por
mucho que ahora se inventen historias y hasta secuelas).
Y la frase “cuarenta años de conflicto armado
que dificultan cualquier comparación posible con un proceso pacífico como el
catalán” creo que es la que mejor resume la situación. No podemos olvidar los
atentados que en Catalunya cometieron EPOCA o Terra Lliure (sí, en nombre de
una supuesta representación independentista, craso y grave error)… pero
comparar la situación con la actualidad es una enorme exageración.
Si la comparación es interesada o no, eso ya es
problema de cada cual. Se traduce en una palabra: “SENY”… justo lo que a muchos
les falta ahora. Pero es normal, no tiene traducción a otro idioma…
Y para terminar, si alguien quiere conocer la
postura del Gobierno Vasco tras lo ocurrido en Catalunya el 1 de octubre, ahí
tiene el link… siempre he denunciado ese extraño espejismo que mucha gente en
Catalunya ha tenido hacia “los vascos y las vascas”, especialmente por su lucha
“contra ETA”… pero es lo que hay…
http://www.europapress.es/nacional/noticia-urkullu-mantendra-relaciones-institucionales-gobierno-pp-pese-traspasado-lineas-rojas-20171002131806.html
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