25 mayo 2015
Cuarenta y
cinco jefes de ETA tienen datos sobre 326 asesinatos sin aclarar
La jurisprudencia de Estrasburgo
avala que el silencio de la banda sobre estos crímenes añade sufrimiento a los
familiares de las víctimas.
Algunos de los más brutales atentados perpetrados
por ETA a lo largo de medio siglo están aún sin esclarecer del todo: secuestro,
torturas, asesinato y desaparición de tres ciudadanos gallegos; ametrallamiento
del presidente de la
Diputación de Guipúzcoa y cuatro integrantes de su escolta;
emboscada de Ipaster, en la que murieron seis guardias civiles… Al menos 45
cabecillas etarras tienen información sobre la mayoría de estos crímenes,
porque cuando se cometieron estaban al frente de la banda y, por tanto, podrían
arrojar luz para su definitiva resolución. El silencio de ETA añade sufrimiento
a los familiares de las víctimas, cuyo único consuelo es que la Justicia contribuya a la
reparación del daño causado.
Según los datos que maneja Dignidad y Justicia, si
se parte de 1960, año en el que ETA tuvo su bautizo de sangre con el atentado
que costó la vida a la bebé Begoña Urroz, son 377 los asesinatos sin resolver.
Esto es, el 44% de los que ha cometido. Una cifra «insoportable», según la
asociación que preside Daniel Portero, máximo cuando la banda, con la
complicidad de su entramado político, intenta blanquear su pasado e imponer un
escenario de final de la violencia sin vencedores ni vencidos, argumentando que
hubo un conflicto y víctimas en ambas partes. La cifra de asesinatos sin
aclarar se rebajaría hasta 326 si se contabilizan a partir de la fecha en que
entró en vigor la ley de Amnistía General de 1977. De estos casos, al menos 175
se encuentran directamente sobreseidos por lo que no existe ninguna
investigación ni actividad judicial en curso.
Testimonios claves
Pero las víctimas reivindican también su derecho a
conocer la verdad sobre los crímenes anteriores a esa amnistía. De ahí la lucha
sin cuartel emprendida por Dignidad y Justicia, a través del abogado Miguel
Ángel Rodríguez, experto en Derecho Penal Internacional, para que los crímenes
de ETA sean tipificados como actos de genocidio o contra la humanidad. De
momento, ha ganado una primera batalla al apoyar la Fiscalía de la Audiencia Nacional
que sean considerados de «lesa humanidad» y, por tanto, no prescriban. Fuentes
de la lucha antiterrorista, sin embargo, matizan que la mayoría de estos
asesinatos están prácticamente esclarecidos en el sentido de que las Fuerzas de
Seguridad conocen la autoría. Lo que ocurre es que, o bien algunos de los
autores no han sido aún detenidos, o las pruebas recabadas hasta el momento no
son consideradas lo suficientemente concluyentes por parte de la Justicia.
Y es ahí donde podría ser determinante que se tome
declaración a estos cabecillas que ordenaron los atentados. Algunos permanecen
en prisión y otros quedaron ya en libertad tras cumplir condenas por otros
hechos. Y es que en España la tendencia, en el caso de ETA, ha sido juzgar a
los autores materiales o jefes de los «comandos», sin tener en cuenta que los
atentados formaban parte de una campaña y los ordenaba una dirección colegiada,
dentro de una estrategia encaminada a la liquidación del adversario o las
deportaciones forzosas.
Después de que ETA anunciara el cese definitivo de
su actividad terrorista, Sortu, Bildu y Amaiur intensificaron su exigencia de
que los presos de la banda sean trasladados a cárceles del País Vasco y Navarra
como antesala de su puesta en libertad. Ello, con el argumento de que la
dispersión es «un castigo» no solo para el recluso, sino también para los
familiares. Esto es, plantean una negociación sobre las «consecuencias del
conflicto» a fin de que se reconozca «el daño a las víctimas de uno y otro
bando».
Contra el olvido
Si la propuesta fuera sincera, Bildu instaría a ETA
a que repare el daño causado, que pasa por colaborar para que se esclarezcan
sus asesinatos aún sin resolver. Su silencio, en este sentido, añade dolor a
los familiares de las víctimas. La banda no puede devolverlas a la vida, pero
sí puede aliviar el sufrimiento de los allegados.
La jurisprudencia europea avala que con su silencio,
ETA provoca sufrimiento añadido a los familiares de sus víctimas. Así, en el
caso «Kurt contra Turquía», el Tribunal de Derechos Humanos afirmaba que ante
asesinatos selectivos o desapariciones y ejecuciones extrajudiciales, la propia
familia que espera justicia pasa a convertirse propiamente en «víctima autónoma
y diferenciada del acto criminal cometido». Ese mismo Tribunal sostenía en otro
momento que en los casos en los que las investigaciones judiciales quedan
paralizadas por 5 años sin causa justificada, el Estado estaría sometiendo ya a
los familiares a trato o sufrimiento inhumano.
Ello entronca con el «derecho a conocer la verdad».
Así, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, «la sociedad tiene derecho a conocer la verdad sobre los
acontecimientos del pasado que se refieren a la comisión de crímenes
aberrantes, así como sobre las circunstancias y los motivos por los que se
perpetraron, a fin de evitar que no se repitan en el futuro». Estas y otras
citas forman parte de un escrito remitido al Defensor del Pueblo por Dignidad y
Justicia y que su titular, Soledad Becerril, ha trasladado a la Fiscalía General.
Opinión:
Es evidente
que todo delito debe ser perseguido, indpendientemente de que los autores (como
grupo) hayan decidido abandonar su actividad terrorista. Por lo tanto, no
estaría de más que se pudieran obtener datos que esclarecieran esos atentados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario