13 mayo 2015
Évole: “Nunca
he sentido con nadie menos empatía que con Rekarte”
El
responsable de ‘Salvados’ habla sobre su entrevista con el exterrorista
Jordi Évole lanzó una orden de parálisis a su cuerpo
a la hora de rodar el último programa de Salvados de esta temporada. No quería arriesgarse a mostrar el más mínimo gesto de
complicidad con su entrevistado. Más allá de los silencios —“ha sido la
entrevista en que menos preguntas he hecho”, comenta— se cercioró de no emitir
ningún gesto que pudiera interpretarse como de aprobación con el relato del exetarra Iñaki Rekarte.
Aún así, el aluvión de reacciones
encontradas no cesó a lo largo de la hora en que este periodista, adepto al
fenómeno y la controversia, conversaba el pasado domingo a través de La Sexta con el antiguo
terrorista. Se trataba del autor, entre otros, del atentado que acabó con la
vida de tres personas en Santander el 19 de febrero de 1992.
Durante cuatro años ha estado el
equipo de Salvados detrás
de algún etarra o exmiembro de la banda, arrepentidos o no. “Las respuestas
siempre fueron las mismas: o no querían y no sabían o vuelve a llamar en unos
meses”. Así que cuando el pasado abril se les presentó la oportunidad de
conversar con este antiguo activista, que acaba de sacar un libro de
confesiones en la editorial Península, no lo dudaron. El testimonio crudo,
autocrítico, plagado de exigencia de cuentas consigo mismo, ha dado lugar a una
tempestad nada modulada en las redes sociales y en los medios de comunicación.
Muchos han acusado a los responsables del programa
de no haber dado voz a las víctimas: “En otras ocasiones me hubiese parecido
fundamental, pero en este caso, además de tratarse de una confesión, contra
quien más duro resulta el testimonio, es contra la propia ETA. Aparte que no
todas las víctimas han reclamado eso, muchas lo han aplaudido”.
Frente al estilo espontáneo y de cierta ingenuidad,
entre kamikaze y mal intencionada, que ejerce a veces, Jordi Evole, escogió en esta ocasión una
contundente sobriedad: “Yo, a menudo, tengo un problema, que es la empatía con
el entrevistado. Puedo decir que en este caso no existía ni un ápice de ese
rasgo por mi parte. Me concentré mucho en permanecer frío y distante para que
fuera ante todo el espectador quien juzgara los hechos y lo que allí se
planteaba”.
Se empeñó en dar un espacio, casi estelar, al
silencio: “Dicen que el silencio habla, aquí no; aquí, grita”. Ese horror vacui
lo suplía Rekarte con reflexiones más que enjundiosas. En la cárcel fue donde
más tiempo tuvo para pensar. Donde más noches quedó en vela para el
remordimiento y la certeza de un error de juventud que le costó el resto de, lo
que podríamos llamar, su primera vida.
Évole ha aprendido alguna lección con esta entrega:
“Algo que a lo mejor no gusta a muchos, y es que todo el mundo merece una
segunda oportunidad, incluso una tercera”. No pactaron ninguna pregunta. “Como
nunca hacemos en este programa. De todas formas, mi posesión de la pelota en
este caso ha sido bajísima. Apenas intervine más que para dar paso a un relato,
que era lo interesante. El mismo Rekarte se asombraba a veces de lo que decía,
consciente de que todo aquello fue una barbaridad”.
Aun así, el antiguo etarra, con sus gestos, con las
miradas fijas y perdidas, buscaba a menudo una aprobación por parte de Évole:
“No sé si la encontró o no, pero yo me esforcé en no asentir nunca a lo que
decía”. La temperatura de esa atmósfera se fue transformando entre las redes a
medida que avanzaba el programa: “Comenzaron con ataques y comentarios muy en
contra que fueron cambiando radicalmente de tono a medida que avanzaba”,
comenta el periodista.
La franqueza en las respuestas de quien ingresó en
ETA con 18 años, construyó su primer explosivo con 19, mató poco después, a los
20, y pagó por ello con dos décadas de condena fue alimentando un debate
abierto y que supura por la herida de años de violencia enconados.
Era la última entrega de otra proverbial temporada
de Salvados. El programa que ha demostrado la vigencia de lo
urgente y lo trascendental en nuestro tiempo para la televisión, que conecta,
como muy pocos, con una ola de estado de ánimo colectivo, ha fomentado todo
tipo de reacciones en esta etapa tras sus encuentros con plantón sorpresa de Esperanza
Aguirre, su acercamiento al ministro de finanzas griego Varoufakis o su
tratamiento del terrorismo islámico tras los atentados a Charlie Hebdo, entre
otras entregas. “La voluntad ha sido no estar pendiente de la agenda que nos
quieren marcar, sino provocarla tú mismo yendo hacia el límite y arriesgando”,
comenta Évole. De nuevo, dieron en el clavo. Y en este caso, ardiendo.
Opinión:
Reitero lo que ya he comentado en otras opiniones
anteriores pero añado un detalle más: al hablar con Jordi durante sábado y domingo vía wasaps y ya el lunes personalmente, pudo tener las pruebas de comentarios de
víctimas del terrorismo, con nombre y apellidos, que me hicieron llegar sus
opiniones favorables a la emisión del programa. Especialmente la noche del
domingo y durante el lunes comentando lo importante que era desenmascarar a la
banda terrorista ETA no solo como terrorista sino también como mafiosa y
sectaria.
Por si alguien aún no se había dado cuenta.
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